Los tres caminos que se le abren a Larreta

Los tres caminos que se le abren a Larreta

En el PRO lo imaginan como el único sobreviviente. Hacerse fuerte desde la Ciudad, conducir los restos del macrismo o proyectar una ampliación hacia el peronismo, las opciones del futuro inmediato.

 

El escrutinio definitivo de las PASO en la Ciudad de Buenos Aires arrojó una diferencia de más de 15 puntos entre Horacio Rodríguez Larreta y Matías Lammens. Ese número, anclado en un contexto de debacle electoral para Cambiemos, permite al jefe de Gobierno hablar, al menos ante sus íntimos, de su distrito como un “dique de contención” ante la crisis. Sus ministros más avezados –y radicalizados- abonan la teoría, pero le cambian la leyenda: “Sobrevivimos a la ola peronista. Todavía podemos mantener amarilla la Ciudad, somos la esperanza”, se sinceró ante Letra P uno de los funcionarios porteños que escuchó el análisis del gobierno en la sede porteña de Parque Patricios, horas después de las elecciones del 11 de agosto.

En los dominios de Larreta se respira un aire de incertidumbre. Tras las PASO, el gabinete porteño –con el alcalde a la cabeza- entró en una fase de introspección para desmenuzar los resultados, relanzar la campaña de cara a octubre y medir el impacto de la crisis nacional. Este último punto llevó horas de análisis para el propio Rodríguez Larreta, que es economista y, en tándem con María EugeniaVidal, intervino en la agenda nacional para designar a Hernán Lacunza como ministro y en la ejecución del plan de medidas para poner algo de plata en el bolsillo del electorado.

Rodríguez Larreta aplicó una batería de medidas similares en su distrito. Se las encargó a su ministro de Economía, Martín Mura, y al titular del Banco Ciudad, Javier Ortíz Batalla. Con el Hot Sale porteño y líneas de créditos blandos para empresas bajo el brazo, el PRO capitalino se sumergió en un trabajo delicado para aumentar la participación electoral –especialmente de los votantes de tercera edad- con la esperanza de zafar del ballotage.

A pesar de este panorama crítico, en la gobernación porteña confían en que retendrán el pago chico PRO. Pero nadie en Cambiemos está para tirar manteca al techo. Si bien Larreta subió, comparado con 2015, en cantidad de votos y esquivó la espiral negativa de Mauricio Macri, un recrudecimiento de la crisis económica podría debilitar su aspiración de liquidar la contienda en octubre y lo llevaría a una riesgosa segunda vuelta.

EL POST. Si Larreta ganara la Ciudad, aventuran en el PRO, se aceleraría un proceso de sucesión interna en el partido que fundó Macri. Además, el alcalde, como único sobreviviente amarillo de la tragedia electoral de Cambiemos, debería encarar un proceso de reagrupamiento con los mandatarios radicales Gerardo Morales (Jujuy) y Gustavo Valdés (Corrientes). También con Alfredo Cornejo, pero el mendocino aún tiene que defender la provincia en septiembrepor medio de su bendecido para la sucesión, Rodolfo “Rody” Suárez.

Rodríguez Larreta quedaría como jefe del PRO y el gobierno porteño funcionaría como refugio de los funcionarios nacionales y bonaerenses que mantienen la intención de seguir haciendo política. A contramano de lo que se especula, no son mayoría. Pero arrancan los pronósticos y las negociaciones. Algunos, incluso, muy a futuro y pensando en la sucesión de Larreta en 2023, una quimera en el escenario que se vive puertas adentro del macrismo tras el cachetazo en las PASO y la incertidumbre frente a los comicios de octubre, con eje en una economía que puede desdibujar –todavía más- cualquier plan a futuro.

 En 2017, el PRO ya craneaba la sucesión de Macri. Hoy, solo Larreta garantiza la supervivencia del espacio y la manutención de algunos dirigentes. Aunque esta gestión la practica desde hace meses: mientras Macri y el jefe de Gabinete, Marcos Peña, tensionaban la cuerda con Emilio Monzó y Rogelio Frigerio, el jefe de Gobierno los escuchaba. Ahora tiene un plan para contenerlos luego del 10D. Trabajan en esa faena el vicejefe de Gobierno, Diego Santilli, y el diputado nacional y nuevo jefe del bloque PRO, Álvaro González.

