Quién es el argentino que puede liderar el control de la energía atómica

Quién es el argentino que puede liderar el control de la energía atómica

El Gobierno evalúa proponer al embajador Rafael Grossi para encabezar la organización internacional que controla la proliferación de armas nucleares 

Eran las cuatro de la mañana en Viena cuando sonó el teléfono. Rafael Grossi atendió con la preocupación de quien recibe una llamada en horarios inoportunos. Del otro lado, la Armada Argentina le comunicó que habían encontrado el submarino ARA San Juan.

"Tristeza" y "alivio" son las palabras que elige Grossi para describir lo que sintió esa noche. Como quien confirma una intuición, también dice que durante el año que duró la búsqueda conservó la "esperanza" de que el navío estuviera sumergido en esa misma zona.

Como embajador argentino ante la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (Ctbto, por sus siglas en inglés), Grossi confiaba en que el sonido de una explosión registrado a las pocas horas de la última comunicación radial del submarino, el 15 de noviembre de 2017, tenía que ser más que una mera "anomalía hidroacústica". Había altas chances de que la nave con 44 tripulantes estuviera ahí.

"La historia de la búsqueda de submarinos desaparecidos no es muy exitosa. Era una zona sumamente difícil. Uno no podía tener la certeza de que se lo ubicara rápido, pero teníamos la certeza de que la señal acústica era muy clara por su intensidad", dice, en diálogo con LA NACION.

La llamada terminó y dio lugar al comienzo de un sábado de asombro y estupefacción. Tiempo después llegó el momento de destacar el rol de los científicos que trabajaron para "traducir" ese sonido que provino de las profundidades del océano.

La hipótesis de que el submarino pudo haber generado la anomalía hidroacústica surgió tras descartar que se tratara de un ensayo nuclear, una posibilidad que no es ajena para Grossi. Experto en energía nuclear, el representante argentino ante la Ctbto también es embajador en Austria y su nombre suena fuerte para liderar el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), la entidad de suma relevancia mundial en lo que refiere a los distintos usos de la energía nuclear y, en particular, al control de la proliferación de armas nucleares.

El Gobierno evalúa postular este año a Grossi para ocupar el cargo de director general de la OIEA para el tramo 2021-2025. En caso de ser propuesto -la candidatura tiene que ser presentada por el presidente Mauricio Macri y el canciller Jorge Faurie-, el embajador se sometería a una votación de la dirección del organismo. Si se impone, pondría fin a la titularidad del japonés Yuyika Amano, quien transita su tercer mandato.

Conocido en el ambiente, Grossi es para muchos un candidato "natural" a dirigir el organismo que, entre otras tareas, regula las inspecciones a las instalaciones nucleares para evitar desviaciones en el uso pacífico de la energía nuclear, busca avanzar hacia el desarme mundial y administra las tensiones que puedan generarse entre los pocos países que tienen su arsenal.

Diplomático, Grossi es cuidadoso con sus declaraciones y evita hablar de las políticas específicas de algunos gobiernos que elevan el nivel de tensión, como la amenaza de Donald Trump de abandonar el histórico pacto nuclear que Estados Unidos firmó con Rusia en 1987 y que alivió las presiones de la Guerra Fría.

"Más allá de las circunstancias y de la coyuntura internacional, lo fundamental es preservar y fortalecer el régimen de no proliferación, que tienen que tener un fuerte apoyo de todos los países. Si se está en un momento de mayor tensión hay que redoblar los esfuerzos para que el régimen no se erosione", explica.

Hoy poseen armas nucleares EE.UU., Rusia, China, Francia y el Reino Unido (miembros del Consejo de Seguridad de la ONU). También tienen bombas la India, Pakistán y Corea del Norte (fuera del Tratado de no Proliferación Nuclear). En Israel, dice Grossi, hay una "opacidad sobre la que se piensa que puede tener armamento, pero sin confirmación".

Pese a las tensiones, Grossi destaca que el estado actual de la proliferación en el mundo es significativamente menor que en el pasado, pero aún está en niveles preocupantes. "El proceso [de desarme] tiene altos y bajos. En el pico de la Guerra Fría había 70.000 ojivas. Hoy estamos mejor porque hay 15.000, pero eso es muchísimo porque con unas pocas se puede destruir el planeta entero", advierte.

Grossi -número dos de la OIEA entre 2009 y 2013- presidirá en 2020 la conferencia internacional sobre la revisión del tratado de no proliferación de las armas nucleares, donde se analiza cómo se aplica artículo por artículo y el estado actual en materia de desarme mundial. El encuentro se hace cada cinco años y en 2015 fue un fracaso. "Hubo demasiadas tensiones y los países no se pusieron de acuerdo en un análisis común", dijo el diplomático, que aspira a cambiar esa tendencia.

Pero ¿qué puede aportar la Argentina, que no tiene arsenal, en un mundo con ese nivel de tensiones? "La Argentina tiene 70 años de experiencia ininterrumpida en el área", explica Grossi. Sostiene que nuestro país tiene "una política activa en materia de energía nuclear" y destacó el rol de exportador de energía a través del Invap y de la Comisión Nacional de Energía Atómica.

 

 

"La Argentina tiene una posición interesante, ni de hegemonía ni de dominación, pero sí dentro de los proveedores mundiales de energía nuclear. A través del G-20, el Gobierno buscó tener participación activa y constructiva en temáticas internacionales donde el país puede hacer un aporte. Y en este tema se puede hacer un aporte real", concluyó.

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