Ganaron y perdieron: el primer debate presidencial 2023 no pateó el tablero

Ganaron y perdieron: el primer debate presidencial 2023 no pateó el tablero

Por Marcelo Falak

El formato, que preveía un número de derechos a réplica que debían ser administrados y preguntas cruzadas, prometía que el debate presidencial tuviera un juego estratégico y una riqueza que al final no se concretaron. Sin derrapes, quienes realmente ganaron fueron los equipos que couchearon a Javier Milei, Sergio Massa, Patricia Bullrich, Myriam Bregman y Juan Schiaretti.

 

En lo que respecta a las figuras protagonistas, quedó la sensación de que nadie quiso salirse de sus libretos y que el miedo fue más fuerte que la ambición. Cada uno y cada una tuvo momentos más y menos logrados, por lo que el evento no debería hacer mayor diferencia en la intención de voto que, hasta donde se sabe, mantiene a los dos primeros y a la primera de esa lista en posiciones expectantes. En definitiva, lo que ganó fue el escenario que dejaron las PASO.

Mientras, las dinámicas sociales siguen su rumbo, aunque no necesariamente a la deriva: la inflación y la insuficiencia de los ingresos, la falta de ética post-affaire Marbella, la sensación de que se está gestando una crisis mayúscula, las esperanzas que generan las promesas de cambio, el temor a un salto al vacío, el rechazo a un regreso al pasado, el espanto por el presente, la inquietud por el futuro de la democracia…

 

 

Algo saldrá de semejante cóctel, pero este se sirvió muy medidamente en el encuentro de Santiago del Estero.

La estrategia del profesor

El ultraderechista se presentó como un "liberal libertario" y luego se sintió forzado a explicar que no es parte de un sector "facho" o "nazi" por considerarse un seguidor del "prócer" Alberto Benegas Lynch hijo. Su mayor logro fue no haber perdido la chaveta, haber pintado a todos sus rivales con la brocha gorda de "la casta" y haberse presentado como alguien sin pasado.

Básicamente, Milei repitió los eslóganes de su campaña, hizo la plancha y apostó sus fichas a mantener su impronta, aunque sin desbordarse para no asustar. Injurió –"maldita casta", "la bestia de Kicillof", "econochantas", "gobierno de delincuentes", dijo–, pero sin gritar. ¿Merecerá un aplauso por ese esfuerzo?

En economía, donde se suponía que debía descollar, optó por prolongar el espejismo que encarna: la motosierra arrasará el gasto público –"el gasto político", dice–, pero milagrosamente no dejará heridos. No habló de recortes concretos y tampoco le preguntaron por ello; pasó rápidamente por encima de la dolarización y el cierre del Banco Central; nunca se quitó los lentes para parecer un profesor y abusó del lenguaje difícil –"ataque ad populum", "déficit cuasifiscal", "Leliq", – para parecer sofisticado y conocedor. Apostó al "ese parece que sabe".

#Debate2023 Milei aseguró que "valoramos la visión de Memoria, Verdad y Justicia. Empecemos por la verdad: no fueron 30 mil los desaparecidos, fueron 8753. Para nosotros durante los 70 hubo una guerra" pic.twitter.com/5uc1DxwA6S

— LETRA P (@Letra_P) October 2, 2023

El servicio que le prestaron casi todo el resto del quinteto fue haberlo "normalizado", salvo cuando Massa le recordó sus insultos al papa Francisco, trance del que salió mintiendo una supuesta disculpa que en verdad nunca se le escuchó. Otra excepción, más notable, fue Bregman, la única que lo cruzó como merecía después de haberse referido al plan sistemático de violaciones de los derechos humanos pepetrado por la última dictadura como parte de una "guerra" en la que hubo "excesos", a la vez que tildó la violencia de Montoneros y ERP como "crímenes de lesa humanidad" y "aclaró" que los desaparecidos no fueron 30.000 sino 8.753. Una puntillosidad tal en la contabilidad de la muerte y un lenguaje semejante no se habían escuchado nunca en un foro de esa importancia, límite que ni siquiera Victoria Villarruel se atrevió a cruzar cuando le tocó cruzarse con sus colegas aspirantes a la vicepresidencia.

