El sciolismo la pasó mal en un debate de jóvenes de la UIA

El sciolismo la pasó mal en un debate de jóvenes de la UIA

Lavagna (FR), Tavela (Progresistas), Woyecheszen (FPV) y Petrella (PRO) debatieron anoche en la UIA.

 El tercer Encuentro de Jóvenes Industriales de la Unión Industrial Argentina (UIA) convocó ayer a un grupo heterogéneo de jóvenes dirigentes de los principales espacios políticos vinculados a la industria para pensar los próximos diez años. La convocatoria fue presentada con citas filosóficas que incluyeron a Chesterton y su idea de la “visión esteroscópica” que al sumar miradas logra una observación más nítida y abarcativa.

En una conversación de casi hora y media de duración con la moderación amena de Juan Manuel Martínez, el panel formado por Marco Lavagna (FR), Danya Tavela (Porgresistas), Sergio Woyecheszen (FPV) e Iván Petrella (PRO) avanzó casi sin rispideces cuando abordó los tópicos clásicos de este tipo de encuentros (inversión tecnológica, formación de líderes, capacitación de trabajadores), pero se puso picante cuando se trató el actual modelo económico, que dejó al representante sciolista en absoluta soledad.

 

La primera consigna propuesta por el moderador fue enumerar los 5 pilares de la Argentina que se viene. El primero en tomar la palabra fue Marco Lavagna, economista y candidato a diputado de nacional por el Frente Renovador, quien le dio un giro a la pregunta y apuntó a hacer un diagnóstico sobre los últimos 40 años del país para buscar los ejes de cambio primordiales. Antes que nada, llamó a los participantes a dejar de insistir con los “ mismos razonamientos” y asumir que el proyecto de desarrollo de los últimos treinta años fue un “fracaso”. “En 1974 el nivel de pobreza era del 4 por ciento, hoy no lo podemos saber con exactitud, pero está en el 2530 por ciento. La tasa de crecimiento media fue del orden del 1,5%, similar al crecimiento vegetativo de la población.” En su opinión, no hubo desarrollo aunque hubiera ciclos de marcado crecimiento porque fueron seguidos por contracciones abruptas en una serie comparable a una montaña rusa. 

Sintético, resumió que “no estamos cerca de una crisis como la de 2001” no obstante había tres ejes que solucionar para “no volver a chocar con la misma pared”. El primer elemento sobre el que se explayó fue el “eterno cortoplacismo” caracterizado por una falta de visión estratégica y la imposibilidad de desarrollo por la repetición de coyunturas de extra incertidumbre sin horizontes de mediano y largo plazo. Luego desarrolló la falta de visión del contexto regional e internacional que “nos hace insistir en recetas y modelos cuando ya se agotaron, por ejemplo la convertibilidad no tenía fundamentos en 1995 y la estiramos y la estiramos seis años hasta que explotó todo por los aires”. Y en tercer lugar se refirió a la cuestión dirigencial en la que involucró a todos los sectores, particularmente al auditorio de jóvenes líderes industriales. No se salvó el poder ejecutivo, al que identificó como el máximo responsable de la dirigencia política y calificó como “mucho relato y poca gestión”. Para los próximos diez años pidió que no hubiera diferencias entre el discurso y la gestión.

 

Ansioso por sumarse a la crítica al ejecutivo Iván Petrella, legislador del PRO por la Ciudad de Buenos Aires y director Académico de la Fundación PENSAR, acotó que “Lo que tenemos por delante no es un desafío técnico. El desafío de fondo es la democracia”. Inmediatamente prosiguió a dotar de contenido a esa frase que más parecía un slogan de campaña. Hizo hincapié en la falta de políticas de estado de largo plazo. Al respecto contrastó que “Nosotros vamos a los tumbos, en una serie continua de discontinuidades de políticas públicas” mientas que “Lo que sí tenemos es continuidad de políticos que un día sostiene una cosa y años más tarde los mismos políticos sostienen sin titubear todo lo contrario.” Les reconoció a los “políticos de la democracia” la consolidación del sistema democrático electoral y los invitó sutilmente a dar un paso al costado. Para los próximos diez años, en su opinión, el pilar infaltable es de la “renovación y profundización democrática”.

 

Acto seguido, la palabra fue cedida a la académica, docente y candidata a diputada por Progresistas, Danya Tavela. Retomando la conclusión anterior avanzó en los requisitos para la formación de esa nueva clase dirigencial a la que se había referido su interlocutor. Empezó tajante y habló de pensar en “crecer como sociedad tras el cambio de ciclo”, dando por supuesto que el próximo domingo habrá un cambio de signo político en el gobierno nacional. Criticó fuertemente los resultados académicos de la Argentina en las pruebas PISA que nos dejaron “en el sexto lugar de los ocho países de la región” que son evaluados y la alta deserción en las escuelas secundarias pese a “haber alcanzado el 6% del gasto público en educación, algo impensado antes”. Y sin salirse de su área de dominio, la educación, se valió de esta como ejemplo para criticar la ineficiencia y falta de resultados cualitativos de los últimos 12 años de gobierno en otros sectores en los que se ampliaron las erogaciones del gasto público: el problema de base es “la pérdida de calidad educativa”.

