Yeza y Montenegro contra las restricciones: "Las medidas van a potenciar las fiestas clandestinas"

Yeza y Montenegro contra las restricciones:

Los intendentes de General Pueyrredon y Pinamar coinciden en que la restricción horaria puede ser contraproducente. La visión de la temporada,elogios a la Policía y el trabajo con Provincia. Críticas al decreto nacional.

En diálogo con La Tecla, Guillermo Montenegro y Martín Yeza se mostraron contrarios a las medidas que imponen el cierre de los restaurantes y los bares a la una de la mañana, mientras que destacaron el trabajo que hace la Policía para tratar de controlar la clandestinidad, una bomba de tiempo en pleno crecimiento de los contagios. Los intendentes de Juntos por el Cambio de General Pueyrredon y Pinamar criticaron el decreto presidencial y destacaron el trabajo de Provincia, aunque pedirán más ayuda para los sectores que siguen sin remontar.

-¿Qué complicaciones trae que se haya suspendido toda actividad entre la 1 y las 6 de la mañana?

-Guillermo Montenegro (GM): Nosotros entendimos siempre que ni el problema estaba en el horario ni la solución era la restricción horaria. El problema es la clandestinidad. Vamos a acatar la medida, pero sabemos que esto va a potenciar las fiestas clandestinas.

-Martín Yeza (MY): Lo vamos a ver en esta semana. El primer reflejo de los jóvenes fue seguir haciendo lo que venían haciendo, de una manera más intensificada con el argumento de que “no sabemos cuándo se cierra pero sabemos que se está por cerrar”. La segunda complicación va por lo laboral, porque las personas que trabajan en los bares y demás tienen que terminar antes. Y el tercer punto, donde vamos a tener un desafío la Provincia y el Municipio, es que esto tenga una implicancia epidemiológica; porque el fundamento de la medida es que los casos están aumentando y el desafío está en que estas restricciones impliquen un descenso en la curva epidemiológica o, mínimamente, se estacione.

-¿Qué le pareció el decreto presidencial?

-GM: Les da a los gobernadores la potestad de una serie de variables sanitarias para tomar decisiones, pero, en definitiva, no hubo un lugar que marcara claramente lo que se tenía que hacer. Estableció un marco sanitario que les dice a los gobernadores que a partir de ahí tomen ellos las decisiones. Obviamente, muchos esperaban otra cosa, un decreto donde se marcara claramente una posición, pero la cedieron a los gobernadores.

-MY: Nunca me imaginé que un decreto iba a ser un compendio de recomendaciones. Es muy difícil de comprender, es un decreto que no decreta. En el caso de la provincia de Buenos Aires, entre el Gobierno y los intendentes, ya estábamos trabajando, por eso es difícil de entender. Si nos querían dar recomendaciones, nos juntábamos y nos las daban, pero la telenovela que se armó con el toque de queda confundió y dañó la percepción ciudadana respecto a quienes están tomando decisiones y en base a qué las están tomando. Y somos los gobernadores y los intendentes quienes tenemos que desinflamar esa situación.

-¿El verano es como lo imaginó en diciembre, cuando se largó la temporada, o está lejos de eso?

-GM: Es inimaginable esta temporada. Obviamente que uno, cuando trabajó desde septiembre y octubre, tenía que ver con los decks, con el aire libre, con el control para que se puedan hacer las actividades, pero es impensado ir a la playa con el barbijo, no compartir el mate. Lo que nos está ocurriendo es diferente, distinto, y eso, también, a todos nos ha generado un cambio. Sí por ahí imaginaba el trabajo con todos los sectores, como para que la ciudad estuviera en las condiciones que está, para cumplir los protocolos y poder realizar la mayor cantidad de actividades posibles. Se trabajó muy duro, no sólo desde el gobierno, sino desde el sector privado, para generar también laburo, porque el año pasado fue el peor año de la historia de Mar del Plata en lo que tiene que ver con el índice de desempleo.

-MY: En Pinamar, el sector más resentido es el de la hotelería de una, dos y tres estrellas, pero después, la temporada es todo lo buena que podría estar siendo. En inmobiliaria es excelente y en hotelería de gama alta es bastante aceptable. Para el contexto en el que estamos es una buena temporada. Nos hemos preparado para poder atender al aire libre, han crecido mucho los servicios de delivery, las cartas gastronómicas se han adaptado, los protocolos están y se cumplen. Hay un grueso de las actividades que uno se imagina que van a funcionar bien.

-¿Cómo evaluaría el tema de la seguridad con el Operativo Sol?

