La dirigencia PRO busca responsables del fracaso electoral en CABA y apunta contra los Macri. Cristian Ritondo remonta las negociaciones por un frente con LLA con autonomía del expresidente. Las condiciones de la alianza, en debate.
María Cafferata
La noche de su primera derrota en la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri se bajó del escenario sin hablar, se tomó un auto hasta TN, pidió tiempo para reflexionar y, acto seguido, se subió al primer avión con destino a Europa. No volverá hasta dentro de dos semanas. Apenas sí dejó dicho que Cristian Ritondo tenía “mandato” para negociar un frente con su verdugo: un rol que Ritondo viene cumpliendo por cuenta propia hace ya meses sin pedirle permiso. Con un último gesto, Macri confirmaba, así, su propia prescindencia en el futuro del partido que fundó hace 17 años.
El PRO salió tercero en su bastión histórico y Macri quedó en shock
“El PRO ya existe. Milei ganó la interna de la centro derecha, y ahora solo es cuestión de esperar a ver cómo decanta la reacción de Macri”. La reflexión de un dirigente de la mesa chica del PRO se expandió como una mancha venenosa en el día después de la derrota. Con Macri fuera del país y la mitad del partido sumido en la perplejidad por el resultado electoral, la resaca del fracaso tenía a la dirigencia PRO sumida en un polvorín de justificaciones, recriminaciones internas y pases de factura. Y a excepción del núcleo duro macrista, la mayoría de los reproches terminaba recayendo siempre sobre las mismas dos personas: los primos Macri.
A Jorge Macri le cuestionaban, por sobre todas las cosas, haber desdoblado la elección local. Esta maniobra no solo no había evitado la nacionalización de la contienda, sino que había terminado exponiendo la debilidad del PRO en la ciudad que gobierna hace 20 años. “Para adelantar tenés que tener una gestión que brilla, un frente electoral sólido y una buena candidata. No tenías ninguna de las tres cosas”, masculla un dirigente porteño que viene amagando con pintarse de violeta.
El factor Larreta había sido clave, en eso todos coincidían: si el ex jefe de Gobierno porteño no hubiera jugado solo, argumentaban, el PRO podría haber cerrado la elección con un poco más de 20 puntos. “Tercero pero dignos”, graficaban en el partido amarillo. Pero más allá de esa coincidencia, la responsabilidad de esa “traición”, tal como la definen, variaba según a quien se le preguntara. En el macrismo duro, por ejemplo, sostienen que es todo culpa de Horacio Rodríguez Larreta. Pero no así en el resto del partido.
Los más críticos, por el contrario, vuelven a apuntar los cañones contra Jorge y su estrategia fallida. El primo Macri, argumentaban, no sólo no había logrado cerrar a Larreta en la lista, sino que había sufrido la fuga de todos los ex aliados de Juntos por el Cambio, como la Coalición Cívica, el radicalismo, Confianza Pública e, incluso, el bullrichismo. “Se quedó sin Juntos y sin el Cambio”, resume un peso pesado del PRO.
Detrás de todos los cuestionamientos a Jorge Macri y al asesor catalán Antoni Gutiérrez-Rubí se escondía, sin embargo, la verdadera acusación: Mauricio no había percibido el cambio de época, había depositado su confianza en un voto PRO que ya no existía y, en consecuencia, Karina Milei le había dinamitado la marca. La derrota era tan tremenda, tan inapelable, que no había vuelta atrás: algo tenía que cambiar.
Para algunos, los menos catastrofistas, ese “algo” podía ser el Gabinete porteño. Durante el lunes, muchos le echaban el ojo a César “Tuta” Torres, el secretario de Atención Ciudadana y el responsable del vínculo con las comunas. Otros, en cambio, pedían mesura. “Hay que meterse de lleno y mejorar la gestión y listo. La cosa no va a mejorar por cambiar a un funcionario”, deslizaban desde Uspallata, en donde niegan que vaya a haber modificaciones en el gabinete de Jorge de Macri.
Para el ala más crítica del PRO, sin embargo, esos cambios no eran suficientes. “No fue solo la mala gestión, es él, es Milei. Este es el tsunami de Milei, como Menem en los 90’”, grafica un dirigente bonaerense que trabaja, junto a Ritondo, para cerrar un acuerdo con LLA en la Provincia de Buenos Aires. Para este sector, la única salida posible es acordar con Karina en la Provincia o perecer.
La danza bonaerense
Los acuerdistas del PRO, un grupo variopinto que incluye figuras como Diego Santilli, Cristian Ritondo, Guillermo Montenegro o Alejandro Finocchiaro, observaron con atención el discurso de Manuel Adorni del domingo. “Fue leído, ¿viste?”, señalaba, irónico, un armador bonaerense que sabe que, detrás del texto, había estado la mano avispada de Santiago Caputo.
El asesor todoterreno se había estado whatsappeando con los dirigentes amarillos en las noche del domingo: quería saber cómo sería el discurso de derrota. Esa noche, desde el búnker en la calle Balcarce, sus socios aliancistas en el PRO lo tranquilizaron: Mauricio no hablaría y Jorge daría un discurso amigable, poco belicoso. La respuesta del búnker libertario en el Hotel Libertador no tardó en llegar: Adorni, en su discurso triunfal, habló de “tábula rasa” y convocó a todos los dirigentes “que comparten nuestra agenda” a sumarse a las fuerzas del cielo.
El mensaje tenía un destinatario y no era Macri. Era el ritondismo, un sector del PRO que nunca dejó de conversar con Karina y Caputo. Ni siquiera durante los momentos más álgidos de la campaña. Esta semana se espera que haya una nueva reunión con algunos de los emisarios de Casa Rosada, sea Caputo o Sebastián Pareja, el armador karinista en PBA que se encuentra, de momento, en una guerra abierta con las huestes de Caputo. En el PRO no le quieren poner fecha ni hora, pero admiten: “Va a haber reuniones”.
Para el ala acuerdista del PRO la alianza con LLA es inevitable. La alternativa, insisten, es la desaparición política. Es por este motivo que Ritondo y Santilli se mueven con autonomía de Mauricio hace ya varios meses. Si bien el jefe de la bancada PRO reporta a Macri, lo hace con el hecho consumado: el expresidente se entera varios días después de las conversaciones y reuniones que Ritondo tiene en la Casa Rosada. Y, a veces, directamente no se entera. Ritondo es un cuentapropista que responde solo a sus compañeros en el PRO bonaerense, un primus inter pares del conurbano que negocia en nombre del todo –Mauricio Macri– pero sabedor de que a LLA solo le interesan unos pocos.
Para este sector, sin embargo, la derrota del domingo no fue gratuita. “Arrancamos con menos cinco. ¿Cómo le vendemos a Caputo que nuestra marca vale ahora?”, suspira un armador bonaerense que admite que las acciones del PRO cayeron y, en consecuencia, las condiciones del acuerdo serán más perjudiciales. Pero el acuerdo se cerrará, tarde o temprano. Y lo cerrarán ellos con Casa Rosada.
Mauricio Macri, advierten, será un testigo renuente o se quedará solo. No hay otro camino.
Comentá la nota