Garrote y chequera

Garrote y chequera

Mientras blande la lapicera de firmar cheques para que movimientos sociales apadrinados por Bergoglio se abstengan de participar en cualquier conflicto durante tres años, Macrì desoye al sistema de derechos humanos de la ONU que dispuso la libertad inmediata de Milagro Sala.

 

Todo se subordina al objetivo electoral. Pero si la política se agota en las transferencias de ingresos a la cúpula, el endeudamiento y los negocios, puede quedar más cerca del 30 por ciento de las PASO que del 51 del balotaje.

 

Lo único invariable es el objetivo de reconfigurar el mapa económico y social, de conseguir buenos negocios familiares y para los principales asociados y de disciplinar a los distintos segmentos de la clase trabajadora. En cuanto a los instrumentos, todo queda sometido a revisión y se subordina a las necesidades electorales. Así se lo dijo Macrì a Clarín hace una semana: lo que él llama su revolución cultural necesita de una victoria sobre el peronismo en 2017. No basta con expresar deseos ni con cultivar una huerta en los techos para alejar a los fantasmas que por derecho propio rondan los días de la Casa Rosada y las noches de Olivos.

Los fracasos legislativos de la última semana presagian días peores si la representación de Cambiemos se reduce aún más en el Congreso. De ahí la urgencia oficial por impulsar la informatización del voto y el escrutinio. Luego de la decisión del bloque mayoritario en el Senado de cerrar esa posibilidad, el gobierno lo atribuyó a la resistencia de lo que llamó “los aparatos feudales”, implicando que hacen fraude con el sistema tradicional. Es una respuesta astuta pero poco verosímil, cuando el argumento de los técnicos consultados por el Congreso en contra del voto electrónico fue la facilidad para su hackeo y manipulación. Los gobernadores que sepultaron el proyecto oficial fueron Gildo Insfrán, Carlos Verna, Sergio Uñac, Sergio Casas y Lucía Corpacci.

La suma de sus distritos no pasa del 5,5 por ciento del padrón nacional (1,31 Formosa, 0,85 La Pampa, 1,67 San Juan, 0,83 La Rioja, 0,91 Catamarca). Quien menos ventajas sacó a su principal oponente en 2015 fue Corpacci, con 8,64 por ciento de diferencia. En el otro extremo, Insfran ganó por una diferencia del 47,26 por ciento. Entre ambos, Verna sacó 12,1 puntos de ventaja, Sergio Casas 16 y Uñac 23. Con esa magnitud de diferencias es poco plausible hablar de fraude. La madre de todas las batallas no está allí sino en Buenos Aires, donde se presume una división en tres tercios.

Traducir la hipérbole

Revolución cultural es una hipérbole que Javier González Fraga tradujo al idioma de los argentinos. El ex candidato radical a la vicepresidencia dijo que no habría inversiones extranjeras antes de la renovación legislativa, por el temor a un regreso del populismo. Si la prometida lluvia de dólares no se produjo pese a que distintas corrientes del justicialismo facilitaron en el Congreso las medidas económicas fundamentales del nuevo gobierno, imaginar un revés en 2017 explica que tema por tema el gobierno ponga en debate casi todas sus premisas:

Luego de pregonar la autonomía del Banco Central, Macrì solicitó a su presidente, Federico Sturzenegger, que aflojara con las altas tasas ofrecidas por las Letras que licita cada martes, ya que no hay inversión productiva que pueda competir con esos rendimientos, que además emiten el rítmico sonido de una bomba de tiempo monetaria y cambiaria.

Pese a su tirria por las negociaciones tripartitas, que Alfonso de Prat-Gay anunció cuando el viento inflaba sus velas, Macrì ha aprendido la utilidad de esa mesa de tira y aflojes para sortear riscos y tempestades.

No obstante su diagnóstico del déficit fiscal como causa de la inflación, en vez de reducirlo lo ha incrementado.

Con la inversión privada por el piso y con un comercio exterior que en la hipótesis más optimista arrojará un resultado neutro, Macrì olvida haber dicho que el consumo no puede ser la base del crecimiento y que deben crecer la inversión y las exportaciones.

Para reanimar la demanda, intenta volcar recursos hacia aquellos sectores sin capacidad de ahorro que gastan cada peso que perciben, por lo cual sus críticos por derecha lo comparan con los estímulos al empleo y el consumo con que el anterior gobierno enfrentó la crisis de 2009. Con una diferencia no menor: Macrì recurre al endeudamiento externo para financiar esa respuesta a una crisis que no proviene del centro, como entonces, sino que ha sido autogenerada.

Lo hace también como prenda de paz con los movimientos sociales acunados por el papa Francisco, ávidos de un lubricante tan viscoso como el que apaciguó los ánimos sindicales.

