La presidencia de Alberto Fernández y el costoso apoyo de Cristina

La presidencia de Alberto Fernández y el costoso apoyo de Cristina

El camino de Alberto Fernández en la presidencia de la Nación está sembrado de espinas. Y, más allá de la vocación dialoguista y democrática que lo caracteriza, debe sufrir las consecuencias del respaldo que le otorgó la vicepresidenta Cristina Fernández.

En los últimos días su decisión de respetar la división de poderes propia de una república le valió una agresiva reacción del ultrakirchnerismo, que cuestionó su afirmación de que “no habían presos políticos sino víctimas de la persecución política en la Argentina”. Los ultras salieron a pegarle sin miramientos, desde Hebe de Bonafini a Julio de Vido, hasta Víctor Hugo Morales y Oscar Parrilli. 

Sugestivamente Cristina Fernández mantiene su silencio, aunque nada hace para menguar las críticas y agresiones, lo que implica una forma de convalidación, si no de los dichos, al menos de la tarea de desgaste sobre la figura presidencial. 

Tampoco la decisión de Axel Kicillof de reperfilar la deuda provincial le ayuda al presidente argentino en sus negociaciones con el FMI. Una decisión que no puede leerse con inocencia. 

A la campaña de agresión mediática de los ultra K debe sumarse, además, el compromiso asumido de conceder lugares de relevancia dentro del organigrama de Nación a dirigentes cercanos a la vicepresidenta, aún en el caso de que algunos de ellos sobresalgan por su desprestigio ante la opinión pública. 

Tal es el caso, por ejemplo, el ex titular del AFSCA, Martín Sabbatella, quien fue confirmado este viernes en el Boletín Oficial como nuevo mandamás de la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR). Sabbatella fue intendente de Morón entre 1999 y 2009, destacándose por su oposición al gobierno de Néstor Kirchner. Luego saltó el trampolín para posicionarse en la órbita de Cristina Kirchner, y accedió a una banca de diputado nacional y, finalmente, a la presidencia de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisuales.

Más allá de vociferar a través de la prensa, poco fue lo que hizo efectivamente Sabbatella para conseguir la aplicación efectiva de la ley de Medios. Muy por el contrario, su principal ocupación fue la de ubicar a sus seguidores en la estructura nacional de agencia a su cargo y promover el crecimiento de su agrupación, Nuevo Encuentro, a partir del manejo de una suculenta caja. 

Después sobrevendría su designación por el dedo presidencial como candidato a vicegobernador bonaerense, secundando a un Aníbal Fernández que sólo aceptó su postulación por disciplina partidaria. El resultado fue bochornoso, ya que la dupla realizó la peor elección provincial en la historia del peronismo, facilitando la victoria de María Eugenia Vidal y abriéndole el camino de la presidencia a Mauricio Macri. 

Gracias a la bendición de Cristina Fernández, hoy Sabbatella ha recuperado el distrito de Morón a través de uno de sus discípulos, Lucas Ghi, y ahora le suma una caja significativa y una tarea decisiva para la salud pública de la población. Resta saber si lo hará con la misma responsabilidad con que se desempeñó en su anterior gestión como funcionario nacional.

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