Silvina Batakis, fortificada por el acuerdo entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner

Silvina Batakis, fortificada por el acuerdo entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner

La renuncia de Guzmán, daños graves. Versiones sobre el fin de semana pasado. Los reclamos del exministro. La movida de Massa, respuestas. La política económica desde 2019: luces y sombras. Silvina Batakis, la mejor dentro de lo disponible. Debates que siguen en pie.

 

Por Mario Wainfeld

Martín Guzmán agravó los daños que podría haber causado su renuncia si la hubiera planteado profesionalmente y con espíritu de cuerpo. El tuit lanzado durante el discurso de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner sorprendió al presidente Alberto Fernández; dejó expuestas vacilaciones del Gobierno buscando a la sucesora. Impidió una transición sensata. Ahondó las expectativas devaluatorias de cualquier actor económico y le hizo el campo orégano a los especuladores poderosos.

El exministro de Economía repitió, en clave de sainete, deficiencias del Gobierno que lo incluyen y lo exceden. No articuló, obró de modo inorgánico. La carencia de conducción cataliza dichas desviaciones.

Las versiones sobre esos días varían según quien las narre. Una versión criolla de la clásica película Rashomon. No difieren taaanto, ojo. Guzmán venía reclamando tener control o manejo de la Secretaría de Energía. Las controversias sobre la segmentación de tarifas son una muestra de la disfuncionalidad genética del Gabinete: parcelación del aparato estatal entre distintas facciones internas.

El jueves, coinciden cerca de Guzmán y de Alberto, aquél pidió una respuesta definitiva, además del manejo de la mesa de dinero del Banco Central. El entorno de “Martín” refiere que Fernández le dio respuestas dilatorias. El presidencial, que le prometió acceder a los relevos en Energía a condición de que Guzmán propusiera una figura con piné suficiente. El gap es estrecho: la cuestión quedó sin definir y se sabe que es común que las definiciones del presidente se demoren o pierdan vigor según pasen las horas.

El reproche más serio a Guzmán no finca en haberse ido entonces sino en no haberlo acordado con el presidente que tanto poder le difirió y a quien tanto alabó en su renuncia. Allegados creíbles cuentan que la tenía redactada a primera hora del susodicho sábado. Nadie, ni aun de su círculo leal, explica por qué la divulgó de modo provocador, en un momento inoportuno.

El mejor acontecimiento entre tantos bajones fue el gesto conjunto de AF y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Conversar, informar que lo hacían, encriptar el detalle del palique. La cena del lunes robustece el mensaje sin poner fin a las internas ni zanjar las discusiones pendientes.

Los cabildeos para nombrar el relevo ocuparon la tarde del domingo. Desde la Casa Rosada se afirma que sólo hubo un ofrecimiento previo a la fumata blanca para Silvina Batakis: al ex funcionario y actual consultor Emmanuel Alvarez Agis. Sí mediaron sondeos a otros y otras ministeriables reconstruye este cronista con otras fuentes (aguante Rashomon, de nuevo).

Batakis jura tras una validación imprescindible, conjunta, de Alberto y de Cristina. El destello de lucidez de ambos, después de interminables meses sin dirigirse la palabra, la fortifica de entrada.

Como ya se comentó en anteriores columnas. Batakis es una funcionaria con experiencia, considerada por sus pares, re-conocida por los gobernadores, experta para comprender las articulaciones del federalismo. La incorporación más constructiva y racional dentro de las contadas opciones disponibles en medio del tsunami,

Lo ulterior era predecible y sigue pasando. Corridas cambiarias, el dólar ilegal (“blue”) que trepa y roza la estratósfera. Los argentinos estamos adiestrados para responder a los corcoveos del dólar. Reflejos indexatorios, defensivos, remarcadores o acumuladores se propagan entre muchas más personas que los capos de la City.

**

Y con la Massa dando: Ante la partida de Guzmán, Fernández manifestó que no habría cambios en la política económica como informó esta columna el domingo pasado.

Se partieron las aguas dentro del Frente de Todos (FdT) sobre la perspectiva de rearmar el Gabinete incluyendo rediseño del organigrama. El presidente, narran los contados funcionarios cercanos que lo acompañaron el domingo, jamás aceptó esa idea que cuenta con importantes propulsores dentro del Frente de FdT. Juzgan imprescindibles más relevos, relanzamiento de la gestión, cambios de políticas. Nota al pie: este cronista opina igual.

Fernández en cambio se inclinó por cambiar “jugador por jugador en el mismo puesto” como hacen tantos técnicos de fútbol cuando la tribuna les pide que mueva el banco. “Si no se iba Martín, no había cambios”, razonó con su entorno.

