Reivindic.Ar y Diferenci.Ar, el doble discurso de un moderado duro

Reivindic.Ar y Diferenci.Ar, el doble discurso de un moderado duro

Fernández apeló a un marketing cristinista para un mensaje que sonó tanto a despedida como a continuidad. El rechazo a dos genes de su ADN judicial y porteño.

Por Sebastián Iñurrieta

Cuando arrancó el año electoral, Alberto Fernández le puso primero el hombro y luego voz al plan Reinvidic.Ar con un spot en el que cargó contra su antecesor inmediato, Mauricio Macri. Para su discurso de este miércoles de apertura de sesiones ordinarias del Congreso, que podría ser el último, el Presidente buscó ponerle diez rostros al operativo con el que pretende, de mínima, blindar su legado y, de máxima, equilibrar la balanza por el lado positivo en una gestión que es criticada, por igual, por la oposición y dentro del propio oficialismo. Para hacerlo resignificó una puesta en escena de Cristina Fernández de Kirchner, a quien le aplicó otro plan tras su reencuentro semestral, el Diferenci.Ar, pero de las loas a su moderación, en menos de dos horas, terminó a grito pelado con la oposición. Lo hizo rechazando dos genes que hacen su ADN de familia judicial y porteño.

Para la lectura de las 57 páginas de su discurso, Fernández apeló a una herramienta marketinera que había usado CFK. En el lanzamiento de Unidad Ciudadana, en el lejano 2017, cuando todavía no había develado que sería candidata a senadora, la actual vicepresidenta subió al escenario montado en la cancha de Arsenal a un grupo de personas afectadas, según acusó, por las medidas del gobierno de Macri. Con nombres de pila, presentó a dos investigadoras que perdieron su beca y un mujer que dejó de percibir una pensión, entre otras representantes de los que llamó "los problemas reales" de la gestión Cambiemos.

En tren de combatir el supuesto desánimo que alimentan los medios, como se quejó a la salida la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti, la mitad del mensaje presidencial fue dedicado a rescatar trazos de una gestión atravesada por la pandemia, la guerra y la deuda, las tres plagas del albertismo. Para que no quedara en meras cifras gélidas, mientras hubo admisión de la inflación como un problema pero no de posibles soluciones, Fernández presentó a una decena de personas comunes. El primero fue Juan José Fernández, excombatiente de Malvinas; después, Guillermo Battolla, que trabaja en una compañía argentina de biotecnología; María Daniel Parra Fuentes, que accedió su casa propia; Gisela Segovia, que trabaja en una obra en Puerto Madero; Silvina Aguilar, que dirige la Colonia Montes de Oca; las rectoras universitarias Alicia Borhem y Antonia Lidia Blanco, Juliana Cassataro, que particiipó del desarrollo de la primera vacuna argentina contra el covid; Gabriel Rabinovich, investigador del Conicet que lucha contra el cáncer, y Belén Sepúlveda, que consiguió trabajo gracias a una cooperativa creada bajo un programa oficial financiado por el Aporte Solidario y Extraordinario.

Esa ley fue impulsada por Máximo Kirchner, pero el hijo de la vicepresidenta no escuchó in situ el guiño de Fernández. Fue el único diputado que, cuando comenzó el discurso, no estaba en su banca. Tampoco fue Axel Kicillof. Acusando que se trataba de un "día muy intenso", el gobernador bonaerense no pudo hacerse tiempo entre el acto de apertura del ciclo lectivo y los preparativos de su propio #1M.

Su tono de reivindicación sonó primero a despedida. "Cuando deje mi cargo, nadie podrá atribuirme por ningún hecho por el que me haya enriquecido", afirmó. No es la primera vez que lo dice -lo había hecho ante los empresarios en la UIA-, pero es la primera vez que se jacta de ello al lado de Cristina Kirchner, condenada a seis años en la causa Vialidad.

El mensaje presidencial también puede cimentar los deseos de continuidad, si no personales, al menos de la administración del frentetodismo, al apelar al uso del plural. "Queremos seguir con la Argentina avanzando hacia un desarrollo sostenido, potenciando la industria, redistribuyendo con equidad los ingresos, ampliando derechos y cuidando el ambiente. Queremos continuar con la expansión de la inversión pública y dirigir los recursos del Estado, allí donde Argentina lo requiera", expresó Fernández.

A lo cualitativo, el Presidente le sumó lo cuantitativo y apeló al Excel. "Desde el 10 de diciembre de 2019, se finalizaron más de 3.000 obras públicas de las 5800 en ejecución. Eso es tanto como decir que cada día de gestión hemos concluido 2,5 obras. En cada rincón del país, hay una obra pública que integra a la Argentina y que resuelve necesidades concretas de la gente", fue una de sus jactancias. "Hemos mejorado la calidad del servicio de agua potable llevando ese beneficio a casi seis millones de personas", fue otra. "En 21 provincias se registra pleno empleo", la tercera.

A los CFK. El Presidente presentó a diez personas beneficiadas por su gobierno.

"Borombón, borombón, para Alberto, la reelección", le cantó con ironía la oposición en el momento más tenso de la asamblea, pero Fernández arrancó presumiendo otra palabra que rimaría, la moderación. "Criticaron mi moderación, pero fui quien puso el pecho a la pandemia, fui yo quien construyó hospitales, fui por el mundo con mi moderación buscando vacunas contra el covid -19, quien se empeñó en que la democracia se expanda en la región...".

La tibieza es una de los pecados capitales que el kirchnerismo le endilga a la Casa Rosada. Solapadamente, el mandatario hizo una devolución de gentilezas al destacar que, con su moderación, está "al lado de Cristina cuando es perseguida injustamente y (es) el que reclama y hace todo lo republicanamente posible para que la Justicia vuelva a abrazar el Derecho".

Ahí llegó el tramo final, dedicado íntegramente a la Corte Suprema y a la queja por el fallo que benefició a la Ciudad de Buenos Aires para la recuperación de los fondos coparticipables que Fernández le había recortado. Son dos temas que interpelan al profesor de Derecho Penal que llegó a bautizarse como "el más federal de los porteños" que, al brindar su último discurso de este mandato en el Congreso, termina encarnando un oxímoron: ser un moderado duro.

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