Entre la euforia, la amenaza y la sospecha: 24 horas frenéticas en la Casa Rosada antes del duelo con los gobernadores

Entre la euforia, la amenaza y la sospecha: 24 horas frenéticas en la Casa Rosada antes del duelo con los gobernadores

Mientras Javier Milei reunía a su Gabinete para celebrar el cierre del período de facultades delegadas, la tensión política escalaba por la sesión del Senado, la embestida presidencial contra las provincias y un escándalo mediático con Toto Caputo en el centro.

Pedro Lacour

En apenas 24 horas, el gobierno de Javier Milei combinó celebración y advertencia, euforia interna y amenazas públicas, sospechas de desestabilización y operaciones políticas que coexisten en un clima de alta intensidad. Desde que el Presidente decidió suspender su viaje a Tucumán por el Día de la Independencia –una decisión justificada por la niebla, pero atravesada por el desaire de los gobernadores– hasta la reunión de Gabinete de este jueves por la mañana, la dinámica del poder libertario volvió a encenderse.

Sin convocatoria formal, la oposición sesiona para buscar aprobar el aumento a los jubilados

La primera postal de la jornada fue el cónclave que Milei encabezó en Casa Rosada con casi la totalidad de sus ministros, en la antesala de una sesión clave del Senado que podría derivar en un nuevo revés legislativo para el Ejecutivo. En el Salón Eva Perón, la única ausencia notoria fue la del canciller Gerardo Werthein.

Pulgares arriba: todo el gabinete imitó a Milei en la foto de este jueves. Presidencia

Con la amenaza latente de que se aprueben los proyectos impulsados por los 24 mandatarios provinciales –como el giro automático de los ATN y la coparticipación del impuesto a los combustibles–, el Presidente se blindó con los suyos y redobló la ofensiva: acusó a los mandatarios provinciales de querer “destruir al Gobierno Nacional”, los trató de “perversos” y anticipó que, de avanzar las iniciativas, las vetará o judicializará. “Estamos absolutamente tranquilos porque si querían hacer la maldad, ya llegaron tarde”, había dicho ayer en una entrevista radial con El Observador.

Pero la paz interna no fue completa. El miércoles por la noche, una bomba mediática sacudió al ministro de Economía. Un video viralizado mostró al conductor Alejandro Fantino –cercano al oficialismo– relatando una charla con Luis Caputo, en la que el ministro de Economía habría insinuado que una eventual aprobación de leyes que afecten el superávit derivaría en una corrida financiera. “Va a volar el riesgo país, el dólar se va a ir para arriba, va a haber ruido en la calle”, decía Fantino, insospechado de anti-mileísmo.

“Toto” reaccionó con vehemencia. Primero en sus redes –“supongo que esto será IA o armado de alguna manera”– y luego en una entrevista con Luis Majul, donde aseguró que le había dicho “todo lo contrario” a Fantino. “La macro está ordenada y por más que la política trate de generar lío, no va a ser un problema”, se atajó. El episodio encendió las alarmas por el timing: a pocas horas de una sesión que pondrá a prueba la solidez fiscal del Gobierno.

Sin embargo, en paralelo, en los pasillos de Balcarce 50 se respiraba otro ánimo. Ayer por la tarde, Milei encabezó un brindis interno para homenajear al ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, por las reformas logradas durante el período de facultades delegadas que venció el martes. Fue un acto cargado de épica libertaria, acompañado por la fanfarria de los Granaderos y discursos en los que el oficialismo buscó reivindicar su capacidad transformadora. “La Argentina cambió para siempre”, repitían, extasiados.

Javier Milei y Federico Sturzenegger se funden en un abrazo, ante la mirada de Guillermo Francos.

El cierre de las 24 horas frenéticas se completó con la oficialización del acuerdo político entre La Libertad Avanza y el PRO en la provincia de Buenos Aires. El anuncio, que fue anticipado por las negociaciones de los últimos días, representa una jugada clave rumbo a octubre: el sello libertario –que mide mejor que cualquier enroque con nombres nuevos– absorberá parte de la estructura territorial amarilla, aunque sin Mauricio Macri como interlocutor. La alianza se gestó con fotos y conferencia de Karina Milei en el Hotel Libertador y el mensaje fue claro: tras ganarle al PRO en la Ciudad, el objetivo es “terminar con el kirchnerismo” en territorio bonaerense.

Pero no todo se cocina en la Casa Rosada. La otra mitad de esta historia transcurre a unas cuadras, en el Senado, donde Victoria Villarruel terminó cediendo a la presión de la oposición y aceptó habilitar una sesión que podría significar la derrota más contundente del oficialismo desde que asumió el poder. La vicepresidenta convocó a los jefes de bloque para intentar ordenar una sesión que ya era inevitable. El acuerdo fue salomónico pero incómodo: se tratarán todos los temas. No solo los proyectos que interesan a los gobernadores sino también los que más preocupan al Ejecutivo: el aumento del 7,2% a las jubilaciones mínimas, el incremento del bono jubilatorio, la moratoria previsional, la emergencia en discapacidad, y hasta la insistencia en la ley de emergencia para Bahía Blanca, que Milei ya había vetado.

Una postal que quedó vieja: Milei y los gobernadores hace un año, durante la firma del Pacto de Mayo. EFE

La zanahoria para los gobernadores sigue siendo el financiamiento. Las provincias buscan reactivar una serie de transferencias paralizadas por el Gobierno y apuntan al reparto automático de recursos. Pero los proyectos sociales dividen a la oposición. Mientras el peronismo exige votar todo junto, varios radicales y aliados del PRO ya adelantaron que rechazarán las iniciativas que afectan el equilibrio fiscal, como el aumento a los jubilados. “La bandera del déficit cero no se negocia”, advierten.

En la Casa Rosada ya nadie disimula el pesimismo. Saben que la derrota es probable y que Milei deberá recurrir a una nueva ola de vetos para evitar que se erosionen las cuentas fiscales. Es por eso que el Gobierno empieza a mirar más allá: el objetivo inmediato no es evitar el golpe, sino mostrar que, aún con el Congreso en contra, el rumbo no se altera. El “día después” será el momento de retomar la narrativa: gobernadores cómplices del pasado, política fiscal responsable, y enemigos del cambio.

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