Morir con las botas puestas

Morir con las botas puestas

por Alejandro Bercovich

 

¿Qué tienen en común el fondo Templeton, Juan Manuel Urtubey y un jubilado que cobra sus haberes a través del Banco Nación? ¿Qué hilo invisible ata a Sancor con MercadoLibre y el empleado de un kiosco? Aunque distantes y disímiles, todos se vieron sacudidos por la sorpresiva decisión oficial de aplazar el pago de los vencimientos de deuda de más corto plazo, en una movida financiera de altísimo riesgo que activó el recuerdo del megacanje de noviembre de 2001 y que tanto Standard & Poors como los estudios jurídicos más cotizados de Wall Street ya definieron como un default, de consecuencias aún imprevisibles.

El contagio no pudo haber sido más rápido. El mismo miércoles por la noche, el gobernador de Salta y candidato a vicepresidente de Roberto Lavagna recibió un mensaje de su ministro de Economía. La plata para pagar los sueldos de los empleados públicos provinciales la semana próxima estaba en fondos comunes de inversión (FCI) invertidos en parte en LETEs y LECAPs, dos de los títulos de deuda cuyo pago el Gobierno decidió reprogramar. Lo mismo les pasó al menos a otros tres gobernadores y a una multitud de intendentes, según los testimonios que pudo recoger BAE Negocios.

Macri parece dispuesto a ver morir a su Gobierno sin levantar barrera alguna contra la salida de divisas

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¿Qué tiene que ver el jubilado que cobra en el Nación? Por un lado, el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la ANSES -la "plata de los jubilados"- sufrirá de lleno el impacto de lo que anunció Hernán Lacunza. Por otro, el Nación suspendió el descuento del 50% en supermercados que iba a empezar a ofrecer los miércoles como ya hace el Provincia. Lo hizo porque el desplome de los bonos puso en crisis su balance, ya perforado por los $ 100.000 millones a los que echó mano en dos años Nicolás Dujovne para cumplir con la meta de déficit primario cero.

¿Y el empleado del kiosco? Si su patrón procuró cuidar el capital de trabajo y colocó la facturación semanal en un FCI, su sueldo también corre peligro. Como no se trata de una "persona humana", caerá sobre ese kiosquero todo el peso del reperfilamiento. ¿Y MercadoLibre? Para fortuna del medio millón de cuotapartistas del FCI de MercadoPago, esta vez zafó. Vendió sus LETEs y sus LECAPs dos semanas atrás, cuando por primera vez endosó pérdidas a esos ahorristas que le valieron decenas de miles de protestas y desuscripciones.

Procurar una renta del dinero ocioso es algo lógico en un país con inflación anual superior al 50% y tasas de interés del 25%. Lo mismo que a los gobernadores le pasó a SanCor, el gigante de la industria láctea administrado por el fondo Adecoagro desde el verano pasado. Financistas al fin, sus nuevos directivos también habían apalancado en títulos de corto plazo la plata para los sueldos y también empezaron a ensayar malabares para cubrir los salarios de su personal la semana próxima. Son las víctimas de lo anunciado: una patada hacia adelante de los vencimientos que le endosa al próximo gobierno en su primer año de gestión el pago de 12.019 millones de dólares que dejará de pagar Mauricio Macri, según la cuenta que sacó el ex viceministro Emmanuel Alvarez Agis.

"Es cierto lo que dijo Lacunza de que pensaron en el próximo gobierno. Pensaron en cómo asegurarse de hacer bien mierda al próximo gobierno", evaluó en caliente el mismo miércoles otro de los economistas que asesoran a Alberto Fernández. La versión de que en el búnker de la calle México habían aprobado la operación fue desmentida tajantemente desde allí por dos voceros autorizados, probablemente futuros ministros. El mensaje fue otro, bastante más parco: "Hagan lo que quieran porque están a cargo ustedes, pero frenen la salida de dólares y la pérdida de reservas".

De control ni hablar

Como el general Custer de Errol Flynn en la película de los años 40, Macri parece dispuesto a ver morir a su gobierno pero con las botas puestas, sin levantar barrera alguna contra la salida de divisas. El todavía Presidente percibe que hacerlo sería la capitulación final ante una heterodoxia que advirtió desde diciembre de 2015 que la desregulación total de la entrada y salida de capitales al país terminaría así, en un default con riesgo de espiralización hiperinflacionaria. Eso explica la testarudez de haber rechazado incluso las propuestas que le acercaron Lacunza y su flamante equipo, en paralelo a las que finalmente aceptó.

