Internas y demandas

Internas y demandas

Deserciones y unidad en el PJ; renuncia y grieta en Cambiemos. La economía sigue estando en deuda.

La campaña electoral por la presidencia ha comenzado. El punto de partida fue el debate en el Senado por el proyecto –finalmente convertido en ley– del Presupuesto 2019. Como en toda campaña, el primer paso es la interna. Y esta no es la excepción. La de la oposición es ruidosa y visible. La del oficialismo, en cambio, silenciosa y subterránea. Las divisiones en el Partido Justicialista tuvieron esta semana una vuelta de tuerca más con el abandono que los senadores tucumanos José Alperovich y Beatriz Mirkin hicieron del Justicialismo Federal que encabeza Miguel Angel Pichetto. Cristina Fernández de Kirchner festejó esta movida. Se ve que hay poco por festejar. Fue, sin embargo, un festejo a medias. “Ella estaba convencida de que a Pichetto se le irían  seis y no dos como finalmente ocurrió”, cuenta alguien que sabe de lo que se habla en las oficinas del Instituto Patria. En verdad, Alperovich no se fue tanto por algún problema con el senador rionegrino sino por su enfrentamiento a “matar o morir”con el gobernador de Tucumán, Juan Manzur, quien supo ser su delfín y al que ahora considera un traidor. Ocurre que Manzur, alineado hasta aquí con Pichetto, pretende acceder a la reelección y dejar sin futuro político a Alperovich. En la ecuación binaria del presente peronismo, el que no está con Pichetto no tiene otra alternativa que estar con Cristina. Las encuestas muestran que Sergio Massa sigue sin futuro. Nada que celebrar. El Gobierno festejó tanto el recrudecimiento de esa interna como su victoria política en la Cámara alta. Es que el Presupuesto fue aprobado por 45 votos contra 25 y una abstención. Fue un triunfo sólido. Sin embargo, al Gobierno el festejo también le duró poco. Primero porque el senador que se abstuvo fue nada menos que Eduardo Costa, la carta que tiene Cambiemos para buscar ganar la gobernación de Santa Cruz. Lo de Costa es la punta del iceberg de las tensiones con el radicalismo en donde las voces críticas crecen en volumen y cuantía. El segundo hecho que atemperó la euforia del Gobierno fue la pérdida de la mayoría en el Consejo de la Magistratura. Pero no fue solo eso sino que se produjo allí una novedad: la alianza entre el Frente Renovador y Unidad Ciudadana. “Eso es Cristina y Sergio Massa”, señala un “peronólogo” de rancia estirpe. “Queremos frenar los carpetazos (contra los jueces)”, señaló el presidente del bloque de Unidad Ciudadana, Agustín Rossi. Curiosa queja si se recuerda que el kirchnerismo hizo del carpetazo un instrumento clave de la persecución política que ejerció contra quienes osaran criticarlos. El Gobierno –una vez más– se durmió. Cuando a Mauricio Macri le advirtieron el significado y las implicancias de la maniobra, ya era tarde. En su premura por evitar lo inevitable, el Presidente levantó el teléfono y lo llamó al gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti para que no votara en contra. ¿Cómo querés que vote a favor de Negri si me vive insultando por todos lados? –dijo el gobernador. Tenés razón –fue la respuesta escueta de Macri, que se quedó sin argumentos.     Jorge Triaca ya no forma parte del Gobierno. La suya fue la crónica de una renuncia anunciada. El ex ministro venía muy golpeado tanto en lo personal –las denuncias en enero por las contrataciones de su hermana en el directorio del Banco Nación y de su cuñado Sergio Borsalino en el ministerio, como también su relación con la CGT a causa de lo que fue la frustrada reforma laboral–. Ese desgaste se ahondó cuando el ex secretario de Coordinación de Políticas Públicas de la Jefatura de Gabinete, Mario Quintana, se inmiscuyó en el asunto, cosa que no hizo más que complicar esa ya de por sí difícil relación. La fusión de la cartera de Trabajo y su rebaja a secretaría dentro del Ministerio de Producción fue quitándole espacio, ya que algunas de sus funciones fueron asumidas por el ministro, Dante Sica, un hombre del peronismo con muy buenos vínculos empresariales y curtido en el manejo de las relaciones con la dirigencia sindical. Triaca tuvo un ofrecimiento para ocupar la embajada ante el Vaticano. Lo rechazó. Su idea es participar activamente en la campaña electoral del año que viene. Todo esto pasa muy lejos de las necesidades de la vida cotidiana de la gente, angustiada por  la economía. El problema es que se está atacando el problema inflacionario y tratando de evitar un traslado a precios a un costo de tasas altísimas y encajes bancarios por las nubes. El apretón monetario es salvaje y produce un efecto muy dañino en las finanzas de las empresas. Las que se salvan son aquellas que tienen su economía dolarizada. Estas tasas estratosféricas no solo no generan competitividad sino que complican a aquellas empresas que se han endeudado para invertir en la mejora de sus procesos productivos. Varias compañías líderes del rubro alimentario que han tomado deuda en dólares para aumentar su producción  hoy están fuertemente afectadas por la devaluación, las altas de interés y la caída del consumo interno. A esta altura, hay que preguntarse también cómo quedarán las cosas cuando las tasas de interés bajen. Las tasas altas son como una gran inundación que, cuando se retira, deja a todas las empresas destrozadas –grafica un economista de consulta de muchas empresas y de cercanía con el Gobierno. Por eso, los empresarios están pidiendo de manera muy particular un programa de mejoramiento productivo. Sin embargo, nada de ello ha ocurrido hasta ahora. Por el contrario, tras las altas tasas, el Gobierno implementó aumentos de impuestos para cubrir el 70% de los 3 puntos que va a bajar el déficit fiscal para lograr el déficit cero. Esto va a significar retracción de la economía de los privados, lo que, en lugar de mejorar la competitividad, la desmejorará. Lo que están pidiendo los empresarios vinculados al consumo local (alimentos, bebidas, indumentaria, calzado, etc) son soluciones para mejorar el consumo, todo lo contrario de lo que habrá de producir el programa de restricción monetaria impuesto por el Fondo Monetario Internacional. “La inflación es la demostración de tu incapacidad para gobernar”, dijo Macri durante la campaña electoral de 2015. 

Producción periodística: Lucía Di Carlo.  

 

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