La maquinaria peronista ya está en marcha. A las reuniones con sindicatos, intendentes y legisladores de esta semana, se suma la convocatoria a los referentes de la capital para la semana próxima. El gremialismo se debate entre qué lista apoyar.
Por Felipe Osman.
La hoja de ruta de la campaña peronista arrancó ayer, en la sede del Partido Justicialista de Córdoba, con una reunión convocada por el presidente alterno del partido, Facundo Torres, junto a 80 secretarios generales de Córdoba. La asistencia fue casi perfecta, aunque faltaron algunos de los gremios que, en su momento, integraron el Movimiento Sindical por la Justicia Social y el Trabajo, pata “K” de la CGT Córdoba que en la previa de las elecciones de 2019 respaldó la candidatura de Alberto Fernández.
Hoy, ese colectivo está inactivo, pero varios de los sindicatos que supieron integrarlo adelantaron en la tarde de ayer que no serían de la partida. Los motivos: primero, lo tardío de la convocatoria a abrir el partido. Un reclamo que existe desde hace años, pero -entienden- al que sólo se atiende en tiempos de campaña. Y en segundo lugar, la falta de recepción que habría habido por parte del Gobierno Provincial a la agenda propuesta por la Mesa Sindical de la Industria, que a mediados de junio lanzó un comunicado denunciando las adversidades por las que atraviesa la industria de Córdoba, merced, primordialmente, a las medidas adoptadas por la Casa Rosada.
Para el ecosistema sindical de Córdoba, la división del peronismo representa un problema. O, cuánto menos, una complejidad. Segmentado en dos centrales -o tres, si contamos a las 62 Organizaciones Peronistas, que más que una central conforma un colectivo de gremios que coordinan su actuar en el plano político-, el movimiento sindical se ve ante la disyuntiva de elegir entre tres ofertas electorales de corte peronista: Provincias Unidas, Defendamos Córdoba o Fuerza Patria (ex Frente de Todos).
En cualquier caso, esa disyuntiva termina simplificándose por dos factores: los condicionamientos propios de los gremios estatales, y el peso del candidato del oficialismo cordobés.
En relación al primero, los sindicatos públicos atraviesan, en casos como los de UEPC y Judiciales, el descalce de sus bases. Los movimientos de autoconvocados han agitado la vida interna de los sindicatos y, frente a esa crisis de representatividad, el Centro Cívico funciona como un factor de estabilidad para las conducciones.
En relación al segundo, Juan Schiaretti opera, como se esperaba, como un centro de gravedad que ordena el peronismo hacia adentro. Al punto de que el Movimiento Obrero Peronista, de histórica filiación delasotista, terminará desgranándose: muchos de sus secretarios generales apoyarán la boleta del ex gobernador, y sólo parte de ellos permanecerán “fieles” a la postulación de Natalia.
El mismo efecto se repite en otros planos. Schiaretti se erige como una figura tutelar, como un punto de encuentro que convoca a la enorme mayoría del peronismo, y absorbe las estructuras en las que podrían apoyarse las demás listas de estirpe PJ.
Como cronicó Alfil en su edición de ayer, la agenda de campaña de Provincias Unidas seguirá hoy con una reunión entre el gobernador y su antecesor y legisladores, concejales e intendentes del espacio. Y mañana con un almuerzo entre Torres y dirigentes de primeras, segundas y terceras líneas de la conducción partidaria para empezar a organizar los comandos de campaña en los departamentos del interior.
A ese cronograma se agregaría, ahora, un nuevo compromiso. Por pedido expreso de la senadora nacional Alejandra Vigo se convocará a todas las autoridades partidarias de la capital a una reunión que todavía no tiene fecha y hora cierta, pero que tendrá lugar la semana próxima.
Los baqueanos del PJ Capital adelantan que, en las seccionales, no hay liderazgos unívocos, y que un efecto colateral de la renovación/sucesión peronista ha sido que, dentro del peronismo, se organicen en el territorio líneas diferenciadas, que responden a cada uno de los precandidatos a la Intendencia antes de que Passerini fuera ungido como el continuador de Llaryora.
¿La solución? Otra vez Schiaretti, y otra vez los coordinadores. La candidatura del exgobernador evita que alguno de los lugartenientes del peronismo en la capital se anime al desplante, al punto de que ni siquiera los dirigentes que en 2023 se pronunciaron a favor de Sergio Massa en el balotaje se marean con la posibilidad de sacar los pies del plato e impulsar una candidatura distinta.
Al mismo tiempo, se volverá a apelar al sistema de coordinadores, implementado desde 2017 por el oficialismo para salvar las diferencias entre los grupos que conviven en cada seccional, trayendo a un dirigente de otro sector de la ciudad para que funcione como pivote y abra el juego a todos los espacios, distribuyendo las responsabilidades de la campaña.
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