Las elecciones porteñas son una especie de interna abierta para medir las fuerzas en pos de poner las condiciones de un eventual acuerdo en otros distritos y a nivel nacional, pero las diferencias en la cúpula libertaria y la guerra entre sellos tensiona la negociación
Por Daniela Romero
La campaña electoral marcha sobre suelo resbaladizo, sin definiciones concretas y con factores difusos que se ponen en juego: el punto en común más sólido en el oficialismo es que el sello violeta debe predominar en las listas bonaerenses, pero la elección de los integrantes genera puntos de conflicto en el “triángulo de hierro” del presidente Javier Milei y, mientras tanto, el PRO no cesa con las dagas de cara al 18 de mayo.
“Hay que tratar de integrar también a este frente, para ganarle al kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires, a otras fuerzas políticas que defiendan el cambio en la provincia. Muchos intendentes radicales, con los cuales estamos teniendo diálogos”, dejó trascender el presidente del PRO bonaerense, Cristian Ritondo, tras una reunión de la cúpula amarilla en la provincia esta semana en la que definieron “profundizar” el diálogo con los libertarios.
“Depende qué radicales”, reconoció en diálogo con BAE Negocios un allegado al ala Karinista del núcleo libertario. Según las fuentes, el filtro no pasa por el signo político sino de los dirigentes en sí, mientras que en el espacio amarillo buscan armar un arco multicolor que garantice un amplio electorado que le gane al peronismo en el territorio de Axel Kicillof.
El brazo de la secretaria de Presidencia, Karina Milei, en la provincia de Buenos Aires es Sebastián Pareja, el armador bonaerense que no tiene buena sintonía con la otra vértice del triángulo, el asesor Santiago Caputo. Este tiene de alfil a Agustín Romo, jefe de bloque de la La Libertad Avanza en la legislatura.
Aunque Karina es quien tiene la lapicera, tras bambalinas hay una serie de desacuerdos que también retrasan definiciones. Quedó sobre la mesa con la elección en Santa Fe, con Nicolás Mayoraz a la cabeza de la lista libertaria y, al otro lado, Amalia Granata. En Casa Rosada hubo quienes cuestionaron la prudencia de esa decisión de Karina.
Ya lo había advertido el expresidente Mauricio Macri, quien acusó de “vendidos” a los amarillos que se tiñeron de violetas: hoy el presidente Javier Milei le respondió pidiéndole que “muestre la factura”. Para el líder del PRO, tanto la hermana del jefe de Estado como su asesor presidencial son los que imposibilitan llegar a una alianza en la provincia. Si bien ambos sectores mostraron voluntad de acuerdo, este nunca llega. ¿Por qué?
Mientras que hay dirigentes del PRO que no van a dudar en pasarse a LLA si es necesario -el principal apuntado, en ese sentido, es Diego Santilli, quien no se sumó al recorrido de Macri, Ritondo y los intendentes en Mar del Plata-, Ritondo quiere mantener la identidad del partido: ahí es donde choca con el Gobierno, que presiona con su marca propia.
La idea de armar una especie de nuevo “Juntos por el Cambio” genera acidez estomacal para los libertarios de pura cepa que resienten la idea de una coalición con otros frentes.
Aunque Macri no duda en pasar factura de los “favores” parlamentarios, algunos en LLA están convencidos de que los amarillos no tienen muchas opciones más que respaldarlos: el PRO es el que tiene más para perder si no lo hacen. Pero por si quedaron dudas de los resultados del 2023, ahora el oficialismo busca despejarlas en la Ciudad de Buenos Aires.
Los comicios porteños se convirtieron en una especie de “PASO”. La atomización de candidatos y la decisión de mandar al eslabón más fuerte, Manuel Adorni, para competir en el territorio históricamente amarillo hoy representa más una elección de internas. Tanto en el PRO como en el Gobierno reconocen que difícilmente se llegue a un acuerdo para los demás distritos antes del 18 de mayo.
La idea de medirse los sellos en la Ciudad le otorgará a cada quien la herramienta más útil para tener mejor poder de decisión a la hora de definir los términos y condiciones de las alianzas. Esto no quiere decir que no sigan actuando en sintonía en el Congreso: en el oficialismo reconocen que es inevitable que continúen actuando juntos, especialmente este año. “El PRO va a desaparecer naturalmente”, evalúan.
Comentá la nota