Doma, ajuste y represión, tres pilares de la narrativa oficial de diseño, que triunfa aunque hace agua. Contradicciones son votos en la Argentina fragmentada.
Por Marcelo Falak
Javier Lanari, número dos de Comunicación del gobierno de Javier Milei, no se equivocó al publicar una foto que mostraba, en el asiento trasero de un auto, a Toto Caputo, a la formalmente libertaria Patricia Bullrich y a Manuel Adorni con este texto: "Se juntaron el ajuste, la represión y el arte de la doma. Exactamente lo que la Ciudad necesita…".
El funcionario, difusor relevante de la cuidadamente desprolija narrativa oficial, posteó un mensaje que, bajo cualquier parámetro de racionalidad, sería piantavotos. El caso es que no es así.
El inicio del ciclo electoral del caos –aparente, porque, en verdad, está minuciosamente planificado– es inminente. Este domingo se llevarán a cabo los comicios locales en Salta, Jujuy, Chaco y San Luisy el subsiguiente, 18, los de la Ciudad de Buenos Aires, para la cual Lanari recomendó ese cóctel de alto impacto. Llega la hora.
El caos fríamente calculado de Javier Milei
Días atrás, a propósito de la campaña sistemática puesta en marcha contra "los periodistas" por Milei y su Ministerio del Odio –parte sumergida y más voluminosa, como en un témpano, del aparato de comunicación de la extrema derecha–, este medio citó el libro Los ingenieros del caos, de Giuliano da Empoli, en referencia a la política de la indignación hecha plan y a sus efectos corrosivos sobre la democracia tal como la concebimos. Cabe volver sobre el ensayo para dar cuenta de su dinámica.
La nueva política "no consiste ya en unir a la gente en torno a un mínimo común denominador, sino, en cambio, inflamar las pasiones del mayor número posible de grupúsculos y sumarlas a continuación, incluso sin que estos lo sepan. Para conquistar una mayoría, su idea no es converger hacia el centro, sino aglutinarse en los extremos", explica.
Según el autor, uno de quienes mejor han explicado este fenómeno, "al azuzar la ira de cada grupúsculo sin preocuparse por la coherencia del conjunto, el algoritmo de los ingenieros del caos diluye las viejas barreras ideológicas y rearticula el conflicto político sobre la base de una oposición maniquea entre el 'pueblo' y las 'élites'".
Lanari queda explicado y lo que viene, también.
La nueva "normalidad" en la Argentina de Javier Milei
En un sistema de partidos fragmentado, el Ministerio del Odio sigue el libreto de la polarización extrema, ya aplicado en muchos países. Es más, hasta hablar de partidos resulta excesivo, puesto que la descomposición de la política que engendró el fenómeno Milei debería, con mayor precisión, hacer referencia a facciones desordenadas.
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En tal contexto, refractario a la construcción de grandes mayorías y en el que hace falta mucho menos que eso para hablar de triunfo, cobra especial sentido la consolidación del núcleo duro, la sumatoria de los grupúsculos.
Así, adquiere sentido que se presente el combo de "ajuste, represión y doma" como una oferta irresistible, que el Presidente y sus usinas difusoras no dejen de machacar con la incitación a la violencia contra "los periodistas" –atención a los que lo bancan: la ola puede envolverlos también a ellos– y que el mandatario llore de emoción y abrace a Los Picantes del equipo económico tras el "logro" de un nuevo endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Lo anormal es la nueva normalidad.
La fragmentación política que sustenta esa estrategia queda asegurada ante el vacío que deja la oposición –la peronista; ¿hay otra, acaso, salvo la minoritaria izquierda combativa?– con sus fracturas, probablemente inevitables y hasta necesarias, pero relevantes en un contexto como el actual.
¿La Libertad Avanza hacia el fin de la realidad?
Ser oficialismo suele dar ventajas enormes, sobre todo en medio del desierto. ¿Qué se pretende? ¿Que una mayoría vote por un desgobierno suicida?
La estrategia de los "ingenieros del caos" de La Libertad Avanza (LLA), ya probada en muchos países, desafía el criterio tradicional de que el voto responde, fundamentalmente, a las condiciones de vida. "En la política cuántica la realidad objetiva no existe", señala Da Empoli, que hace una analogía con la física cuántica, la teoría que puso en crisis el paradigma newtoniano de la mecánica clásica al explicar el universo a partir del comportamiento de partículas subatómicas (grupúsculos, facciones). Para el sociólogo francés, aquella "realidad objetiva" está compuesta por hechos y consignas contrapuestos y, por eso, resulta irracional e impredecible.
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Sin embargo, desafío no equivale necesariamente a cancelación, lo que plantea, en el ciclo electoral en ciernes, una carrera entre lo "cuántico" y el viejo patrón del "primer metro cuadrado".
