Un posteo con triple filo. Una interna que culmina la semana de gloria del Presidente. Donald Trump, Santiago Caputo y la alianza de todas las derechas.
Por Marcelo Falak
Bastó un posteo en Twitter para que Guillermo Francos renunciara como jefe de Gabinete y le pusiera un fin abrupto a la semana de gloria que le había abierto al Gobierno el triunfo en las elecciones legislativas. Bastó, de hecho, un posteo para que el veterano político le dejara tres mensajes envenenados a Javier Milei.
"Ante los persistentes trascendidos sobre modificaciones en el Gabinete nacional, me dirijo a usted con el objeto de presentarle mi renuncia al cargo de jefe de Gabinete de Ministros, para que pueda afrontar sin condicionamientos la etapa de gobierno que se inicia luego de las elecciones nacionales del pasado 26 de octubre", escribió.
Ese fue el primer mensaje de un hombre que se sintió esmerilado por los rumores, alguien que, llamativamente, había afirmado apenas cuatro días atrás en Radio Mitre que "no hay ningún motivo particular para que deje el cargo. Me voy a quedar. Estoy trabajando sin ningún problema".
Parece haber pesado en el ánimo de Francos la convicción de un empoderamiento de Santiago Caputo, no en el cargo que él deja y que por una cuestión de equilibrios delicados en el "triángulo de hierro" quedará en manos de Manuel Adorni, pero sí como dueño del armado de la nueva coalición de todas las derechas que impone Estados Unidos a cambio de su salvataje financiero.
Una interna feroz en torno a Javier Milei
Ese rechazo fue la expresión de una interna descarnada con alguien a quien venía de definir como uno de los "actores del equipo de gobierno que no están en el gabinete, que no tienen responsabilidad de gestión y que por ahí están tomando decisiones". Ese fue el segundo mensaje.
"Por extraña coincidencia, mi primer acto como ministro del Interior y mi último como jefe de Gabinete fueron reunir a los gobernadores de las provincias con el Poder Ejecutivo Nacional con el objeto de encontrar mecanismos de diálogo y generación de consensos, imprescindibles para avanzar en las reformas estructurales que la Argentina necesita", siguió. El tercer mensaje es que él fue siempre quien empujó en la interna una política de consensos en un gobierno en buena medida refractario a los mismos por inspiración, justamente, de uno de los impulsores de la "batalla cultural". El arribo del salvataje condicionado de Donald Trump alteró esa tendencia a la belicosidad.
Guillermo Francos y los enemigos de Washington
La figura de Francos tenía contras en Washington, en especial el encono del enviado del Departamento de Estado para América Latina, Mauricio Claver-Carone, quien siempre lo responsabilizó por las acusaciones de haber favorecido la carrera de una subordinada en sus tiempos de titular del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que terminaron con su salida del cargo. En esa época, Francos representaba allí a la Argentina enviado por Alberto Fernández.
No está claro todavía qué rol le va a caber al ingeniero del caos en el nuevo armado, pero llama la atención que Lisandro Catalán, la mano derecha de Francos, haya abandonado al unísono el Ministerio del Interior.
Hay que recordar que el empoderamiento de Santiago Caputo viene de la mano de las gestiones del lobista republicano Barry Bennet, quien forma parte de la consultora de lobbying Global Tactic, propiedad de Leonardo Scatturice y receptora de dinero público a través de un contrato con la SIDE destinado, llamativamente, a que sirva de "enlace entre la Presidencia de la Nación de la República Argentina y sus homólogos en Estados Unidos".
¿Será Caputo, sea cual fuere el cargo que le quepa en el nuevo armado, el responsable de acercar a los gobernadores opoficialistas para hacer pasar por el Congreso no sólo el Presupuesto 2026, sino, sobre todo, las reformas laboral y tributaria en ciernes? ¿También será quien gestione los acuerdos con los retazos del PRO que todavía le responden a Mauricio Macri?
Francos no quiso verse desplazado, reemplazado por su rival interno y preservado en un cargo menor por mera cortesía. Por eso se fue dejando tres mensajes filosos.








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