Alberto Fernández viaja a la India para participar de su último G20, mientras crece la tensión diplomática entre EEUU y China

Alberto Fernández viaja a la India para participar de su último G20, mientras crece la tensión diplomática entre EEUU y China

Cuando ya está confirmado que Xi Jinping y su socio Putin no participarán de la cumbre multilateral, el Presidente partió desde Ezeiza rumbo a Nueva Delhi con la intención de defender la inclusión de Argentina en los BRICS, proponer nuevas reglas de juego en el sistema financiero internacional y alertar sobre las consecuencias económicas del cambio climático

Por Román Lejtman

Alberto Fernández y una mínima comitiva integrada por funcionarios de su extrema confianza partió esta madrugada desde Ezeiza rumbo a la Cumbre del G20 en Nueva Delhi, que tendrá en las ausencias de Vladimir Putin y Xi Jinping una respuesta directa a la decisión geopolítica de Joseph Biden de apoyar a Ucrania en la guerra contra Rusia y fortalecer a la India como aliado regional ante la ambiciosa agenda geopolítica de China.

Tras hacer una escala técnica en África, el Presidente aterrizará en el aeropuerto internacional Indira Ghandi, que ya se ha transformado en una fortaleza militar y en un pegajoso ejemplo de culto a la personalidad: decenas de soldados con ametralladoras han sido desplegados en todas las salidas para proteger a las delegaciones que llegan al G20, mientras la imagen de Narendra Modi -el primer ministro indio- se reproduce casi al infinito en todas las carteleras de la gigantesca terminal aérea.

Alberto Fernández arribará en la tarde del viernes (hora local) y llegará acompañado por el canciller Santiago Cafiero, la vocera Gabriela Cerruti, el embajador argentino en Estados Unidos y Sherpa del G20, Jorge Argüello, y el secretario General de la Presidencia, Julio Vitobello.

Modi no tendrá una tarea fácil durante las deliberaciones del G20. La sistemática tensión diplomática entre Washington y el tándem Beijing-Moscú se agravó aún más con la decisión de Xi de avalar la inclusión de Argentina, Irán y Arabia Saudita en los BRICS. El líder comunista intenta con este movimiento multilateral reducir el peso de la Casa Blanca en América Latina y el mercado mundial de petróleo, y a su vez balancear la influencia económica y financiera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) a través del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) que cumple órdenes directas de China.

La ola exitista protagonizada por Alberto Fernández y connotadas figuras del oficialismo después de conocerse que Argentina había sido invitada a los BRICS, distrajo la mirada sobre una probable sucesión de efectos geopolíticos que afectarán las relaciones diplomáticas del país con Estados Unidos, Europa y Medio Oriente.

Sin embargo, el Presidente tiene previsto defender la invitación de Argentina a los BRICS durante su participación en la cumbre del G20 que sesionará este sábado y domingo en Nueva Delhi. China y Rusia están enfrentados a Estados Unidos y Europa, mientras que Irán desconoce al estado de Israel y fue el ideólogo y financista de las células de Hezbollah que atentaron contra la embajada israelí en Buenos Aires y la AMIA.

Argentina necesita de Estados Unidos y Europa para pagar al FMI y mejorar su situación económica, y el régimen fundamentalista de Teherán se niega a poner frente a los tribunales federales a los acusados de haber asesinado a 86 personas en la sede la mutual judía.

China tiene una agenda geopolítica orientada a disputar la influencia global de Estados Unidos, y la ampliación de los BRICS funciona como una pieza maestra de ese ambicioso proyecto montado para transformar a Beijing en el Hegemón del siglo XXI.

Xi asume que Rusia, Irán y Arabia Saudita tienen suficiente capacidad para controlar el flujo y los precios del petróleo, en tanto que Brasil y Argentina son países claves en América Latina y proveen millones de toneladas de alimentos alrededor del planeta.

La Casa Blanca presenta a China como su principal adversario global, enfrenta a Rusia por su guerra ilegal desatada contra Ucrania y considera a Irán un peligro nuclear en Medio Oriente. En este contexto, Washington apuntala a la India frente a Beijing, sostiene el esfuerzo bélico de Volodimir Zelensky y actuará de manera directa ante Brasil y Argentina.

Lula da Silva recién inicia su tercer mandato y la economía brasileña no depende del FMI ni de otros organismos multilaterales que Biden puede controlar desde el Salón Oval. En cambio, Alberto Fernández cesa en la Casa Rosada en tres meses y el Palacio de Hacienda respira si el board del FMI otorga los desembolsos programados o la CAF y el Banco Central de China optan por apoyar a Sergio Massa frente a una eventual crisis de los mercados que puede transformar al país en un aquelarre.

Un cartel del primer ministro Narendra Modi levantado en las cercanías del aeropuerto internacional Indira Gandhi

Además de defender el ingreso de la Argentina al foro multilateral, el jefe de Estado considera elogiar la actitud política de Xi Jinping que apoyó al gobierno cuando anunció en los medios oficiales que evaluaba ser socio de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS). Si finalmente Alberto Fernández cumple con ese reconocimiento geopolítico a Xi, el Presidente será un inesperado actor secundario en la disputa diplomática y militar que protagonizan China e India.

