La calma antes de la tormenta

La calma antes de la tormenta

La campaña electoral llegó a su fin. Fueron meses convulsionados. Polarización, el voto radical y porcentajes de indecisos fueron parte del debate. Ya no queda tiempo para más. Sólo resta esperar.

La campaña electoral llegó a su fin. Sin lugar a dudas fueron meses convulsionados. Las elecciones primarias funcionaron como un “ordenador” y pese a que el resultado pareció dar lugar al inicio de una escalada de violencia impropia de estos tiempos, los ánimos se fueron calmando y sólo quedaron resonando en el ambiente algunos “fuegos de artificio”.

 

Las elecciones “ejecutivas” son particulares por ello debemos analizar tres escenarios que presentan sus similitudes pero también sus diferencias. El “corte de boleta” es una sana costumbre en nuestra ciudad, toda vez que han existido partidos vecinales con chances electorales respetables, sumado a una fuerte presencia en el electorado del socialismo y el radicalismo, más allá de amplios triunfos de gobernadores y/o presidentes justicialistas. Somos complejos.

 

Pese a que desde el sciolismo confiaban en un rotundo apoyo del electorado marplatense en su aventura presidencial, las urnas le dieron la espalda en las PASO y eso generó un verdadero tembladeral en los comandos de campaña.

 

Desde el entorno del gobernador “se cortaron solos”, algunos culparon a Pulti y otros a la lluvia. Lo cierto es que no hubo lugar para fotos de funcionarios felices. La campaña se centró en la imagen de Scioli y su vinculación con la “ciudad que él más quiere y a la que más le ha dado”; para ser sinceros, la cuestión excede lo afectivo, Mar del Plata – Batán es uno de los 4 o 5 centros urbanos que necesita recuperar si pretende evitar el balotaje.

 

Más allá de las interpretaciones que buscan “culpables” en el territorio, las expectativas de Scioli en nuestra ciudad encuentran dos escollos: su estrecha vinculación con el kirchnerismo y la postulación de Aníbal Fernández a la gobernación. Sectores de la ciudad que solían verlo con simpatía no le confiaron su voto y no hay muchos indicios de que esos factores dejen de tener un peso importante el próximo domingo.

 

La campaña de Macri en nuestra ciudad fue casi “fantasmal”. Gran parte de la responsabilidad de llevar adelante la propuesta de Cambiemos “recayó” sobre la candidata a gobernadora María Eugenia Vidal. Los índices de rechazo de Aníbal Fernández permiten conjeturar que es una decisión compartida entre el comando macrista y el arroyista. Vidal suma más que Macri, porque Anibal resta infinitamente más que Scioli.

 

Cambiemos hizo una gran primaria a nivel local. El particular fenómeno vecinalista de Carlos Arroyo, sumado a la presencia del “voto radical” que acompañó a Baragiola, le permitió al macrismo contar con el 50% del electorado. Esta situación permite inferir que existió un arrastre de “abajo hacia arriba”. Desde las tiendas del jefe de gobierno esperan que la cosecha se repita.

 

Por su parte, Sergio Massa visitó nuestra ciudad en un par de oportunidades y pareció potenciar al menos por unas semanas las chances de los candidatos locales. Lo cierto es que Massa supo capitalizar una primaria interesante (más pareja de lo que hoy recordamos), evitó una polarización temprana, pero mostró alguna dificultad en la última semana de campaña pese a que logró torcer en parte la estrategia del “voto útil” que esgrimió el macrismo. En nuestra ciudad su postulación, y la de Felipe Sola a la provincia, rondarían el 15%.

 

El grupo de “los otros 3” pasaron un tanto desapercibidos en nuestra ciudad. Margarita Stolbizer se hizo presente en un par de oportunidades en búsqueda del “voto” radical que la ha sabido acompañar en otras elecciones, pero la atención del electorado parece estar centrada en otros actores.

 

Hay un dato a tener en cuenta: según indicaron algunos estudios de opinión el porcentaje de indecisos para presidente y gobernador supera el 10%, muchos de los cuales afirman que decidirán su voto dentro del cuarto oscuro. Si a esto le sumamos el margen de error cualquier cosa puede pasar. Sería esperable un leve repunte de Scioli pero también una mejor performance de Vidal. En otra época se hubieran repartido muchas tijeras.

 

A nivel local todo es incertidumbre: desde el arroyismo afirman que ganan por 10 puntos, mientras que desde el pultismo dicen que afrontan un escenario de máxima paridad. Se desconoce el número de indecisos puesto que los estudios de opinión que han trascendido optaron por proyectarlos. Algunos hacen alusión a una polarización cercana al 90%, mientras que otros son más prudentes y ubican la suma de los dos principales contendientes en una cifra que ronda el 80%.

 

Como hemos dicho en más de una oportunidad si la polarización supera el 80% las chances de Pulti se desvanecen. Mientas tanto algunas proyecciones ubican a Arroyo en un 48%, dejando imaginar que su “base real” gira en torno al 40%. Como bien dijo en las últimas horas el dirigente kirchnerista Daniel Rodríguez: “Creo que es una elección difícil para Pulti, pero no imposible”.

 

En las últimas semanas Arroyo decidió salir, sólo por momentos, del ostracismo impuesto por su entorno, evitó los debates televisivos y seleccionó las actividades en donde podía cruzarse con otros contendientes.

 

Pulti dejó de lado la campaña agresiva que comenzó aquella tormentosa noche de agosto, se mostró más cerca de los vecinos, “olvidó” mencionar el proyecto “nacional y popular” en cada aparición pública, reconoció errores y sumó caras olvidadas a una campaña propia de Acción Marplatense.

 

Lucas Fiorini (UNA), Pablo Farias (Progresistas) y Alejandro Martínez (FIT)esperan ser capaces de sostener un “voto ideológico” que sortee la “polarización”. Los tres tuvieron la oportunidad de expresar sus ideas en los distintos debates y los tres estuvieron a la altura de las circunstancias.  También a los tres les resulta difícil explicar (y a los ciudadanos comprender) que para tener un Concejo Deliberante plural los ciudadanos deben acompañarlos, dificultades propias de la autarquía municipal.

 

Ya no queda tiempo para más. Sólo resta esperar. Seguramente surgirán algunas discusiones folclóricas, un par de denuncias de ocasión y los nervios propios de una elección que define muchas cosas.  La calma antes de la tormenta.

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