La propuesta de un esquema nuevo, bajo el mando de una figura entrante que comandara Jefatura de Gabinete, Economía y la AFIP entre otras reparticiones circuló como reguero de pólvora en los medios y en los corrillos políticos. La promovía el presidente de la Cámara de Diputados Sergio Massa. Cuando un relato se repite de modo similar en espacios muy diferentes, es claro que tiene una usina de origen

Massa se mocionaba como el timonel de la crisis si se le permitía tomar el mando. Socio minoritario de la coalición, procuraba valorizar su capital accionario. Arriesgaba mucho dando ese paso, argumentaba que era la solución deseable. Allegados fieles del presidente aseguran a este cronista que Massa jamás verbalizó la propuesta durante las numerosas horas que pasó en la quinta presidencial. Ojo al piojo: todes la conocían. El presidente, conforme los mismos narradores, no la tuvo en cuenta.

Personas cercanas a Cristina Kirchner deslizan que Massa no la conversó por teléfono con la vice.

En la interminable velada dominguera la movida se dio por concretada en unos cuantos quinchos o programas de radio y tevé. Quedó en latencia, Massa no insistió de ningún modo. Se quedó con la patente de invención, su nombre está instalado.

Con el tiempo se develará si la jugada entró en el pasado o hiberna a la espera de otra convulsión. O de un cambio de parecer presidencial.

**

Entre el sueco y lo que importa: El politólogo sueco que hace su tesis de postgrado sobre la Argentina cafetea con este cronista. Y pregunta, cándido o mordaz… quién sabe. “El PBI crece, como el consumo. Mejora el empleo, de a poco. A los exportadores las va bien. Las actividades que necesitan importar consiguen hacerlo y colocar sus productos, dentro o fuera del país. Las dificultades más graves son la inflación y el bajo valor adquisitivo de los salarios. Ambos problemas se potenciarían con una devaluación aunque llegara en el envoltorio de un programa de estabilización. ¿Por qué hay tantos economistas o analistas que lo consideran necesario, incluso dentro de los heterodoxos?” El cronista cavila, arrastra las mismas dudas.

El punto flaco del razonamiento es cuánto influye la brecha cambiaria en la realidad autóctona aunque su génesis sea un mercado paralelo, minúsculo, manejable por un puñado de garcas. Las célebres “expectativas”. Se supone que una brecha como la del cierre de anteayer es ingobernable. Se pregona, agrega de modo profano quien les habla, que la llamada “economía real” es apenas una parte de los factores que diseñan el funcionamiento del sistema económico…

La carestía de divisas asfixia al Gobierno. La clásica restricción interna que acompaña al crecimiento sobre la que escribieron los economistas Marcelo Diamand hace más de medio siglo y Aldo Ferrer en épocas más cercanas, explica parte del fenómeno. La economía bimonetaria agrega densidad al problema atávico, explica Cristina.

Fallas del gobierno desmejoraron el cuadro. Se cerró bien el grifo del acaparamiento individual de divisas. Pero quedaron canillas abiertas para jugadores grossos. Maniobras de empresas manipulando importaciones y exportaciones. Jubileos de compras en dólares con tarjetas de crédito o en free shops. Cierta dejadez frente a mega compras preventivas de activos en moneda extranjera. Y varios etcéteras.

Las restricciones a la venta de dólares para turismo arbitra una solución de emergencia, necesaria y antipática. Batakis tropezó al anunciarla: si se afectan intereses de gente común hay que afinar el discurso. Chocante arrojar nafta al fuego aunque éste no se extinguiría sin ella.

Ninguna novedad en ese frente… la comunicación oficial fracasa a menudo, la semana pasada se ubicó entre las más rústicas. Absurdos, lesivos, el registro y el momento escogidos por Guzmán, absurdos. La conferencia de prensa en Olivos, frustrada por un mini cacerolazo. La obstinación colegiada en preferir entrevistas por los medios en vez de un discurso medido, pensado, escrito, releído, grabado. El abecé de la comunicación no alcanza para resolver las crisis pero a veces instala un airbag. La improvisación ansiógena ahonda los daños.

***

El legado y la caída: Lo salida de Guzmán forma parte de su legado, lo degrada. Cualquiera hace leña del árbol caído y en la volteada cae en bloque la política económica desde 2019 que merece un juicio más matizado que la renuncia del exministro.