Excepto ése, Macri renunció a casi todos los dogmas que lo empujaron a este derrape final. Ya afectó la caja de los gobernadores con las rebajas de IVA y Ganancias que anunció después de la megadevaluación del lunes post-PASO, lo cual le valió 14 demandas ante laCorte Suprema que pueden voltear su paquete de "alivio" la semana próxima. Ya se peleó con las petroleras y puso en crisis el fisco de las provincias patagónicas con un congelamiento de combustibles -¡vía Ley de Abastecimiento!- que también fue recurrido judicialmente. Antes había tenido que reponer las retenciones sobre las exportaciones de granos, aunque con un monto fijo ($4 por dólar) que volvió a licuarse con el último salto del dólar. Ahora defolteó títulos de deuda en manos de los bancos. Es decir, violó la santidad de los contratos. El "enano incumplidor y estafador" que reclamaba "matar" pero "matar para siempre" (sic) apenas un mes y medio atrás.

Los controles de capitales existen en países como Chile y Colombia, alumnos dilectos de la ortodoxia. También en Grecia, intervenida por el FMI y el Banco Central Europeo desde hace una década. No necesariamente incluyen un control de cambios estricto como el que desplegó en su último gobierno Cristina Kirchner. Los que reivindicó el jueves pasado Alberto Fernández en el seminario que organizó Clarín en el Malba, por ejemplo, son los que fijó él mismo (en un decreto del 9 de junio de 2005) junto a Néstor Kirchner y Roberto Lavagna: a todo el que ingresara dólares al país para apostar a una inversión financiera se lo obligaba a mantener un 30% inmovilizado durante un año en una cuenta no remunerada -el famoso "encaje cambiario"- y solo se le volvían a vender dólares nuevamente al cabo de un año.

Apenas asumió Macri, su ministro Alfonso Prat-Gay eliminó el encaje y redujo el plazo mínimo de permanencia a 120 días. Así empezaron a entrar los dólares que alimentaron la bola de nieve de las LEBACs, que estalló dos años después con el "pasaron cosas" de abril de 2018. Cuando esa crisis devolvió al país a los brazos del Fondo Monetario, el ascendido Nicolás Dujovne dobló la apuesta y eliminó también la exigencia

de permanencia. Los fondos extranjeros volvieron a tentarse con la bicicleta local, ahora irrestricta. Pero volvieron a huir en masa con la corrida de septiembre, que se llevó puesto a Luis "Toto" Caputo.

El encaje y el plazo de permanencia habrían servido dos años atrás. Hoy ya no, porque nadie entra. Para cortar la sangría que ayer consumió US$ 909 millones de las reservas haría falta afectar mecanismos como el "dólar cable", que permiten girar sin restricción alguna todos los pesos que se deseen de una cuenta en un banco argentino a una cuenta en dólares en el exterior. Fuga de divisas pura y dura. El carril rápido para escapar en medio del tembladeral.

Campana protectora

Guillermo Nielsen le escribió temprano anteayer a Lacunza para desmentir lo que dijeron la noche anterior en un programa de TV permeado por servicios de inteligencia: que él le había pedido al FMI que no desembolsara los US$ 5.400 millones de dólares comprometidos para septiembre como parte del acuerdo (ahora caído) con el organismo.

—Yo se que vos no harías eso, Guillermo. Te conozco -le respondió Lacunza horas después, cuando ya había hecho los anuncios.

Nielsen acababa de ver a "Toto" por televisión, estacionando en la cochera del Palacio de Hacienda. Le retrucó divertido.

—Che ¿volvió Caputo? ¡Decile que la próxima se disfrace!

Lacunza le explicó que estaba allí para una reunión de economistas afines al Gobierno y que habría otra con economistas más críticos, entre ayer y hoy. Después le preguntó cómo evaluaba sus propios anuncios de minutos atrás.

—Bueno, en los títulos es parecido a lo que reclamaba Alberto. Pero hay que verlo bien -respondió.

Lacunza también había hablado con Álvarez Agis antes de los anuncios. Él fue mucho más preciso al desaconsejarle el default de la deuda de corto plazo. El ministro no le adelantó que iría precisamente por esa vía. La campana protectora, tal como definió al paquete por la tarde, todavía era un secreto.

Guillermo Nielsen le escribió a Lacunza para desmentir que él hubiera pedido al FMI que no realizara el próximo desembolso

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La delegación del Fondo abandonó el país sin dar señales acerca del desembolso pendiente. Fue apenas una "misión exploratoria", como definió Alejandro Werner ante Fernández y su tropa. Ni siquiera hay fecha para la misión revisora que debería habilitar los 5.400 millones. Lacunza le pidió a Werner dos semanas para ordenarse y recibir a esos técnicos. En el bunker del Frente de Todos creen que la plata nunca llegará. Y Macri la necesita para terminar su mandato. Al menos para terminarlo sin un cepo, un default de toda la deuda u otra confiscación de ahorros privados.

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