Si, como dice Milei, "el ajuste es popular", eso se debe a la sucesión de años y gobiernos que sólo aseguraron desorden inflacionario, estancamiento productivo, seguridad deficiente en territorios populosos, servicios públicos de calidad discutible y convivencia conflictiva entre el derecho a protestar y a circular en el espacio público. ¿Qué, de todo eso, ha solucionado Milei?
Si "el ajuste es –parcialmente– popular" es porque una cantidad elevada de personas está dispuesta a realizar un sacrificio que en lo inmediato le ordena la vida, aunque sea inequitativo y en el fondo no se la resuelva.
Lo dicho no despeja las incógnitas que se esconden en el futuro inminente. Sólo ayuda a pensarlas.
Las mil caras de la economía de Javier Milei y Toto Caputo
El INDEC dará a conocer el índice de inflación de abril el próximo miércoles 14, después de los comicios de Salta, Jujuy, Chaco y San Luis y justo antes de los de la la Ciudad. Los indicios apuntan a un índice menor que el 3,7% de marzo y, según C&T Asesores Económicos, posiblemente un punto menor a aquella cifra. El resto de las consultoras ubica sus proyecciones entre esos polos.
Milei y Caputo podrán decir que lograron retomar el sendero de la desinflación y que evitaron que impactara la devaluación –modesta– validada tras el acuerdo con el FMI.
Más allá de las morenistas presiones oficiales sobre formadores de precios de diferentes sectores, es probable que ese influjo se haya agotado con las expectativas devaluatorias de marzo. Sin embargo, la decisión del Gobierno de pisar nuevamente las paritarias, la languidez de los ingresos populares y la falta de signos vitales del consumo también entran en la ecuación. De nuevo: ¿relato de la política cuántica o metro cuadrado?
Otros indicios de agotamiento del ilusionismo financiero de Toto Caputo resultan menos inteligibles para el votante promedio: la inflación, bien leída, no decrece desde hace más de un semestre, los salarios y el consumo no levantan y, todavía más lejos, el atraso cambiario no se corrigió y el Banco Central renuncia, en clave bien populista, a acumular reservas.
Toto Caputo lo hace otra vez
Como en la previa de 2018, cuando el otra vez ministro ayudó a armar una crisis que en condiciones normales debería haber terminado con su carrera política, el mercado desconfía: la calificadora de riesgo Moody's se declaró dispuesta a mejorar la calificación crediticia de la Argentina, pero paso a paso, mientras se despeja, justamente, la incógnita de hasta dónde pretenden llegar Milei y Caputo con la política de pisar el dólar para fingir una desinflación mayor que la real.
En ese sentido, el blanqueo blue que el jefe del Palacio de Hacienda sondea con indicios a cuentagotas en los medios suena más a desesperación por dólares que siguen faltando que a plan y suma más incertidumbre.
Agujeros en el relato inverosímil de La Libertad Avanza
Si se trata de política cuántica y de relatos –incluso contradictorios entre sí– para atraer a pequeños grupos, un elemento central de la narrativa oficial entra en crisis: su supuesto compromiso con la transparencia y su lucha a favor del "pueblo" y en contra de los intereses de la casta.
Semejante pretensión es inverosímil a poco que se recuerdan las denuncias de compra de cargos en las elecciones de 2023, el entornismo alevoso de empresarios y lobbies, la grosera incoherencia de ciertas declaraciones juradas, el Libragate y –ahora– la aparición en la SIDE de dinero carente para verdaderas urgencias. Sin embargo, el cuento hasta acá ha funcionado, decorando lo central: el presunto éxito de la economía de Milei. Hasta ahora.
El escándalo desatado en el PAMI y los dichos sobre desvíos de "la plata de los jubilados" hacia la caja de LLA hacen cada vez más ruido. Para peor, impacta de lleno en el corazón del poder, toda vez que una de las denunciantes, Viviana Aguirre, señaló que hizo llegar sus denuncias a Javier y a Karina Milei, siendo ignorada por el primero y bloqueada por la segunda. Hay causa penal; ¿querrán los investigadores avanzar sobre los chats que guarda el teléfono de la exfuncionaria platense?
En el caso destella una interna con potencial de romper el "triángulo de hierro": las acusaciones, voceadas por los troles de Santiago Caputo, apuntan directamente contra Sebastián Pareja, el referente bonaerense de Karina M.
En casa de herrero, cuchillo de palo: los beneficiarios de la política del odio se enzarzan en una guerra ruidosa con los ingenieros que la producen.
¿Alcanzaría con un apoyo oficial a la "ficha limpia" en el Senado, un proyecto flojo de papeles que tiene como finalidad descollante sacar de la cancha a Cristina Fernández de Kirchner, para sacudir esos enchastres? ¿Dará el paso LLA después de tantas señales confusas?
Paños fríos a la fiebre inflacionaria que dejó el peronismo, circulación sin piquetes, espejismos económicos, relatos triunfalistas, estrecheces cotidianas, vocaciones de transparencia inverosímiles… La política cuántica estalla en el inicio del ciclo electoral.
¿El metro cuadrado todavía existe?
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