Beijing y Nueva Delhi confrontan desde 2020 por los límites de ambos países a lo largo del Himalaya (3.500 kilómetros de frontera), y hace unos días China dio a conocer un “mapa oficial” con una porción de territorio que India considera propio. Este conflicto que ya ha causado muertos y heridos, más la decisión del premier Narendra Modi de exhibir su alineamiento regional con la Casa Blanca, determinó que Xi decidiera faltar a la cumbre del G20.

Es la primera vez que el líder comunista declina su participación en un encuentro del G20 y este paso táctico demuestra el estado de la relación diplomática con India y con Estados Unidos. Xi asume que Modi utilizó la cumbre de Nueva Delhi para fortalecer su liderazgo regional y apuntalar su campaña electoral hacia un tercer mandato consecutivo, y en este contexto el presidente chino optó por zamarrear la agenda política del premier indio.

Junto al agradecimiento presidencial a Xi, Alberto Fernández insistirá en Nueva Delhi con su crítica al sistema financiero internacional. El mandatario cuestiona el rol del Fondo y las sobretasas que cobra a los países emergentes que tomaron créditos por encima de sus participaciones accionarias. Los comunicados finales de las cumbres en Roma y Bali recogieron su postura crítica, pero el board del FMI archivó el asunto tras una discusión formal y guionada.

De todas maneras, el jefe de Estado abrió un surco en la agenda multilateral que se puede profundizar como respuesta del G7 a la ofensiva global de China y sus posibles aliados en los BRICS. Beijing avanza porque el FMI no entiende las necesidades económicas y financieras de los países pobres y medianos ingresos, y ante la falta de recursos esas naciones optan por los yuanes en lugar de los desembolsos del Fondo y sus controvertidas metas técnicas.

Vladímir Putin y Xi Jinping brindan durante una recepción en el Kremlin

Joseph Biden tomó nota del asunto y promueve un cambio de arquitectura financiera que se apoyaría en ciertas reformas a los estatutos del FMI y el Banco Mundial. El Presidente de los Estados Unidos no quiere que China se fortalezca aún más en sus áreas de influencia –América Latina, por ejemplo-, y ante este hecho alienta a que los foros multilaterales –G20 y G7- propongan nuevos objetivos para hacer los funerales a los dos dinosaurios que empezaron a caminar en Bretton Woods.

La cumbre del G20 de la India tiene un leitmotiv con tres conceptos clave: “Una tierra, una familia, un futuro”. Desde esta perspectiva, el jefe de Estado preparó una línea discursiva que incluirá –además de la agenda multilateral y la reforma del sistema financiero- su posición respecto al cambio climático, la guerra ilegal que desató Rusia y sus consecuencias globales vinculadas a la seguridad alimentaria y energética.

Antes que Biden y Lula llegaran al poder, las cumbres del G20 –Hamburgo y Roma- debieron enfrentar las posiciones en contra de la agenda verde que exhibían Donald Trump y Jair Bolsonaro. Ángela Merkel y Macron dilapidaron horas de sus agendas políticas para evitar que el G20 colapsara porque los presidentes de Estados Unidos y Brasil consideraban al Cambio Climático como un cliché romántico del G7.

Ese tiempo opacó ya sucedió, y el comunicado final de Nueva Delhi encontrará a todos los países miembros alertando sobre las consecuencias políticas, económicas y sociales del Cambio Climático. Es decir: habrá un respaldó explícito al acuerdo de París y su defensa de la sustentabilidad de la tierra.

El documento final del G20 se conocerá al promediar la sesión del domingo 10 de septiembre. Los Sherpas de los estados miembros han trabajado durante meses y sólo queda desatar un complejo asunto geopolítico que involucra a las principales potencias. Se trata de la guerra ilegal que desató Putin contra Zelensky.

Durante la cumbre de ministros de Finanzas a comienzos de 2023, se discutió un documento final que señalaba “el inmenso sufrimiento humano” causado por el conflicto en Ucrania y sostenía que la invasión promovida por el Kremlin había exacerbado “fragilidades existentes en la economía global”.

China y Rusia bloquearon estos conceptos promovidos desde el G7 y ya no hubo consenso para lograr un documento final. Ahora, esta situación se puede repetir en la cumbre de jefes de Estado: Biden, Macron y Scholz exigen una condena global a Rusia, mientras que Xi –aliado condicional de Putin- propone lo contrario.

El presidente aparecerá en una posición equidistante. Condenará la invasión rusa, pero hará un planteo político reclamando que Estados Unidos y Europa cesen en la provisión de armamentos, logística, fondos e inteligencia a Kiev.

Será la última vez que Alberto Fernández participe de un G20. La próxima cumbre será en Brasil, y para entonces habrá otro jefe de Estado en la Casa Rosada.

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