A comienzos del 2021, este diario ya había publicado el entre dicho entre el Gobierno nacional y las empresas de medicina privada. Fernández había ordenado el último día del 2020 un aumento del 7% en las cuotas y por el rechazo que esta medida ocasionó -que se sumaba a otros aumentos, como el de la nafta por estos días-, hasta en sectores de su propia base social, dio marcha atrás.

En una suerte de vandorismo empresarial la cámara de empresas de ese sector amenazó en un comunicado : “Peligran prestaciones como los hisopados que son tan importantes en este momento pero también otras patologías”. Un vil chantaje, sobre todo en estos momentos de rebrote del virus.

Como pasó con el sector agroexportador recientemente, antes con Vicentín (nombrando solo los más resonantes y conocidos), ahora las favorecidas son las empresas de medicina privada: además de incluirlas en el nuevo Repro -II-, el Gobierno está estudiando otros mecanismos para favorecerlas, según lo anunciado por funcionarios del ministerio de Trabajo que dirije Claudio Moroni.

No está de más recordar que mientras se da estos beneficios a los empresarios (que en la salud privada ganaron fortunas durante el exgobierno de Macri), se eliminó el IFE para los sectores más necesitados de la población, además de un recorte en el presupuesto de salud del 10%, en medio de la pandemia.

Claudio Belocopitt (con una fortuna de más de 1.000 millones de dólares, accionista del Grupo América y parte del sector agropecuario), presidente de Swiss Medical y de la Unión Argentina de Entidades de Salud y del Sector Privado, el 5 de enero se reunión con Alberto Fernández y le dejó un "pliego de exigencias", que el presidente se comprometió a estudiar. Parece ser que la primera respuesta del Gobierno fue esta medida y el estudio de ampliación de beneficios. También hay que anotar en la cuenta los beneficios impositivos y recortes en los aportes patronales, de los cuales gozan las empresas de medicina.

Cuan distinto al tratamiento que reciben los trabajadores y sectores populares cuando exigen respuestas a la crítica situación social y económica que atraviesan las grandes mayorías.

Este sector también puso el grito en el cielo cuando Cristina Fernández de Kirchner, en un intento de abroquelar a su base más dura, habló de centralizar el sistema de salud, cuestión que como era de suponer quedó en una simple enunciación.

Algo que en realidad debió ser una medida elemental para combatir la pandemia con verdaderas medidas sanitarias, como la nacionalización de los laboratorios para dar respuesta a las necesidades medicinales de la población.