La pregunta que queda flotando es cuál es la profundidad del consenso social en materia de memoria, verdad y justicia, cosa que para el minarquista importa poco en comparación con la crisis económica.

La cuadratura del círculo

Eso, ni más ni menos, es lo que debió buscar Sergio Massa y eso es lo que deberá encontrar en algún momento si quiere ser el próximo presidente. Al revés de Milei, su problema es que le sobra presente y que no es el mejor.

Advertido de que la explicación de la disparada de la inflación como efecto de la sequía cansó y no convence, el ministro de Economía evitó buscar excusas y se limitó a recordar que cuando llegó al Palacio de Hacienda lo hizo para atajar una crisis mayor. Atribuyó la escalada de los precios a las disposiciones en materia de tipo de cambio y tarifas del acuerdo de Martín Guzmán –a quien no mencionó– con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en línea con el pensamiento de Cristina Fernández de Kirchner. Atención: propuso renegociar ese pacto de cabo a rabo, cosa que ya empezó a hacer con su política de estímulos impositivos.

Así, reconoció "errores" y apeló con acierto a algo de humildad, lo que lo llevó a evitar chicanas e ironías, cosa para la que no está autorizado por el humor social. Ensayó, más bien, una fuga hacia adelante.

Habló mucho de futuro y desarrollo, hizo propuestas, sorprendió con la idea de crear una "moneda digital argentina" –no dijo para qué, pero se supone que es para limitar la evasión– y advirtió con claridad contra la tentación de la dolarización, excentricidad que atribuyó a tres países: Zimbabue, El Salvador y Ecuador. Asimismo, le preguntó a Bullrich si su economía bimonetaria va a ser "como la de Venezuela o como la de Cuba". Lo más grave: la pregunta es pertinente y no es una chicana.

#Debate2023 Massa enfrentó a Bullrich sobre el recorte en el sueldo de los jubilados pic.twitter.com/Of3QZwwLZz

— LETRA P (@Letra_P) October 2, 2023

Se mostró como el garante de los derechos de las clases trabajadora y media, enfatizó la necesidad de defender la educación pública y destacó dos ideas fuerza: una, que pretende sumar a gente de la UCR, el PRO y hasta La Libertad Avanza a su eventual gobierno; dos, que está dispuesto a "cambiar lo que haga falta cueste lo que cueste". El tiempo demostrará en qué medida esos mensajes llegaron a destino.

El hombre de Unión por la Patria (UP) debe haber suspirado al constatar que sus rivales le ahorraron tener que hablar sobre las vacaciones de lujo de Martín Insaurralde con una modelo en Marbella, tema que se había devorado el fin de semana informativo y que solo mereció alusiones tangenciales en la velada. Acaso lo haya ayudado que Axel Kicillof le haya aceptado rápidamente la renuncia al lomense y el posteoen Twitter en el que prometió prenderle fuego a la Jefatura de Gabinete bonaerense. Por alguna razón, esa fue la módica dureza que pudo permitirse el gobernador a pesar de que la militancia bramaba en las redes sociales por un castigo que en los cuarteles habría equivalido a arrancarle los galones al caído en desgracia para escenificar una baja deshonrosa.

Tan fácil se lo hicieron sus contendientes que recién después del debate Massa dejó su definición más contundente sobre el asunto: Insaurralde "cometió un grave error, renunció y ahora tiene que renunciar a su candidatura (a concejal) en Lomas", dijo.

Una buena estrategia arruinada por la sintaxis

Bullrich arrancó filosa, usando un tono de voz sostenido para mostrarse como la "mujer coraje" capaz de hacer el cambio que hace falta para terminar con el kirchnerismo. Sin embargo, no abusó de palabras como "liquidar" o "erradicar", acaso conciente de su filo.