 

En su opinión, de ahora en más hay que tomar “la igualdad como punto de partida” y que la educación pública de calidad sea el motor de la igualdad para poder formar profesionales y nuevos dirigentes. En un guiño a los industriales, les recordó las dificultades que enfrentan para conseguir personas capacitadas y los instó a generar oportunidades para que los que sí se han formado con recursos del país no encuentren más atractivo trabajar en el exterior.

 

Finalmente le llegó el turno a Sergio Woyecheszen, subsecretario de Industria, Comercio y Minería de la provincia de Buenos Aires y coordinador del equipo económico de la Fundación DAR, quien venía recibiendo críticas veladas al equipo de gobierno que integra. Lo primero que hizo fue delimitar la cancha y rechazar el diagnóstico de su interlocutora: “No estamos hoy cerrando un ciclo de 32 años de democracia, creo que 2003 fue el fin de un ciclo de treinta años de pérdida” Pérdidas en materia de crecimiento económico y composición social que representó con la pérdida de PyMEs durante tres décadas de mala conducción que, sostuvo “superó al cierre de PyMEs ocasionado por la II Guerra Mundial”. En su opinión, estamos en una fase más estrecha de una avenida que comenzamos a transitar en 2003 como parte de un proyecto nuevo. El gran desafío es lograr sostener el crecimiento, el empleo y la redistribución”.

 

Woyecheszen resaltó también los cuantiosos avances que logró la Argentina en estos años “que nos mostraron la importancia fundamental de potenciar a las pequeñas y medianas empresas”, y marcó la necesidad de “desarrollar más las economías regionales en un camino de la producción nacional y el empleo que hoy cuenta con 150 mil pymes, muchas de ellas asociadas a la industria, a pequeños productores y jóvenes emprendedores”. No lo dijo por decir, traía un libro de acuerdos sectoriales sobre puntos programáticos para el desarrollo de 74 sectores industriales e industrias regionales como prueba de su esfuerzo en la secretaría para atender a las necesidades de “sintonía fina” de cada industria.

 

 

 

El disenso

Luego de una primera hora de debate cordial, el coordinador Juan Manuel Martínez retomó citó a Marco Lavagna y agradeció a los participantes por haber arribado a un “consenso institucional” y quiso darle un poco más de picante al debate y propuso pasar del consenso a exponer los disensos pragmáticos y programáticos de los panelistas.

 

 

 

Marco Lavagna se apresuró a responder que el consenso de largo plazo está, pero el disenso más fuerte es los próximos 6 a 12 meses. Procuró “terminar con las falsas dicotomías como campo versus industria”. Llamó a consolidar una economía basada en el mercado interno y a dar soluciones “urgentes a las economías regionales que están en la ruina”. Al respecto señaló que de momento van a tener que pensar en medidas “parches” por la gravedad del estancamiento y luego en proceder con los fundamentos de las políticas de largo plazo.

 

Iván Petrella criticó que veníamos de desaprovechar lo que un economista latinoamericano había denominado el “Nirvana de América Latina, tasas de interés bajas con precios de commodities altos” por no tener acceso a los mercados financieros y que el oficialismo debía reconocer su responsabilidad en la merma en las tasas de crecimiento al 8% del primer kirchenrismo a la desaceleración a la mitad en “el segundo kirchnerismo”.

 

A esta altura el subsecretario quiso responder, pero fue el turno de Danya Tavela que achacó la falta de desarrollo humano y de desarrollo económico de estos años de crecimiento y apuntó a la necesidad de dejar de pensar al sistema impositivo como una fuente de recursos para la política discrecional y comenzar a considerar al “sistema tributario como promotor de incentivos para el desarrollo industrial y humano”.

 

A esta altura Sergio Woyecheszen asumió la defensa del modelo y respondió en referencia al marco internacional que había mencionado Petrella que “el desafío de la Argentina, la región y el mundo se dirime en cómo sostener un modelo de desarrollo”. En esto coincidió parcialmente Lavagna y reflexionó que la competitividad no se logra mediante la “discusión chiquita del tipo de cambio” sino buscando la competitividad sistémica en las cadenas de valor.

El subsecretario siguió respondiendo en medio de algunas chicanas cruzadas, pero con la moderación de Juan Manuel Martínez pudo cerrar sus ideas y volvió sobre la necesidad de avanzar en la federalización de la industrialización sobre la base des PyMEs y los acuerdos sectoriales como los del trabajo con los 74 sectores que acababa de presentar. 

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