Alberto Fernández intenta mostrarse como “líder regional” y hace equilibrio entre Venezuela y EE.UU.

Alberto Fernández intenta mostrarse como “líder regional” y hace equilibrio entre Venezuela y EE.UU.

El Gobierno quiere retener otro año la presidencia de la Celac, que se reunirá el jueves en Buenos Aires; la disputa por el avión retenido en Ezeiza complica el vínculo con Caracas, aunque desde el Gobierno son optimistas

 

Por Jaime Rosemberg

En la calurosa mañana del jueves pasado en Caracas, el embajador argentino Oscar Laborde recibía en la sede diplomática a una treintena de funcionarios chavistas, deseosos por dejar sentada su indignación por el “secuestro” del avión de Emtrasur, adjudicado a la Justicia argentina y al “imperialismo” norteamericano. Casi a la misma hora, en el primer piso de la Casa Rosada, el jefe de Gabinete, Juan Manzur, regalaba sus tradicionales sonrisas a un grupo de legisladores del partido republicano de Estados Unidos, y prometía –en un inglés básico y ante la aprobación del embajador Marc Stanley– afianzar los vínculos con la primera potencia mundial.

Las postales casi simultáneas son parte de la a menudo desconcertante estrategia internacional del gobierno de Alberto Fernández. Una estrategia basada en la permanente búsqueda de transformarse en un “líder regional” que “habla con todos”, y que obliga a combinar gestos hacia Washington (que quien necesita apoyo para evitar el colapso económico) con el histórico vínculo “ideológico” entre el kirchnerismo y el chavismo, renovado en los últimos meses pero opacado por el continuado escándalo del avión retenido en Ezeiza y los continuos desafíos de gobiernos aislados del concierto internacional y aliados de Nicolás Maduro, como la Nicaragua de Daniel Ortega.

En la desordenada y bulliciosa reunión del jueves, y previa consulta con el canciller Santiago Cafiero, Laborde reprochó en duros términos a Pedro Carreño –diputado chavista y cercano al todopoderoso Diosdado Cabello, número dos del régimen– sus insultos al presidente Fernández, al que el “ala dura” chavista califica de “blando” y hasta “cipayo” por su actitud de “dejar trabajar a la Justicia” y que ésta resuelva sobre la eventual conexión del avión y sus 19 tripulantes (iraníes y venezolanos) con actividades terroristas.

Fuentes diplomáticas aseguran que, luego de la escenificada muestra de indignación, Carreño recibió duras reprimendas de sus jefes políticos. “A ellos les conviene también estar bien con nosotros, les servimos para demostrar que el cerco diplomático que impusieron Estados Unidos y la UE está roto”, comentaron fuentes diplomáticas.

Desde la diplomacia nacional también aseguran con buenas dosis de optimismo que Cabello menguó por estos días en las críticas a la Argentina que suele repetir en su programa televisivo “Con el mazo dando”, emisiones al estilo de las interminables arengas que Fidel Castro protagonizaba en la televisión oficial cubana. El escándalo del avión parece lejos de resolverse, con causa judicial abierta y la tripulación aún alojada en un hotel bonaerense, por lo que nadie descarta nuevas manifestaciones de desagrado por parte de Venezuela, cuya incipiente recuperación económica fortalece las aspiraciones de Maduro de continuidad más allá de 2025.

La necesidad de un vínculo aceitado con Maduro que sostenga al Presidente como líder regional –nadie descarta que Fernández “acepte” en enero otro año como titular de la Celac– obliga a más gestos, como la calificación de “democráticos” que extendió a todos los países de la región el subsecretario de Asuntos Latinoamericanos, Gustavo Martínez Pandiani, ante la consulta de LA NACION por Venezuela, Cuba y Nicaragua, durante la presentación de la cumbre de esa comunidad de naciones que se llevará a cabo en Buenos Aires, el jueves.

“Pandiani no es comunista”, ironizaban fuentes diplomáticas, para indicar que el funcionario, referente de política exterior del hoy ministro de Economía Sergio Massa, está mucho más cerca de una postura moderada y hasta cercana a los Estados Unidos que a Maduro, la Cuba de los Castro o la Nicaragua sandinista. De hecho, Pandiani rectificó luego sus dichos y desde Cancillería indicaron que promovió el voto con el que la Argentina condenó este viernes en la OEA al régimen de Ortega en Nicaragua.

Apuesta a la Celac

La cercanía de la reunión de la Celac, de la que participarán funcionarios del chavismo además del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y tal vez el expresidente brasileño Luis Inacio Lula da Silva (ambos de modo virtual), obligó a extremar el cuidado de las formas. “Es una reunión muy importante, los yankees y sus medios afines en Argentina la quieren arruinar”, afirmaron, con lógica kirchnerista, fuentes encargadas de la organización del evento, denominado no por casualidad “el futuro de la integración, unidad en la diversidad”.

En el mismo sentido aparece la defensa cerrada del embajador argentino en China, Sabino Vaca Narvaja, al presidente Xi Jinping, y su ataque a la “provocación” escenificada por la legisladora norteamericana Nancy Pelosi en su visita a Taiwán, que China (aliada estratégica de Cuba y Venezuela) considera parte de su territorio. “Sabino ahora es Gardel, y ahora que se fue (Gustavo) Beliz del Gobierno nos va a ayudar a destrabar inversiones chinas en el país”, elogió sin medias tintas un diplomático cercano al embajador, ligado familiarmente a la vicepresidenta Cristina Kirchner.

Tanta oscilación deja la pelota picando con el arco vacío para la crítica opositora. “La política exterior argentina muestra una gran inconsistencia. Por un lado el embajador en China confunde su preferencia personal con su rol institucional. Por otro, el ministro de Economía prepara su viaje a Estados Unidos para pedir apoyo”, afirmó a LA NACION Fernando Straface, secretario general porteño y referente internacional de Horacio Rodríguez Larreta.

Está previsto que el jueves llegue a Buenos Aires el viceministro para América Latina del Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores chavista, Rander Peña. En la cancillería imploran por lo bajo para que el funcionario no utilice la reunión de la Celac en el Centro Cultural Kirchner para extender las furiosas críticas de sus jefes políticos por el “secuestro” del avión. Y ansían que la postal de unidad le sirva al Gobierno como otro paso en el camino de “liderazgo regional” del Presidente, cucarda destinada siempre a calmar las críticas del cristinismo de paladar negro.

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