El oficialismo pierde el rumbo en plena campaña

El oficialismo pierde el rumbo en plena campaña

Por: Nelson Castro. Los casos Spagnuolo y Espert golpean la credibilidad de Javier y Karina Milei. La interna se desordena.

El Gobierno transita por un momento de tribulaciones continuadas. La zozobra parece no tener fin. A la compleja situación económica –el efecto Trump parece haberse diluido– se le agregan los problemas puntuales que golpean a protagonistas claves de su elenco. Los audios de Diego Orlando Spagnuolo hablando sobre coimas pedidas a la droguería Suizo Argentina para ser destinadas a Karina Milei horadaron la imagen de honestidad del Gobierno y tuvieron un efecto muy negativo sobre la performance electoral de La Libertad Avanza en las elecciones distritales del 7 de septiembre pasado para la provincia de Buenos Aires.

Las consecuencias adversas del caso que, dicho sea de paso, muestra un escasísimo avance judicial, las sigue viviendo Karina Milei en carne propia: el miércoles pasado fue abucheada en el Movistar Arena por gente que le endilgaba el quedarse con el ya famoso “tres por ciento”. Hay dudas entre los propios. A esa saga se le ha sumado esta semana la del diputado José Luis Espert, cuya situación en la campaña y en la presidencia de la Comisión de Presupuesto de la Cámara baja se hace insostenible. Su falta de respuesta ante cada una de las diez veces que Pablo Rossi le preguntó en su programa de A24 sobre si había cobrado los también ya célebres 200 mil dólares provenientes de un pago de Fred Machado, acusado por la Justicia de los Estados Unidos por narcotráfico y lavado de dinero, y el posterior y malísimo intento de explicación dado el jueves por la noche, no hicieron más que hundirlo. Tampoco pudo responder en el mismo espacio al periodista Santiago Fioriti. La documentación publicada en diarios, difundida en radios y mostrada en todos canales de televisión y streaming demolió todos y cada uno de sus argumentos con una contundencia implacable. Los libertarios de la primera hora están furiosos. “Parecemos un equipo amateur. El papelón en los medios no tiene vuelta atrás. ¿Para qué se expuso? Él sabía que había fotos y videos. ¿No lo pensó?”, se preguntan por estas horas en el elenco violeta.

Por ello, el único camino posible que le queda a Espert para evitarle al Gobierno males mayores es bajarse de la campaña. Le va a ser imposible evitar hablar de este tema tan oscuro y sospechoso en cualquier lugar en el cual se presentare. La oposición –con razón– continuará asestándole golpes uno tras otro. Salvo un imponderable, que no se ve hoy en el horizonte, esto le pone también fin a su aspiración de ser candidato a la gobernación de la provincia de Buenos Aires.

El único sostén del “Profe”, como lo llama, proviene de Javier Milei. En el gabinete nadie lo quiere. Santiago Caputo no lo quiere: la hermana del Presidente, tampoco. Patricia Bullrich fue la primera en sostener públicamente que debía dar explicaciones más allá de algún intento posterior de bajar la intensidad. La ministra es experta en detectar el cambio de los vientos. Esto refleja también la nebulosa en la que está sumido el oficialismo todo. No hay directiva que se siga de forma orgánica, socavando –al mismo tiempo– la palabra del propio presidente. Cada uno dice lo que le parece y cuando le parece. Las contradicciones son enormes.

El Gobierno ha perdido el aura angelada que lo acompañó sorprendentemente durante los primeros 19 meses de gestión. Esa pérdida se refleja, entre otras cosas, en esa falta de timing y de adecuada evaluación de la realidad. Un ejemplo de ello lo dio en la media mañana del viernes el vocero presidencial, Manuel Adorni, cuando anunció un plan de mejoras para el Hospital Garrahan de 30 mil millones de pesos. ¿Hacía falta esperar que se revirtiera el veto presidencial al presupuesto para el hospital, para que saliera esa ayuda? ¿De quién fue la idea de maltratar sistemáticamente al personal que allí se desempeña? La motosierra que le fue útil en la construcción inicial hoy parece condenarlo.

Lo mismo se aplica para el caso de Mauricio Macri, a quien Javier Milei y su hermana maltratraron de todas las formas posibles. Resulta que ahora Macri adquiere un relieve muy importante como dador de gobernabilidad ante la eventualidad de un mal resultado electoral el próximo 26 de octubre. En ese sentido, el tema de la gobernabilidad fue un reclamo directo de las autoridades del Fondo Monetario Internacional que, a tales fines, le exigieron a Milei acuerdo con el expresidente y con los gobernadores que aún tienen afinidad con él y con quienes se peleó. Dentro del PRO la actitud colaborativa –una vez más– de su ĺlíder divide las aguas. Hay quienes sostienen que no tiene sentido “subirse a un avión que viene perdiendo altura y sin un motor”.

Del otro lado están los que tienen una mirada maquiavélica del asunto: “No es momento de venganzas infantiles. Milei sabe que no tiene margen de maniobra, esta vez su actitud deberá ser distinta o el barco se hunde”.

La realidad es todavía más exigente. La Libertad Avanza deberá cerrar acuerdos con los gobernadores luego del 26. Si alcanza un resultado ajustado o mínimamente favorable, necesitará de acuerdos variopintos para obtener una seguridad que el macrismo solo no le puede garantizar. Volveremos a ver al ministro Guillermo Francos conduciendo la ambulancia para socorrer a los heridos que se han quedado por el camino. El cachetazo de la política es una enseñanza que Milei no debería olvidar jamás.

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