Jorge Brito, de banquero "maldito" a jefe de la cruzada antidefault

Jorge Brito, de banquero

Cuestionado por el Gobierno y cercano a Massa, lidera la negociación con los fondos

Jorge Brito es un especialista en sacar provecho de situaciones adversas y arrojar salvavidas a gobiernos en llamas. El dueño del banco Macro, que había mostrado destreza en esa gimnasia en los años 90, mejoró su capacidad durante la década kirchnerista. La primera muestra la dio pocos días antes de que Néstor Kirchner se calzara la banda presidencial.

Un mediodía de mediados de mayo de 2003, Brito recibió una llamada de Miguel Ángel Toma, titular de la SIDE, mientras almorzaba en la City porteña. El jefe de los espías le repitió las palabras que Kirchner había dicho minutos en el programa de Mirtha Legrand: "Yo conozco al grupito que ha hecho operaciones que no corresponden. Algunos de ellos manejan bancos que fueron privatizados en las provincias", dijo el futuro presidente. La descripción le cabía a Brito (había hecho campaña con Menem y denostado a Lavagna) y sólo a él.

El banquero revirtió la situación en meses. Se ganó la amistad de Julio De Vido, quien lo reunió con Lavagna y le abrió la puerta de la Casa Rosada para ver a Kirchner. El resultado del encuentro fue perfecto para ambos: días después Adeba, la asociación de bancos nacionales, le ofreció al Gobierno $ 500 millones para obras. Era un favor grande, ya que el país estaba aún en default y sin alternativas de financiamiento. Kirchner se lo devolvió con un gesto: el 29 de septiembre, durante el anuncio durante una conferencia de prensa, se abrazó con él.

En el encuentro previo, el banquero le había dicho a Kirchner que quería que le fuera bien, porque de esa manera a él también le iría bien. Fue un comentario premonitorio. Entre 2003 y 2012, sus ganancias anuales se incrementaron más de 380% en dólares, de los US$ 62 millones hasta más de US$ 300 millones.

El acercamiento al poder no fue una experiencia nueva para Brito, quien tiene en su agenda algunos nombres importantes de la historia política de los últimos 30 años. Junto a su cuñado y socio Delfín Jorge Ezequiel Carballo, les compraron en 1985 el Macro a Mario Brodersohn, Alieto Guadagni y José Pastore. El primero fue secretario de Hacienda de Raúl Alfonsín y economista de consulta del radicalismo durante años. El segundo fue funcionario de Carlos Menem y de Eduardo Duhalde. Brito también era amigo de Enrique "Coti" Nosiglia.

A mediados de los 90, el Macro comenzó su expansión. Lejos de la City, inició ese camino por el interior. Se quedó con bancos provinciales y llegó a diciembre de 2001 con la confirmación de la compra del Bansud, en momentos en que las grandes empresas desconfiaban de la Argentina.

En la década kirchnerista, renovó su red de relaciones por funcionarios mucho más jóvenes. Tenía un vínculo aceitado con Sergio Massa, que mantiene hasta hoy. Llevaron esa buena relación a la cancha: aunque sólo tomó relevancia cuando el ex jefe de Gabinete rompió las filas del kirchnerismo, el Macro auspicia a Tigre, el equipo de fútbol apadrinado por Massa, desde sus tiempos en primera B.

También tiene buena relación con Boudou, con Bossio y el diálogo habitual con De Vido. Sus contactos y la administración de ciertos fondos le valieron ser bautizado como "el banquero de los Kirchner" por la embajada de Estados Unidos.

Lejos de aquel primer salvavidas a la nueva gestión kirchnerista, la relación entre el banquero y el Gobierno atravesó estaciones que los separaron cada vez más. Una de esas paradas fue el ex secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno. Habían cultivado una amistad que parecía duradera, a tal punto que el ex hombre fuerte de Cristina Kirchner almorzaba con el banquero una vez por semana en el edificio del Banco Macro. Pero la relación terminó mal. Moreno lo acusó en más de una ocasión de promover corridas cambiarias y gritó que lo quería ver preso. Eso no le impidió al funcionario, sin embargo, valorar el poder de Brito en el mundo financiero. En mayo de 2013, el Gobierno lanzó un blanqueo de dólares a través de la venta de bonos para obras de infraestructura y certificados para utilizar en inversiones inmobiliarias (Cedines). El equipo económico reunió a un grupo de periodistas para explicarles la medida. Moreno les anticipó que los papeles para comprar casas generarían un mercado secundario, algo que finalmente no ocurrió. Lo explicó como "un gran negocio" para Brito.

El banquero activó anteayer la negociación paralela entre los fondos buitre y los bancos privados, todavía con final incierto, hasta plantear una situación paradójica: hoy, la gestión de un massista podría hacer que el default de la deuda argentina sea breve.

EL NEGOCIADOR PRIVADO

Sebastián Palla

Gerente del Banco Macro

Profesión: economista

Edad: 40 años

La negociación privada con los fondos buitre quedó en manos de Sebastián Palla, un economista que en la actualidad representa al Banco Macro, la entidad que preside Jorge BritoPalla cuenta con una larga experiencia en la función pública y participó en la reestructuración de la deuda en default que se llevó a cabo en 2005. Fue uno de los responsables de la incorporación del Bank of New York al convenio Tras negociar el canje de 2005, Palla regresó al sector privado y asumió como presidente de la Unión de Administradoras de Fondos de Jubilación y Pensión (AFJP), cargo que ocupaba cuando, en 2008, el Gobierno decidió la estatización del sistema

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