En el primer día, Javier Milei inauguró un liderazgo inédito y preparó el terreno para su paquete de ajuste fiscal

En el primer día, Javier Milei inauguró un liderazgo inédito y preparó el terreno para su paquete de ajuste fiscal

El presidente ratificó su plataforma de campaña, planteó medidas anti populares y fue ovacionado. El parecido con Carlos Menem. El rol de su hermana Karina. La jura de ministros

Por Federico Mayol

No había pasado nunca.

Nunca un presidente recién asumido había dado su primer mensaje en las escalinatas del Congreso, y no, como se acostumbra, frente al pleno del recinto.

Tampoco pasó nunca que un jefe de Estado trazara en su discurso fundacional una radiografía tan crítica del estado de situación de las cuentas públicas, que pronosticara una severa disparada de la inflación que impactará “en el salario real, la actividad y la cantidad de pobres e indigentes”, que repitiera que “no hay plata” ni “solución alternativa al ajuste” y que los meses que se avecinan “serán duros”.

Lo que tampoco pasó jamás es que, frente a ese relato inaugural, tan crudo y apocalíptico, una multitud lo ovacionara insistentemente y cantara “motosierra, motosierra”, casi como un divertimento.

También es la primera vez que un presidente asume y el juramento de su gabinete no se transmite oficialmente, por tratarse, según las nuevas autoridades, de un acto “íntimo y privado”.

No había pasado nunca que un presidente le realiza en la empuñadura de su bastón presidencial un homenaje tallado a sus cinco perros, con el rostro en plata y el nombre de cada uno de ellos: Conan, Murray, Milton, Robert y Lucas, un detalle que incluso sorprendió a Cristina Kirchner, que estalló en una carcajada.

La hermana de un presidente no había tenido hasta ahora un rol tan preponderante en el esquema de toma de decisiones. “She is the boss”, la presentó Javier Milei a su hermana Karina en el encuentro bilateral que mantuvo este domingo por la tarde en Casa Rosada con su colega Ucraniano, Volodímir Zelenski. “El jefe”, como la llama, recién designada secretaria General, no se despegó ayer ni un minuto de su hermano: lo acompañó desde el hotel Libertador hasta el Congreso, después en un auto descapotable hasta la Casa Rosada, más tarde en la ceremonia interreligiosa en la Catedral metropolitana y luego en la gala del Teatro Colón. Karina Milei es el engranaje clave del proyecto libertario, el sostén emocional del flamante presidente.

Fue la primera vez, además, que Zelenski, en guerra con Rusia desde febrero del año pasado, pisó América Latina, un suceso único motivado por la asunción de un presidente sin precedentes en la historia argentina.

A la misma hora en que Zelenski conversaba con el jefe de Estado, Santiago Peña, el presidente de Paraguay, brindaba en una reconocida parrilla de Costanera tras su paso por Casa Rosada para los saludos protocolares. En campaña, el jefe del Estado paraguayo había dicho que no le compraría ”un auto usado” a Sergio Massa.

Es que Milei ya hizo historia. En dos años, sin estructura ni financiamiento desmedido, capitalizó el hartazgo social con el sistema político, al que patentó como “la casta”, hasta llegar a la Presidencia. Su estilo de conducción inaugurado ayer es una incógnita. No hay precedentes. Es un verdadero enigma además hasta qué punto la sociedad tolerará el paquete de reformas que el presidente oficializó que planea ejecutar de manera inminente, pero es una novedad que los miles de simpatizantes que este domingo se acercaron al Congreso para escuchar al nuevo jefe de Estado hayan aplaudido un anuncio tan descarnado.

Milei no mintió, y eso también es nuevo: ayer, en su primer discurso, repitió, incluso con mayor brutalidad, el mismo libreto que había recitado durante la campaña. “Ya no hay vuelta atrás. Es el punto de quiebre de nuestra historia. Un recorte de 5 puntos del PBI que caerá casi en su totalidad sobre el Estado y no sobre el sector privado. No hay solución alternativa al ajuste. Lamentablemente tengo que decírselos de nuevo: no hay plata. Habrá estanflación, impactará en el salario real, en la actividad y en la cantidad de pobres e indigentes. Es el último mal trago para comenzar la reconstrucción de Argentina. Sabemos que será duro. No nos han dejado opción. En el corto plazo, la situación empeorará. Prefiero decirles una verdad incómoda antes que una mentira confortable”, enumeró el jefe de Estado desde las escalinatas del Congreso.

Fue más parecido a Carlos Menem, “el mejor presidente, por escándalo”, según resaltó Milei en más de una oportunidad, que a Mauricio Macri, que ayer, una vez finalizado el discurso inaugural, escribió en sus redes: “No le sacaría ni una coma a su discurso en el Congreso, no puedo estar más de acuerdo con sus palabras de hoy”.

En 1989, en su primer mensaje frente a la asamblea legislativa, Menem fue casi tan crudo como el nuevo presidente en su análisis sobre la situación heredada. “No traigo en mis palabras promesas fáciles ni inmediatas, no traigo el simplismo demagógico, no traigo la simulación ni el engaño, yo llego con la realidad sobre mis espaldas, que siempre es la única verdad. Solo puedo ofrecerle a mi pueblo sacrificio, trabajo y esperanza. Seré el primer argentino a la hora de la austeridad, de poner el hombro, de apretar los dientes. No existe otra manera de decirlo: el país está mal, está un tanto arrasado, el legado que estamos recibiendo es el de una braza ardiendo entre las manos, el de una realidad que quema, que lacera, que mortifica, que acosa, que urge solucionar. La inflación llega a límites escalofriantes”, desmenuzó por entonces el riojano.

En diciembre del 2015, por consejo de Jaime Durán Barba y otros colaboradores que aseguraban que buena parte de la sociedad no estaba dispuesta a escuchar malas noticias, Macri había sido mucho más edulcorado en su mensaje inaugural. Desoyó, además, el consejo del gurú ecuatoriano, que le sugirió eliminar la AFI, una promesa que Patricia Bullrich si formuló durante esta campaña. La decisión de Milei en torno al rol de la Agencia Federal de Inteligencia todavía no se confirmó oficialmente, pero trascendió que Silvestre Sívori, un abogado que trabaja con el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, se preparaba en estas horas para desembarcar en ese lugar. Al menos así lo confiaron anoche en el entorno del abogado que estuvo a cargo de la transición.

Con su discurso de ayer al mediodía, Milei preparó el terreno para la ejecución de un ajuste del déficit fiscal de 5 puntos del PBI, una decisión que proyecta una seria conflictividad social y consecuencias impredecibles. Anoche, se especulaba todavía con las primeras medidas, y los asesores legales del jefe de Estado estudiaban el paquete de leyes que prevé enviar al Congreso.

“Ajustar 1 punto del PBI es sinónimo de conflicto social. Imaginate 5″, aseguró a este medio un asesor de Massa que conoce los entretelones del desayuno que el ex ministro de Economía y el mandatario mantuvieron hace dos domingos. En ese encuentro, que se extendió por varias horas, Milei estuvo acompañado solo por su hermana Karina.

En la negociación de esa batería de leyes que pretende mandar al Congreso, la debilidad parlamentaria de La Libertad Avanza también es una novedad: nunca hubo un presidente con ambos bloques en el Parlamento tan escuálidos. Tal vez por eso Milei evitó ayer divulgar nombres propios: “No es mi tarea señalarlos (a los responsables)”, dijo.

“El nuestro no es un proyecto de poder, es un proyecto de país”, subrayó enseguida en las escalinatas del Congreso. De ser cierto, eso tampoco había pasado nunca.

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