-GM: La seguridad es una de las principales preocupaciones de los vecinos. Laburo y seguridad es lo que más se escucha como reclamo de los vecinos, y en eso trabajamos con la Policía Bonaerense y con la Patrulla Municipal. Estamos trabajando mucho con el vecino, que plantea el problema, junto con la Policía y, también, junto con la Justicia. Donde hay una problemática específica en un barrio, abordarlo no solamente con la presencia municipal, sino con la presencia policial y con investigaciones judiciales que hagan cesar la comisión de delitos.

-MY: La administración del Operativo de Sol a Sol es excelente, no hay quien venga a Pinamar y no destaque el extraordinario despliegue de seguridad que hay en la ciudad; y los hechos que hubo se van clarificando. Hay un trabajo muy profesional.

-¿Cuál es la razón por la que la gente se relajó?

-GM: Creo que tiene que ver con el cansancio, el hartazgo, en querer que termine. Es entendible, pero es la peor combinación, porque este es el momento para estar más concentrados. A cualquiera que le preguntás qué tiene que hacer, lo sabe; no hay un problema de desconocimiento del uso del barbijo, del aislamiento, del lavado de manos, pero hay un punto en el que nueve o diez meses es mucho. Además creo que todos pensamos que esto iba a ser más corto y a todos nos afectó de manera distinta.

-MY: Primero, porque es contraintuitivo, hay una parte de la gente que está asustada; hay otra parte que cree que no hay que tenerle miedo, que el coronavirus es un mito; y están los del medio, que piensan que no hay que relajarse pero tampoco es tan grave. Entre estos tercios poblacionales creo que es evidente que hubo una influencia de las pertenencias políticas partidarias respecto de lo que ha ocurrido, me parece que hay una relación entre el posicionamiento político y la perspectiva del reordenamiento social.

-¿Qué les dice a quienes hoy dudan entre ir o no ir a la ciudad?

-GM: Quienes quieran venir a Mar del Plata deberán hacerlo con los cuidados que cada uno sabe que tiene que tener y tiene en su casa. Esta es una temporada distinta, es una temporada en pandemia, en la que todas las actividades están reguladas y protocolizadas; con la tranquilidad de que en nuestra ciudad se trabaja muy fuerte y muy duro en los controles. Pero quien venga debe venir a cumplir las reglas. Las normas son claras, y eso habla del cuidado de la salud de los vecinos de mi ciudad, y también, del laburo de los marplatenses.

-MY: Si vienen con ganas de descansar, disfrutar y encontrarse en familia con actividades gastronómicas, culturales, deportivas al aire libre van a encontrar una ciudad muy amable. Si quieren venir a bailar van a estar poniendo en jaque el esfuerzo de un montón de pinamarenses. Así que les pido que vengan a disfrutar cuidándose.

Los controles en las playas

-¿En la playa, el control está en el nivel pretendido o faltaría más?

-GM: Siempre, uno tiene la sensación de que falta más. Se ha hecho un trabajo importante, sobre todo con el grupo de jóvenes que pusimos, que todos acá los conocen como los chalecos celestes, que trabajan muy bien en el control de ingreso y en mantener la lejanía de la gente. Pero uno siempre quiere más, y tratamos de mejorar día a día.

-MY: El problema de la playa es como el del espacio público, y el Municipio, a lo máximo que pueda aspirar es a concientizar. A lo sumo podemos concientizar con cierto nivel de vehemencia, pero el Municipio no tiene competencia como para detener a alguien o hacerle una multa porque no use barbijo. Creo que después de diez meses, no vamos a convencer a nadie porque haya un cartel más o un cartel menos, o que haya un orientador más o menos; a esta altura, los gobernantes estamos agotando los niveles de creatividad y originalidad, y el mayor vector es cuando se empieza a percibir que los casos son altos y la capacidad del sistema de salud se puede ver afectada.

Montenegro: “Debemos ser muy duros con la clandestinidad”

Usted insiste mucho en la clandestinidad, ¿pero hay controles?

-Hay que trabajar muy fuerte contra la clandestinidad, que lo estamos haciendo, incluso con la Provincia, con la Policía Bonaerense. Y evitar que en los lugares habilitados para cierta cantidad no haya más gente. Hay que poner el foco en los lugares habilitados con protocolos y ser duros si no se cumplen esos protocolos. Pero no solamente con la desarticulación, sino también con las multas y con las investigaciones judiciales, porque quien organiza una fiesta clandestina está cometiendo un delito.

-¿Qué es lo que falla para que se produzca esto: son los controles, falta de policía o dónde está el problema?

