Más banderas que militancia: una plaza en silencio esperó a Alberto

Más banderas que militancia: una plaza en silencio esperó a Alberto

Tras desarticular su propia marcha de apoyo, Fernández llegó a dar su segundo discurso inaugural con un clima enrarecido en las calles. Notables ausencias en las demostraciones de apoyo.

La Plaza del Congreso que recibe al presidente Alberto Fernández para oír su discurso inaugural del 139 período de sesiones ordinarias del Parlamento en mucho se parece a aquella que despidió a Mauricio Macri en 2019. Lejos de las multitudes movilizadas cada 1 de marzo por el peronismo-kirchnerismo, Fernández llega al Congreso con tibias señales de apoyo: apenas unos centenares de militantes y más banderas que esconden los claros, pero no confunden el silencio que predomina entre los presentes. 

El sábado, el presidente llamó a desmovilizar la manifestación convocada por agrupaciones políticas, sindicatos y movimientos sociales. Lo hizo alegando los riesgos que supone para la propagación del Coronavirus, queriendo distanciarse así de la convocatoria opositora despertada por el escándalo del vacunatorio VIP, pero también consciente de las disputas internas al interior del Frente de Todos. 

Este lunes, la plaza se cubrió con banderas de las facciones más "albertistas" de la coalición. Barrios de Pie desplegó la mayor cantidad de banderas, junto con el gremio ATE, el de los trabajadores deportivos (Utedyc) y de los espectáculos públicos (Sutep). Unos pocos intendentes mandaron sus apoyos (Ariel Sujarchuk de Escobar, Martín Insaurralde de Lomas de Zamora) y en clave personalista también el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, elevado a la categoría de prócer con una tela que lo evocaba casi como un líder de otras épocas. 

En las inmediaciones el Congreso faltaron los parlantes con trapos de La Cámpora. La agrupación K pasó veladamente con dos carteles llamativos y que desnudan la interna de la provincia de Buenos Aires: "Se viene Máximo al PJ", en relación a la presión que el diputado ejerce para hacer renunciar anticipadamente a la plana del partido para tomar las riendas. Los intendentes, por ahora, resisten. 

La llegada de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner fue la única que despertó a la gente sentada en las baldosas. "¡Vamos Cristina!", le gritaban corriendo hasta las vallas que la dejaban a más de 50 metros de la gente. La nota de color la dieron unos cincuenta militantes de la Federación Cannábica, que reclamaban la no criminalización del autocultivo de marihuana.

 

POR EZEQUIEL CHABAY

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