En el radicalismo miran de cerca los movimientos de Larreta. En el pago chico, el PRO y la UCR porteña terminaron con una guerra fría que duró años y dieron espacio a una pax porteña que se tradujo en la conformación de las listas y podría extenderse al reparto del gabinete del segundo mandato de Larreta. ¿Podrá replicarse ese diálogo con la UCR nacional?

La pregunta rebota en los principales despachos porteños, en especial, sobre quienes imaginan a Rodríguez Larreta con un rol crucial en la oposición al gobierno de Alberto Fernández. Durante los cuatro años de Macri en la Casa Rosada, el alcalde porteño se encargó de tender puentes con el radicalismo, incluso, con el sector díscolo y con los dirigentes que bramaban en público contra la figura del Presidente y su gestión y recibían un trato similar desde la Casa Rosada, aunque en privado.

 Larreta todavía tiene un acuerdo pendiente con Cornejo para avanzar en un Museo del Vino en el barrio porteño de Mataderos, en el que la gobernación de Mendoza está muy interesada. Al mismo tiempo, integró a Martín Lousteau a su armado y entabló una relación distante pero eficaz con Enrique “Coti” Nosiglia, que meses antes se avizoraba imposible. Los diálogos entre Santilli y Emiliano Yacobitti dieron sus frutos. Festeja Larreta, pero también Nosiglia, que cree que se necesitan mutuamente para evitar una explosión del espacio opositor que hoy se conoce como Cambiemos, pero que difícilmente conserve nombre y conformación luego de octubre.

Como contó Letra P, la primera medida será aunar esfuerzos para mantener el interbloque Cambiemos en el Congreso, al menos por seis meses. Mientras, se tanteará el terreno para una inclusión de otros espacios, como podría ser el progresismo.

EL OTRO CAMINO. Ese rol crucial que le imaginan a Larreta como guardián de los votos de Cambiemos es diametralmente opuesto a lo que él espera de sí mismo. El alcalde sabe que, si fuera reelecto, debería tomar las riendas del PRO, pero no aspira a convertirse en líder único de una oposición en minoría. Según el primer bosquejo del post Cambiemos que se hace en el Gobierno tras las PASO, el alcalde imagina una oposición colegiada con el radicalismo, la Coalición Cívica de Elisa Carrió y Confianza Pública, de Graciela Ocaña, todo un desafío si se repitiese el resultado de las primarias en octubre y debieran amalgamarse las piezas del rompecabezas desarmado de Cambiemos.

 Bajo esa lógica, en el PRO hay quienes lo alientan a “volver a las fuentes” y encerrarse en el espacio amarillo. En rigor, repetir el camino que emprendió el partido de Macri en 2007: arrancar con lo propio, perfilar un estilo de gestión y de conducción política y esperar a que se acomode el escenario político nacional. En este grupo tributan quienes aventuran años de hegemonía peronista y le recomiendan a Larreta “quedarse con lo seguro”.

Eufemismos afuera, le proponen hacer de la Ciudad un terreno de resistencia al peronismo, cerrarse hacia dentro y resucitar a Vidal para dar la pelea en 2021 y, luego, en 2023. Es una opción extrema que Rodríguez Larreta no imagina ni quiere tomar. “No alcanza con lo propio, hay que ampliar”, repetía el jefe de Gobierno en plena crisis de 2018, cuando el Gobierno discutía cómo salir de la tormenta cambiaria. Esa frase recuerdan y citan, como un mantra electoral, quienes le susurran a Larreta que debe apuntar a un acuerdo opositor para hacer contrapeso al peronismo luego del 10D.

Sin embargo, no son los únicos dos senderos de Larreta pos 10D. Al jefe de Gobierno se le abre un camino que conoce y que, a su manera, fue tejiendo durante los últimos años en la Ciudad, como alcalde y como jefe de Gabinete de Macri: un acercamiento al peronismo. En caso de figurar en la mesa de opositores, el alcalde apuesta a unir puentes con el peronismo que quede fuera del gobierno de los Fernández, con Monzó y Sebastián García de Luca como arietes de ese acercamiento.

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