En sintonía con el Gobierno de Alberto quizá su mejor etapa fue la inicial comprendiendo el comienzo de la pandemia. Batakis explicó bien su preferencia por el equilibrio fiscal. El Estado no debe quedar con superávit, la plata que excede el equilibrio tiene que gastarse o invertirse. El presidente Néstor Kirchner, con jerga menos técnica, pensaba lo mismo.,

La emisión deficitaria vale como política contra cíclica, en recesión o malaria. El albertismo emitió plata a lo pavote durante el Aislamiento Social Obligatorio (ASPO) para solventar los Adelantos para el Trabajo y la Producción (ATP) y el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). Transferencias de dinero a las empresas para que pudieran pagar los sueldos en cierre o recesión. O para los laburantes sin conchabo o con ingresos nimios.

Uno de los errores del equipo económico consistió en sobreestimar la reactivación desde comienzos de 2021, antedatarla. Achicar el gasto prematuramente. Confiar en un despegue veloz al que se sumaría la victoria electoral. Con ese horizonte se ralentizó el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Los Guzmán-boys y el Alberto team niegan esta descripción pero así fue…

La recaudación impositiva constituye otro logro. Veintidós meses consecutivos de suba a valores constantes. La elevación de las alícuotas del impuesto a los Bienes Personales para activos ubicados en el extranjero marcó un mojón iniciático. Se lleva recaudado más dinero con esa mejora que con el (igualmente valioso) Aporte Solidario a las grandes Fortunas, tan resistido por los magnates como equitativo.

La inversión en obra pública se coloca entre las más altas de la historia reciente, se expande por las provincias. Una de las consecuencias extrañas y poco analizadas del rechazo al Presupuesto decidido por la oposición es que los ministerios van resolviendo sus erogaciones de modo algo silvestre, no siempre pactados de antemano con Economía. Los resultados son variopintos, sorprendentes con asiduidad.

La reseña breve pinta un cuadro matizado o eventualmente contradictorio. Las dos trabas más grandes son los precios incontrolables y la correlativa insuficiencia de los ingresos fijos.

El oficialismo, con el presidente a la cabeza, lo reconoce… a medias. Porfía en que “los sueldos de los trabajadores le ganan a la inflación”. Aluden solo a los trabajadores registrados, para empezar. Ni así son certeros. La inflación galopante, mes tras mes, les gana la carrera a casi todos los acuerdos paritarios. Vaya un ejemplo impresionista, fácil de multiplicar. Ayer se congregaron a votar los trabajadores de Comercio, el mayor gremio de la Argentina. Son como dos millones. Conociendo el paño, cualquiera puede apostar que el 90 por ciento de ellos no le emparda a la inflación, ni por las tapas.

El nivel del gasto social se sostiene elevado en base al piso que dejaron los gobiernos kirchneristas… pero no alcanza. La necesidad de un Salario Básico Universal es otro debate interno del FdT. La confianza en el despliegue progresivo de la actual situación económica constituye otro exceso de confianza oficial. Batakis deberá reverlo, más pronto que tarde. He ahí uno de los debates no saldados entre oficialistas. Quedan varios más, por ejemplo el referido a la administración de los planes sociales

Habrá que ver.

**

Incertidumbres a granel: La politóloga María Esperanza Casullo escribió en Cenital: “se trata sobre todo de aceptar que vivimos en un momento en ·que se vuelve imposible pronosticar cómo será exactamente el mundo en un par de años; sólo podemos saber que no será como lo es actualmente”. En una de esas se puede reemplazar “un par de años” por “un par de meses”. Ay.

Creer en continuidades lineales fue uno de los defectos del Gobierno quien dio por terminada la pandemia antes de que estallara la cepa Omicron y por consumada la reactivación antes de palparla.

La guerra en Ucrania causó otro sismo, que tiene pinta de prolongarse.

La Argentina adiciona sus crisis nacionales a las globales. La corona una financiera que pone en riesgo la gobernabilidad. Los rumores desestabilizadores emponzoñan al combo. Voces irresponsables hablan de la renuncia del presidente. Los mitos urbanos arraigan fuerte en nuestras pampas feraces.

La tropelía de Guzmán derivó en un par de beneficios colaterales. La diarquía Alberto-Cristina captó los riesgos, puso en pausa a la interna y la falta de conversación autodestructivas. El aval conjunto a Batakis fue otra buena nueva dentro de un escenario difícil. De cualquier manera, las acechanzas siguen ahí.

El reencuentro entre Alberto y Cristina sacó las papas del fuego. Ojalá el sentido común compartido demarque una bisagra dentro del FdT. Como la comunicación telefónica: no bastará para resolver los desafíos pero será un paso adelante.

Comentá la nota