En secreto, la Iglesia busca el milagro de una mesa de concertación política

En secreto, la Iglesia busca el milagro de una mesa de concertación política

Un team bergoglista inició este viernes rondas reservadas para sentar a toda la clase dirigente pese a la grieta. Nombres confirmados en medio del hermetismo.

 

Desde 2001 a la fecha, las autoridades eclesiásticas católicas han hecho denodados esfuerzos –mayormente sin éxito– para que la clase dirigente se siente a dialogar a fin de encontrar consensos sobre políticas públicas de corto, mediano y largo plazo. Ahora, en un contexto de crisis estructural marcada –evalúan– por la pobreza, la indigencia, la desocupación, la inflación, los enfrentamientos y las divisiones; un equipo con impronta bergoglista va por más, va por todo: un gran acuerdo nacional.

Bastó una reunión organizativa en la casona del barrio porteño de Retiro para que la Comisión Episcopal de Pastoral Social (CEPAS) decidiera suspender el habitual encuentro de reflexión e intercambio conocido como “Repensar la política”, que se realiza todos los años no electorales y estaba previsto para este viernes y sábado, y convocar para estas horas a las referencias de las coaliciones mayoritarias a un diálogo personal con los obispos en el marco de lo que definieron como “un proceso para construir una auténtica fraternidad social”.

 

La lista de personas convocadas a esta instancia se mantiene bajo la más estricta reserva y se adelantó que no habría ni fotos ni videos del encuentro. No obstante, fuentes eclesiásticas confirmaron a Letra P que este viernes fue el turno de los referentes oficialistas, por lo que durante la jornada se vio pasar por la sede episcopal al ministro del Interior, Eduardo de Pedro, y al gobernador bonaerense Axel Kicillof. En tanto, para este sábado quedaron en la agenda quienes representan a las coaliciones opositoras. Jorge Macri, ministro de Horacio Rodríguez Larreta, el primero.

 

Unas pocas líneas de la convocatoria hecha por la comisión definen objetivos y prioridades, repitiendo las conclusiones de la Semana Social 2022 que se desarrolló en junio pasado en Mar del Plata. “Advertimos la necesidad de reconstruir la confianza en nuestro país y con ella, el sentido de pertenencia; de generar un acuerdo político, social y empresarial, buscando una visión superadora de la violencia ligada a la lucha por espacios de poder y que nos permita centrarnos en las verdaderas necesidades y búsquedas de nuestro pueblo; con vistas a profundizar las políticas de redistribución del ingreso para cerrar la brecha social“, se lee.

 

La mesa social episcopal adelantó que en próximos encuentros propondrán condiciones para el diálogo y sugerirá algunos criterios para pensar y proponer políticas públicas, a largo plazo, a fin de que incidan en las “urgencias principales” de quienes habitan el país; todo sobre la base de la doctrina del papa Francisco plasmada en la encíclica Fratelli tutti y su lógica de la “cultura del encuentro” en forma de poliedro, con muchas facetas, muchos lados, pero todos formando una unidad.

 

El equipo dialoguista de Francisco –que recicla el modelo de la Mesa del Diálogo Argentino que la Iglesia tendió en plena crisis 2001-2002 que precipitó la caída de Fernando de la Rúa– está encabezado por el obispo Jorge Lugones (Lomas de Zamora), jesuita como Bergoglio, de impronta social marcada, posiciones críticas que oportunamente incomodaron a Mauricio Macri y María Eugenia Vidal y vínculos políticos por lazos familiares: hermano del expresidente del PJ de La Plata, Luis Lugones, y tío de los hermanos Mariano, Gabriel y Pablo Bruera, el exintendente de la capital bonaerense. 

 

El prelado lomense está secundado por el arzobispo Jorge Scheinig, pastor designado para predicar ante el rebaño kirchnerista en Luján después del intento de magnicidio contra la vicepresidenta Cristina Fernández; y por el obispo Dante Braida, de La Rioja, a quien Bergoglio le confió ese destino pastoral en la previa de la beatificación de Enrique Angelelli y compañeros mártires riojanos de la última dictadura militar.

 

La comisión social de la Iglesia también la integran Enrique Martínez Ossola, obispo auxiliar de Santiago del Estero y quien, siendo un joven seminarista, el hoy papa le dio protección en el Colegio Máximo de San Miguel durante los “años de plomo”. Es considerado  un “pastor villero y de las periferias”. La lista la completan los obispos Pedro Laxague, de Zárate – Campana y responsable de la Comisión Episcopal de Laicos y Familia (Cevilaf); José Díaz, Concepción (Tucumán); Ernesto Giobando, jesuita y obispo auxiliar porteño, y el laico Juan Pablo Tettamanti, secretario ejecutivo del organismo episcopal y director nacional de Agenda Internacional.

 

El equipo de Bergoglio ya puso en marcha su instancia dialoguista y no descarta en futuras reuniones sumar a la Comisión Nacional de Justicia y Paz (CNJP), conformada mayormente por laicos y que es considerada la mesa política de la Iglesia. Paralelamente otros equipos papales vernáculos juegan en otras canchas con el objetivo de alcanzar acuerdos básicos. El cardenal Mario Poli (Buenos Aires) dirige la iniciativa hacia un Pacto Educativo Argentino; mientras que una liga de la justicia bergoglista amasa su propia reforma de la Corte Suprema.

 

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