Inflexible, Cristina no hará correcciones económicas

Por Marcelo Bonelli

Cristina Kirchner desanimó a todos los hombres de negocios durante la reunión privada en la Casa Rosada: les dijo que no va a pagar el costo político de hacer las correcciones que se necesitan para enderezar la economía y llegar en forma ordenada al 2015.

Fue una definición dura y fuerte: por primera vez se refirió al tema y dejó traslucir que pretende dejarle al próximo presidente la herencia de ajustes que engendra la política que ahora lleva adelante la Casa Rosada. Cristina sugirió, además, que antes de corregir sus desaciertos económicos prefiere renunciar y dejar el gobierno.

Utilizó un discurso elíptico, pero a la vez suficientemente claro. El mensaje llegó al corazón de los caciques industriales y de los banqueros. Dijo: “ Yo no me voy a quedar sentada en la Casa Rosada acompañando una política económica que no comparto.” Y agregó: “Ya tengo 60 años, soy abuela, no voy aplicar ninguna medida que quieran para enfriar la economía.” Esto ocurrió cuando la prensa había dejado el encuentro y después de que expresara en público que estaba dispuesta a escuchar recomendaciones, algo que sus afirmaciones, ya en privado, se encargaron de desmentir.

Cristina se transformó cuando se apagaron los reflectores y se dedicó a criticar a la Unión Industrial y a la Asociación de Bancos Argentinos.

Identificó a las dos entidades con el deseo empresario de que pague el costo político de reacomodar la economía antes del 2015 y evitar dejarle una bomba de tiempo al futuro presidente. Cristina dijo que persistirá con su estrategia y que no está dispuesta a corregir nada, y rechazó llevar adelante “un plan de metas de inflación, porque eso implica enfriar la economía y devaluar”. Ahí fue cuando mencionó a la UIA y a ADEBA, vinculándolas con los grupos que pretenden ordenar la economía para despejarle el camino al futuro gobierno.

Su bronca fue una respuesta a las últimas declaraciones de Héctor Méndez y Jorge Brito. Ambos decidieron faltar al encuentro. Méndez programó un viaje al exterior y el banquero tomó una decisión más fuerte: solicitó licencia en ADEBA para evitar toparse con Cristina hasta que pasen las elecciones de octubre.

Así, sin la presencia de dos entidades fuertes del mundo de los negocios, el diálogo se convirtió en un monólogo. La AEA no fue invitada nunca y ayer su titular, Jaime Campos, reclamó: “Aprobamos las rebajas impositivas, pero no puede haber más impuestos a las empresas porque afectan la competitividad ”.

Cristina acusa a Brito de trabajar para Sergio Massa. Pero su análisis olvida que antes de ahora y con su aval Guillermo Moreno lo acusaba de “traidor a la patria” y de ser responsable de la suba del dólar paralelo.

Méndez embistió contra la continua mala praxis de Hernán Lorenzino, pero en la Casa Rosada insisten en que sus dichos forman parte de la interna del equipo económico.

Moreno fue quien, desde el Gobierno, presionó para que Méndez volviera a ocupar la jefatura de la UIA. Esto desató una lucha frontal con Julio De Vido y ahora alimenta malhumor en su contra.

Axel Kicillof y el propio Hernán Lorenzino transmitieron a sus íntimos que Méndez salió a despreciar al ministro de Economía por sugerencia de Moreno.

El secretario de Comercio atraviesa un pésimo momento político. Se convirtió en un coleccionista de fracasos y su nula cosecha lo hizo blanco de otras operaciones. Hasta Carlos Zannini lanzó una ofensiva durísima en un encuentro íntimo en la Quinta de Olivos: “Moreno se tiene que ir del gobierno.” Ahora desde la Casa Rosada existen duros comentarios, que vinculan al secretario de Comercio con el manejo discrecional de 35 millones de pesos supuestamente donados para ayudar a los inundados de La Plata.

Moreno obligó, invocando ese fin, a aportar el dinero a industriales y banqueros, pero –un semestre después– los fondos continúan en una cuenta de la CGE y con un manejo considerado poco transparente. Sus enemigos en el gobierno dicen que Moreno usa esos fondos para otros fines. El secretario se defiende y sostiene que enviará el dinero después de las elecciones.

La presentación de Miguel Galuccio en el Club del Petróleo fue frustrante para la comunidad energética de negocios. Sólo diagnosticó algo denunciado desde hace bastante tiempo y que el gobierno ocultó. Afirmó: “El déficit energético es grave”. La experta María Serenelli se lo recordó: “ Hace años, advertimos que la política energética nos llevaba al desabastecimiento ”. Pero Galuccio no aportó ni una idea sobre cómo el país va a resolver una crisis que condiciona toda la economía y el frente externo. Y de hecho reconoció que su plan estaba fracasando: YPF invirtió 5.500 millones de dólares, un 27% menos de lo que había prometido en el “Plan Galuccio”.

El titular de YPF evitó hablar de los temas urticantes y para eso se reunió previamente con Oscar Vicente. Le pidió a su anfitrión no ser interrogado sobre el contrato secreto de Chevron, ni la posibilidad de un bloqueo a YPF por la Justicia de Nueva York.

Galuccio comentó que ya había un banco argentino privado con participación estatal que estaba bajo observación de Thomas Griessa para un embargo.

Pero el pacto de silencio fue quebrado por la pregunta de un ex secretario de combustible peronista.

Rubén Maltoni tocó el tema que más inquieta a los inversores y fue preciso: “ ¿Existe un plan para la transición política?

” Galuccio balbuceó una respuesta. Dijo que YPF era una sociedad anónima y que eso preserva su gestión. Pero al final, tuvo que sincerarse: “Si hay cambios políticos, yo y mi equipo no tendremos inconvenientes en irnos.”

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