Obligada por la geometría electoral endemoniada que le ha tocado –disputar votos con la ultraderecha, pero dirimir un lugar en el ballotage con el peronismo–, atosigó a "Massa" y a "Milei", tuteando a ambos al borde del desprecio. Al primero le enrostró sus resultados económicos; al segundo, su falta de volumen político y su alianza con el "casta" Luis Barrionuevo.

#Debate2023 Bullrich a Massa: "Explícales a los argentinos como siendo el peor ministro de Economía podes ser un buen presidente" pic.twitter.com/dHWzXIfl2W

— LETRA P (@Letra_P) October 2, 2023

Pícara, aunque no necesariamente ética, aprovechó que el paleolibertario había gastado sus derechos a réplica en el tramo económico para faltar a la verdad cuando le atribuyó haber apoyado el cierre de escuelas en la pandemia. Este no pudo refutarla.

Tras su buen inicio, se fue diluyendo por sus problemas de expresión y su conocida incapacidad para hablar de economía, más allá de prometer "un plan integral" y mencionar a Carlos Melconian.

La temática de los derechos humanos, impuesta en el debate por votación popular, la metió en el tobogán. Tan así fue, que comenzó ese tramo explicando que en sus inicios "militó en una organización juvenil", la Juventud Peronista, pero que nunca ejerció la violencia política. Si ella lo dice…

De inmediato debió referirse a Santiago Maldonado y a Rafael Nahuel, los dos mayores abusos de las fuerzas de seguridad que comandó, asunto que no dejó pasar Bregman, quien, al revés de sus rivales, reservó para ese segmento la mayor parte de sus réplicas. Bullrich rindió homenaje a los gendarmes que causaron esas muertes y, en la misma línea rigorista, prometió limitar severamente la protesta social.

Quien avisa no traiciona.

El doble filo de las convicciones

Al revés de Bullrich, Bregman fue creciendo a lo largo del debate y brilló cuando se habló de derechos humanos. Disputó ideológicamente con Milei, interpeló a Bullrich por su gestión en Seguridad y confrontó con el peronismo. Podría decirse que, en general, fue la más articulada, pero su problema es el universo reducido en el que predica.

Otra dificultad es que no logró salir de cierto consignismo; envejeceremos escuchando hablar de "nacionalización del comercio exterior", "desconocimiento de la deuda ilegítima" y "que la crisis la paguen los capitalistas".

La izquierda trotskista no deja de ser un nicho ínfimo en permanente mitosis, incapaz no ya de anudar alianzas con otros sectores populares, sino, incluso, de sellar de una vez su propia interna. Bregman, una mujer inteligente ya de 51 años, será una eterna promesa.

#Debate2023 Bregman: "Me indigna y no voy a naturalizar que vuelvan las ideas negacionistas" pic.twitter.com/Kt8L88ksqj

— LETRA P (@Letra_P) October 2, 2023Soy cordobés

Juan Schiaretti confrontó fuerte con el kirchnerismo, pero lo suyo fue una especie de soliloquio: hasta sus derechos a réplica se derramaron en mensajes que nadie le pidió y en alusiones que nadie le hizo.

Denunció reiteradamente la política "ambacéntrica" que hace que el interior pague los subsidios a los servicios públicos en el área metropolitana, pero nunca logró diferenciar su propuesta de la de Juntos por el Cambio. En su búsqueda del voto de las provincias –el de la dos Buenos Aires lo sabe fatalmente ajeno–, abusó de la autorreferencialidad tan común de los políticos cordobeses y, no se puede saber si por falta de puntería o por intención, su pregunta a Massa sobre cómo piensa domesticar la inflación pareció más un centro que un pelotazo.

***

El próximo domingo habrá ballotage en el debate que se realizará en la Facultad de Derecho de la UBA. Con menos margen de tiempo y político para el 22-O, las figuras de esta saga deberán ir un poco más al frente. Será hora de arriesgar.

Comentá la nota