-Es un problema que tiene el mundo, no es un problema de Mar del Plata, de la Provincia o de la Argentina. Incluso cuando uno llega, ya hubo 45 o 50 minutos en los que la juntada existió. Todos sabemos que el enemigo del virus es el aire libre y el amigo del virus es la juntada sin protocolos, desde la reunión social hasta las fiestas clandestinas.

-Además de los otros problemas que traen este tipo de juntadas, con el consumo de alcohol y demás…

-Absolutamente. En las fiestas clandestinas tenés menores de 15 años con personas de 40, no hay salidas de emergencia, ni plan de evacuación. Nadie sabe qué se consume, no está habilitado el lugar, con lo cual, el alcohol que se consume no está regulado. Todo esto, al margen de lo que tiene que ver con la salud.

Yeza: “Lo que discutimos es el tamaño del problema”

-¿Se puede controlar la clandestinidad o es casi imposible en un distrito como Pinamar?

-El último fin de semana hubo cerca de 35 denuncias por ruidos molestos, o sea, fiestas clandestinas, y en el ciento por ciento de los casos, las desarticulamos. El problema va a seguir existiendo, lo que estamos discutiendo es el tamaño del problema.

-¿Cómo es eso?

-En informática se sugiere descomponer un problema complejo en la mayor cantidad de problemas simples, como para poder generar soluciones simples. Si cerramos los bares, los lugares al aire libre y los cafecitos a la una de la mañana, mucho de eso se va a trasladar a las casas. En Pinamar hay cerca de 85 bares, de los cuales seis o siete son bailables, y esos lugares iban resolviendo un problema complejo, porque quien se quiere cuidar se iba a tomar una cervecita al aire libre. Ahora, o va a quedarse en la casa o se va a juntar en otro lado, lo cual no es lo ideal desde lo epidemiológico. La decisión se toma por el aumento de casos, y el desafío es hacer que la medida sirva para el fin para el cual fue diseñada.

-¿Hay suficiente personal de la Provincia para ayudar en los controles o se falla ahí?

-No. El trabajo es excelente. A la Policía, más no se le puede pedir. El personal policial y el de salud son los grandes héroes en esta pandemia. Terminamos exigiéndole mucho a la Policía y el trabajo es muy bueno; y con el ministro (Sergio) Berni, la comunicación es fluida; pero no solo hablamos, las cosas ocurren.

Trabajo con Nación y Provincia por los sectores más afectados

Una de las preocupaciones comunes a todos los intendentes de la costa es la baja ocupación de plazas. En ese sentido, tanto Montenegro como Yeza coincidieron en que ya se habla con el ministro de Turismo de la Nación, Matías Lammens, y con el de Producción de la Provincia, Augusto Costa, para socorrer a los sectores más afectados.

“Lo hemos hablado, junto a otros intendentes, con el ministro Lammens, como para poder darle una mano al grupo de hoteleros y a los trabajadores. Los alquileres, en cambio, subieron, y los fines de semana tenemos un mayor ingreso. En los días pico (de temporadas anteriores) tenías un ingreso de 2.500 autos hora, y ahora es de 800-850”, dijo el jefe comunal de General Pueyrredon, como para graficar la situación de su distrito. Yeza, también destacó la ocupación de inmuebles particulares. “Pinamar tiene aproximadamente 330.000 camas, de las cuales cerca de 290.000 son de casas o departamentos, y esta temporada vinieron muchos propietarios. Hay casi tanta gente como en otros años, con la única variación que se está dando en la hotelería de una, dos y tres estrellas, que está a la mitad”.

Si bien ambos alcaldes coincidieron en que todavía no se acordaron medidas concretas, y que ello se evaluará al fin de la temporada, Montenegro subrayó que “vamos a tener que ver cómo termina la temporada y cuáles son las implicancias que tuvo en cada sector y en cada lugar; en toda la costa puede haber diferencias en cómo se movió algún rubro en uno u otro sitio”.

Por su parte, el mandamás pinamarense sostuvo: “Una preocupación para muchos de nosotros es la segunda quincena de febrero. Al haberse anunciado el regreso a las clases en la Ciudad de Buenos Aires para el 18 de febrero perjudicó muchísimo tanto a la hotelería como a la inmobiliaria”. Otro golpe para el turismo en la costa.

Montenegro: “Lo que pasó en el resto del año es lo que más nos golpeó”

-La desocupación es un gran problema en Mar del Plata. Si la temporada sigue así, o se dictaminan más restricciones, ¿qué panorama vislumbra para cuando pase el verano?