Crítica de la razón oportuna

Mientras los críticos por izquierda caracterizan a los negociadores como militantes del Movimiento Carolina, sus dirigentes responden con fundamentos políticos. En una entrevista concedida a Paula Abal Medina y Mario Santucho para la revista Crisis, Emilio Pérsico reivindicó como un objetivo legítimo que los acuerdos con el Poder Ejecutivo aseguren gobernabilidad. Cree que el triunfo de la Alianza Cambiemos no expresa la correlación de fuerzas sociales y sólo se explica por la política y los errores cometidos, y analiza los problemas que enfrenta el gobierno a partir de un hecho comprobable: “Existe un nivel de derechos y de dignidad muy alto de los trabajadores. Así que el primer problema que tienen es que no pueden llevar los salarios a donde quieren que estén, ni pueden bajar el gasto público porque nosotros no se lo permitimos.

Si bien han hecho una transferencia grande de recursos desde abajo hacia arriba, no logran ir al modelo que imaginaban. Además, la falsa contradicción que lograron instalar en la política no ha permeado a lo social, por eso se les arma lío”. Su compañero Fernando Navarro añade que “si Macrì se cae esto gira más a la derecha aún. Porque esto no es el ajuste de Espert, ni de Sturzenegger, no hay cien mil estatales en la calle, ni hay un dólar a veinte pesos, como aspiraban algunos sectores. El ajuste ha sido limitado porque hay un colchón social que no pueden ignorar, y una actitud del pueblo argentino que no los deja avanzar tan rápido”. Si ese giro a la derecha se produce como consecuencia de una crisis, el capitalismo salvaje intentará legitimar con ayuda de los medios “la represión que puede venir”.

En una sociedad cuya mayoría “avala a aquel que mata en defensa del auto, la guita, la propiedad”, Navarro sostiene que el enfrentamiento es una trampa, porque entonces “vamos a perder en serio”, dado que “todas las crisis las paga el pueblo, los muertos los ponen los morochos y los trabajadores”. Proponen una alternativa en tres pasos: 1. dejar de retroceder, 2. paliar la urgencia, y 3. construir unidad, para “ganarles en el marco de la democracia y las elecciones”. Para Navarro “todo lo que les podamos sacar”, permite “acumular, crecer, para tratar de ganarles”.

Sin que se lo preguntaran, añadió que Massa no los expresa “pero tampoco negamos la realidad del pueblo argentino. Trataremos de hacerlo con el mejor candidato”, una definición que no debería pasar inadvertida. Igual que el líder opoficialista Miguel Pichetto, sostuvo que quien gane en 2017 en Buenos Aires, podrá encabezar la fórmula en 2019. Pérsico ve a su fuerza como San Martín después de Cancha Rayada, preparándose para Maipú. La tarea que se autoasigna es la de O´Higgins, “tratando de rescatar caballos y la mayor cantidad de armamento, es decir recuperando lo más que podamos del proceso anterior para meterlo en el nuevo proceso”.

Sin las movilizaciones de los movimientos sociales y su confluencia con la CGT cree que “la situación sería mucho peor y más explosiva” y afirma que es más fácil encontrar respuestas a partir de una representación institucionalizada del conflicto, “no desde la anarquía o el quilombo”. En el marco de un proceso de unidad muy amplio, “después va a venir la unidad en lo político, porque siempre ha sido así, nunca vino al revés”. La interacción con la CGT fija mutaciones. Navarro cita a un sindicalista al que llama amigo: “Yo quiero sacarle todo lo que pueda. Y para eso tengo que estar cerca, le manoteo, le saco”.

El jueves, en el Congreso, los ministros Carolina Stanley y Jorge Triacca firmaron un acta-acuerdo con los movimientos que componen la asociación de trabajadores de la economía popular, por la cual evitaron la inminente derrota legislativa que hubiera constituido la sanción de la ley de emergencia social. Los asistentes de la CTEP fueron el Mocase, Los Pibes de La Boca, La dignidad, Barrios de Pie, La poderosa, CCC, Evita y Movimiento de Trabajadores Excluidos, sin presencia de los movimientos kirchneristas y de la izquierda trotskysta. Entre los oradores estuvieron el ex frepasista Juan Manuel Abal Medina, uno de los autores del proyecto de emergencia, y el jefe del bloque de diputados de PRO, Nicolás Massot, dos sobrinos de tío famoso. El nuevo proyecto de emergencia social la extiende por todo el mandato presidencial de Macrì.

La creación de un Registro y de un Consejo de la Economía Popular y el Salario Social Complementario rodean de decoro una asignación mensual que, según el mismo documento, se irá pagando en forma progresiva, de acuerdo con las disponibilidades del gobierno nacional que para ello reasignará partidas presupuestarias por hasta 25.000 millones de pesos, expresión vaga si las hay. Además creará una interesante estructura burocrática. Del millón de puestos de trabajo a crear sólo quedó el número, pero de canastas navideñas. El punto final del acuerdo expresa que para colaborar “a la conciliación aquí alcanzada” las organizaciones “se abstendrán de cualquier situación conflictiva, cualquiera sea su naturaleza”.

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