Con una agenda limitada y enfocado en la economía, Milei delega la gestión y la política

Con una agenda limitada y enfocado en la economía, Milei delega la gestión y la política

El Presidente decidió no inmiscuirse en los detalles del día a día del Gobierno y se recluyó en las últimas semanas en la quinta de Olivos con escasas actividades oficiales y centrado en la macroeconomía. Se siente más cómodo dando charlas y viajando por el mundo. Hace un mes que no va a las reuniones de gabinete. El armado libertario y las relaciones con la dirigencia quedaron en manos de Karina Milei y el funcionamiento de los ministerios lo lleva adelante Nicolás Posse, el jefe de Gabinete. Santiago Caputo actúa como un enlace para resolver conflictos y se transformó en un asesor todoterreno.

Juan Pablo Kavanagh

Si Javier Milei no asiste a la próxima reunión de gabinete, en teoría el próximo martes 21 de mayo, habrá cumplido un mes desde la última vez que encabezó un cónclave con sus ministros.

Un dato que marca que, a más de cinco meses de su llegada al comando del Estado, no tiene inconvenientes en delegar la gestión y la conducción política. Siempre, con un foco, la economía, y recluido en la quinta de Olivos, donde pasa la mayor parte del tiempo sin una agenda pública visible.

El Presidente se siente a gusto con las charlas y conferencias alrededor del mundo

El Presidente asistió por última vez a la Casa Rosada con el objetivo de ver la cara de sus ministros el pasado 23 de abril. A partir de ese día, los encuentros de los funcionarios del elenco presidencial se sucedieron dos veces por semana pero con Karina Milei, la secretaria general de la Presidencia, y Nicolás Posse, el jefe de Gabinete, a la cabeza.

En Balcarce 50 les restan importancia a los cónclaves y que esté o no el líder libertario, quien hace un culto al hermetismo. “En otras gestiones, directamente ni se hacían reuniones de gabinete”, grafican sobre el encuentro de ministros sin la máxima figura del Poder Ejecutivo.

En el círculo íntimo de Milei se ocupan de no develar qué actividades encara mientras pasa sus días en la residencia oficial.

No hay fotos en sus redes sociales de movimientos ni reuniones. Tampoco se exhibe la agenda oficial. Ante la sola pregunta, en Balcarce 50 las evasivas son constantes y las precisiones escasean. “Milei trabaja de manera permanente en implementar reformas económicas sin la necesidad de contar con la ley Bases”, remarca una voz oficialista sobre el rol del libertario.

Desde el 10 de diciembre, el jefe de Estado solo dejó trascender, mediante imágenes en formato selfie, que se vio en Olivos con el diputado y presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda José Luis Espert, y con Eduardo Serenellini, secretario de Prensa de la Nación, con quien compartió una selfie.

Sin fotografías oficiales mediante, solo convocó una vez a sus ministros en el lugar en el que vive. Fue el 14 de enero, antes de viajar al Foro de Davos. Los funcionarios, acorde a los tiempos de ajuste y del lema “no hay plata”, se pagaron el almuerzo “a la romana”.

Hay más: hasta existe temor entre funcionarios por dar aunque sea algún mínimo detalle de su vida privada y la sola mención de sus perros, como pasó en las conferencias de prensa que dirige Manuel Adorni, cuando se enojó por las consultas sobre el tema.

Los diálogos del jefe de Estado con los dirigentes que ejercen el ala política de la fuerza oficial son pocos, dando una muestra más que “la rosca” es lo que menos preocupación le genera al Presidente.

Entonces, ¿qué rol le sienta cómodo a Milei a poco de cumplir seis meses en el sillón de Rivadavia?

Su foco central está puesto en los números de la macroeconomía. Uno de los funcionarios con quien más dialoga es Luis Caputo, el ministro de Economía, con quien mira, con lupa, el devenir de la inflación, los movimientos del Banco Central y, en esta semana, se puso al hombro la negación de que haya atraso cambiario.

Y exhibir cómo avanza el ajuste en estos meses. No por casualidad celebra el trabajo de Toto Caputo, con la inflación en descenso, y pondera a Federico Sturzenegger, el padre del DNU 70/2023, otro de sus asesores y quien avisó que el “ajuste fiscal que encaró el oficialismo no es doloroso”.

Además de los temas macroeconómicos, le gusta ser un vocero de las ideas libertarias por el mundo, dar conferencias y charlas, como en su reciente gira por España, en la que presentó su último libro, El camino del libertario. Un conferencista con rol de jefe de Estado.

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En lo que refiere a la política, la figura de Karina Milei ganó poder. Porque toma decisiones en todas las áreas del Estado sin consulta previa y además porque ya se está ocupando de la construcción del partido nacional de cara a 2025.

A diferencia de lo que pasó en la campaña presidencial, en la que funcionó en tándem con Carlos Kikuchi, ahora lidera el armado con gente de su extrema confianza.

También se anota fichas en la escena de LLA Santiago Caputo, el asesor predilecto del Presidente, ponderado por propios y extraños ya que le valoran capacidad de gestión, poder de decisión y diálogo con sectores con los que Milei no podría ni siquiera acercarse, como gobernadores, sindicalistas y radicales, dirigentes a quienes el economista desprecia. Caputo combina la política y la gestión.

Aquellos que tienen la posibilidad de hablar con el asesor le reconocen haber destrabado la falta de homologación de acuerdos paritarios, un tema que tenía en vilo a más de un gremialista de experiencia, y la reciente negociación con la UBA para destrabar fondos que garanticen el funcionamiento de la casa de estudios y hospitales que dependen de la institución.

Por su parte, Nicolás Posse se encarga de los números más finos de la gestión y de direccionar, o no, ciertas partidas solicitadas por los ministros.

En las últimas semanas se vio en la Casa Rosada que Milei no está atado al día a día de la gestión, que no suele monitorearla y que desconoce nombres y funciones de dirigentes de primera y segunda línea. Una anécdota que describe a la perfección este cuadro de situación es que el día que tomó la decisión de despedir al secretario de Trabajo por el escándalo de los aumentos de sueldos del Poder Ejecutivo, en marzo pasado, no sabía el nombre de Omar Yasín. El hecho es comentado el día de hoy por interlocutores con la Casa Rosada.

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