-Mar del Plata, no es solo una ciudad turística, y ya la teníamos complicada. La verdad es que a nosotros nos complicó mucho más todo lo que tuvo que ver con la pandemia, porque con la cuarentena tuvimos un 26 por ciento de desocupación en el segundo trimestre del año pasado, que fue el peor número en la historia de nuestra ciudad. No solamente tiene que ver con la temporada, sino que durante la cuarentena hubo sectores sumamente golpeados. Obviamente, los escuchamos y les buscamos las soluciones, desde el Municipio y yo como intermediario con la Provincia y con la Nación; pero una vez que terminemos la temporada habrá sectores que habrán estado mejor, pero ninguno ha estado bien el año pasado.

-Justamente, teniendo en cuenta eso y esta temporada floja…

-Nuestro problema no es la temporada. La cantidad de gente que viene en febrero es la misma que viene a Mar del Plata en marzo, abril y mayo. El hecho de haber estado cerrado es el mayor problema que tuvimos. Perdimos Semana Santa, fines de semana largos, las vacaciones de invierno. Enero y febrero son importantes, pero lo que pasó en el resto del año es lo que más nos golpeó. Por ejemplo, que no haya convenciones. Todo eso mueve 20 puntos del PBI de la ciudad, y se fue a cero.

Yeza: “Si las cosas dependieran de nosotros podríamos llevar el buque al puerto”

-¿Las restricciones complicaron más de lo que ayudan?

-Lo que generó un efecto negativo fueron los idas y vueltas del toque de queda, fundamentalmente por parte del Gobierno nacional, que iba a empezar con un toque de queda con una restricción de la circulación a partir de las 23 y terminó siendo un decreto con recomendaciones. Todo eso generó un comportamiento más desafiante por una parte de los jóvenes, que, ante la hipótesis de que iba a cerrar todo, empezaron a salir en días que no estaban saliendo.

-¿Los dejaron solos?

-Si las cosas dependieran de los intendentes y del trabajo con las provincias podríamos llevar al buque al puerto en medio de la turbulencia. El problema es cuando aparecen otras turbulencias, generadas por el Gobierno nacional, como ocurrió la semana pasada. Hay que tenerle mucho respeto a la curva sanitaria y hay que prestarle mucha atención al sistema sanitario.

“Está habilitado el turismo, no venir a trabajar de trapito”

-Los marplatenses se quejan de la aparición de los vulgarmente llamados “trapitos” que no son de la ciudad. ¿Usted lo considera un problema?

-GM: Son dos universos diferentes: el trapito marplatense y el trapito extranjero. Al marplatense, lo conocemos todos, porque estuvo todo el año, y nunca exige, siempre ayuda; y estamos trabajando en alguna regulación específica. El problema es el trapito con doble función, que es el que está cerca de la costa para ver cuándo entraste a la playa y le pasa el dato a otro de que quedó el auto solo; o sea que es parte de una organización que se dedica a cometer delitos. Trabajamos muy fuerte para poder desarticular eso. Además, lo que hoy está habilitado es el turismo, no venir a trabajar de trapito. La persona que lo esté haciendo es identificada, y si no tiene la aplicación y no ha hecho lo que corresponde debe volver a su lugar de origen.

Ciudades monitoreadas por los medios y ¿mala prensa?

-Los medios, sobre todo la televisión, están muy encima de la evolución de los contagios en la costa. ¿Exageran el tema?

-MY: Quizá, la mayoría de la gente no entiende por qué tanto énfasis en dos municipios en particular, como Pinamar y Mar del Plata. Siempre, los medios le han dado una relevancia a Pinamar; me parece que es parte del folclore, porque acá veranean un montón de empresarios y políticos y hay una representación simbólica de la Argentina.

-GM: Los casos crecieron en el mundo. Si vemos cómo fue tratada Mar del Plata históricamente durante los veranos, siempre había noticias, incluso con fotos viejas, que hablaban de lo mal que estaba Mar del Plata. Incluso el año pasado había fotos de procedimientos judiciales como que estaba ocurriendo un desborde y eran fotos de motos que hacía cuatro años que no usaba la Policía.

-¿La costa argentina tiene mala prensa?

-GM: Yo vi que Mar del Plata tiene mala prensa porque tiene noticias falsas.

-MY: Depende de cómo lo veas. Si mi mamá ve la imagen de los 3.500 jóvenes bailando en la playa pública sin ningún tipo de protocolo, por supuesto que le preocupa, pero si es un joven, quizá quiere estar ahí; entonces, no siempre las cosas funcionan de manera lineal entre las intenciones con las cuales se muestran y cuál es el efecto que finalmente tienen.

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