Otra provincia, con reclamos más finos y contundentes, y un necesario cambio de rumbo

Otra provincia, con reclamos más finos y contundentes, y un necesario cambio de rumbo
Los resultados de hoy muestran que Del Caño no sólo le arrebató la banca a uno de los hombres fuertes del peronismo de Mendoza, Omar Félix.
La decrepitud en la que se sumió el kirchnerismo arrastró a sus candidatos a una dura derrota en Mendoza, como se presumía, y en gran parte del país también. Pero en esta provincia, especialmente, de raíz conservadora y fuertemente tradicional, permitió que el trotskismo –con una estruendosa actuación del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) y de su candidato Nicolás del Caño–, llegue al Congreso de la Nación, lo que ha develado una mutación de los habituales comportamientos que hasta el momento solía tener la expresión del voto bronca en la ciudadanía de esta tierra.

Del Caño no sólo le arrebató la banca a uno de los hombres fuertes del peronismo de Mendoza, Omar Félix. También su fuerza puso un pie firme en la Legislatura provincial con 4 nuevos integrantes, (3 diputados y 1 senador) y con eso borró las bancas que el tradicional PD puso en juego este 27 de octubre, un domingo a todas luces histórico.

La derrota del oficialismo ha sido más dura de lo esperado. Sus principales espadas resultaron perdidosos en comunas históricamente peronistas, lo que obliga a un replanteo de fondo, en primer lugar del gobernador Francisco Pérez que intentó jugar desde afuera en la campaña pensando, quizás, que lo de este domingo no significaba un examen a su gestión cuando en realidad sí lo fue, como ocurrió, sin dudas, con la propia gestión de Cristina Fernández.

Se podrá inferir, desde el oficialismo desde ya, que todas las elecciones de medio término han jugado como una oportunidad para el electorado de poder manifestar su disconformidad y que luego las cargas vuelven a acomodarse hasta la general de dos años por delante. Es cierto. Se dirá que en el 2009 el radicalismo, como este 27, logró un triunfo arrollador y que luego en el 2011 ese capital se desplomó con aquella victoria inolvidable de Cristina. Es cierto. Pero ahora, el humor que deambula por las calles, permite visualizar también que se ha disparado un aroma a transición hacia algo distinto de lo que se ha vivido como arrastre de los últimos diez años. Con diferencias, el ánimo actual podría compararse en algo con aquel clima de fines de los 90 que hacían presumir el fin del menemismo. Como ocurrió en verdad.

Aquí en Mendoza, para su bien, para el de la provincia y para el del movimiento del que forma parte, a Pérez no le vendría mal ensayar un golpe de timón. Es muy probable que desde anoche mismo, tras el resultado, el gobernador con sus más cercanos haya comenzado a analizar un zarandeo para demostrar que el mensaje no ha sido en vano. Porque lejos de su alineamiento y el de los candidatos con el derrotado oficialismo a nivel nacional, en la provincia se percibe un parate general en varias direcciones que puede ser corregido mucho antes de los cambios que también se reclaman y que deben hacerse a nivel nacional. De ahí, seguramente, desde la gestión del propio Pérez surgirá el proceso de revisión del peronismo en Mendoza.

No hubo sorpresas en cuanto a la elección de Julio Cobos y del radicalismo. En Mendoza, como no ocurre en otras provincias, este partido ratificó su posición de seria y continua alternativa que ha sido frente a los desajustes del oficialismo. El punto es que, en la nueva instancia que se le abrió a la UCR, no está en condiciones en absoluto de desaprovechar la chance que tiene, o de dejarla pasar.

En Mendoza (la UCR) comenzará a prepararse para buscar gobernarla en el 2015, pero en la nación, el partido deberá buscar acuerdos con otras fuerzas como el socialismo y sectores de centroizquierda para darle batalla al nuevo peronismo que surge desde hoy mismo, tanto el que le da sustento al grupo que gobierna, hoy derrotado, como aquel que representa Sergio Massa, el gran triunfador de la tierra en donde se libra siempre la madre de todas las batallas: Buenos Aires.

Cobos, por su parte, sabe que desde este domingo forma parte de un grupo selecto de dirigentes que se probarán para suceder a Cristina dentro de dos años. Allí está Mauricio Macri, el gobernador bonaerense Daniel Scioli, Sergio Massa, desde ya y Binner después de su triunfo en Santa Fe.

El resultado de estas elecciones dejó en claro que es más que necesario un giro en todo sentido. Aunque al kirchnerismo nacional le resulte un absurdo, quizás, ese cambio que se exige, la reasunción de la presidenta Cristina Fernández le dejará al descubierto un país diferente al que ha estado acostumbrada a conducir: basado en indicios, sospechas y sondeos. Las urnas han devuelto una cara real de país y un pedido generalizado por un gobierno más previsible, pero por sobre todo un pedido porque se reconstruya un país sobre la base de estructuras sólidas y serias.

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