Con Macri afuera, en Cambiemos emergen referentes para el camino hacia 2023

Con Macri afuera, en Cambiemos emergen referentes para el camino hacia 2023

La convivencia inestable del PRO, la UCR y la CC como aliados tiene protagonistas e interlocutores que disputan su futuro político en la era del postmacrismo. Primera foto de una interna clave.

 

Con las heridas de la derrota todavía abiertas y sin cicatrizar, la oposición al gobierno de Alberto Fernández comienza a recorrer el escarpado camino que tiene por delante. Aún no se cumplieron los primeros treinta días de la salida del expresidente Mauricio Macri del poder y los principales referentes de Juntos por el Cambio buscan delinear su futuro. El elenco está protagonizado por macristas, radicales y, en menor medida, miembros de la Coalición Cívica. Algunos tienen oficina, otros deambulan la era del despoder macrista sin cargo y otros evidencian su ambición como quien esconde sus cartas en una partida de póker. Pero al menos una decena de referentes de esa alianza ya se alista para ocupar la primera plana opositora antes de las elecciones legislativas de 2021. Faltan dos años para entonces, pero el equilibrio interno es tan frágil, que esos comicios son valorados en las entrañas de la oposición como una llave maestra para evitar rupturas.

CORNEJO. Algunos no esperaron ni el fin de 2019 para exteriorizar su voluntad de mantenerse a flote en el tablero político, como el caso del mendocino Alfredo Cornejo. Aún con mandato como gobernador y con la victoria de su delfín Rodolfo Suárez bajo el brazo, sostuvo abiertamente que aspiraba a tener "un rol en lo nacional". Por esas horas, Macri apostaba a su reelección con una tropa alicaída por la derrota sufrida a manos del peronismo en las PASO del 11 de agosto. En esos días aciagos para el líder del PRO, el presidente de la Unión Cívica Radical (UCR) machacaba con la idea de "renovar", una vez en la oposición, los liderazgos internos en Juntos por el Cambio.

 Ochenta días después, el expresidente achicó la diferencia que tuvo con Fernández en las generales de octubre, pero no le alcanzó. A pesar del revés que lo llevó a la derrota, Cornejo mantuvo su postura e insistió con su planteo desde el Congreso. Cuando asumió la banca como diputado nacional, buscó probarse el traje de líder opositor que el PRO predestinaba para Macri y salió a cruzar la mega ley de Fernández. A fines de 2019 se aseguró la renovación de su mandato como presidente del radicalismo y, sin los compromisos que tenía cuando cumplía funciones ejecutivas en Mendoza, trabajará desde el Congreso para erigirse como el opositor más duro al peronismo: un discurso construido con la fantasía de plasmar sus ambiciones en 2023. 

El radical mendocino integra el grupo de referentes opositores que dudan de la sobrevida política que tendrá Macri de ahora en adelante. Cornejo cree -y espera- que el poder del expresidente, aumentado por el 40,32% que obtuvo el 27 de octubre, se licuará con el tiempo. A pesar de estar en receso estival, el expresidente dejó la Casa Rosada con una serie de mensajes internos para el PRO: impuso a Patricia Bullrich como presidenta del partido que fundó y a Guillermo Dietrich como encargado de la red de voluntarios. Aunque la primera parada de ambos serán las elecciones de medio término en la Ciudad, también tienen la misión de posicionar a Macri como el guardián de los intereses de su electorado. Los dos exministros fueron los primeros en contar con misiones partidarias apenas dejaron el Poder Ejecutivo, pero esa hiperactividad también está vinculada a los riesgos que afrontan en la Justicia a partir de las denuncias radicadas en su contra. 

MORALES. En la platea radical, también orbitará como referente opositor el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales. Se puso al frente de los mandatarios de Juntos por el Cambio para negociar la mega ley con el peronismo y se comprometió públicamente a habilitar quórum para que avance el paquete de extraordinarias de Fernández. Sin embargo, esa postura no fue coordinada con el bloque de diputados nacionales, que entró en cólera y endureció su postura al ver por televisión un acuerdo entre gobernadores y la Casa Rosada del que no formaron parte.

Esa jugada de Morales preanunció lo que viene: mientras los legisladores se plantan como oposición dura, los referentes opositores con responsabilidades de gestión buscan tender puentes con el nuevo oficialismo.

RODRÍGUEZ LARRETA. Quien recorre el mismo camino es el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, que en las primeras horas de Fernández en Balcarce 50 se mostró correctísimo y prometió colaborar con el Ejecutivo.

 Sabe que su relación con Fernández estará atravesada por el devenir de Juntos por el Cambio, pero también por el interés presidencial de encontrar a un interlocutor opositor que no haya perdido poder.  El alcalde se metió en el bloque de diputados y senadores de la coalición ex oficialista para garantizar la unidad y negociar el perfil que construirán ahora desde la oposición. Pragmático, quiere que Cambiemos se “adapte” y conviva con el peronismo en una disputa -en primer término- eminentemente legislativa, sin adelantar la discusión electoral de 2021.

La aspiración presidencial de Larreta ya no es un secreto pero, ante el triunfo del peronismo y la eterna discusión dentro de la alianza de centroderecha, optó por un repliegue agazapado. No quiere ser la principal voz opositora, pero ejercerá su condición de único referente del PRO con estructura y votos para gravitar en la nueva oposición. Por lo pronto, ya alistó a sus piezas claves en el Congreso y definió a los funcionarios que trabajarán en su expansión territorial.

Aún así, Larreta buscó -antes y después del traspaso de mando- eludir más tensiones con Macri. Al mismo tiempo  está dispuesto a ordenar las distintas tribus que cohabitan en Juntos por el Cambio, con el objetivo de evitar que saquen los pies del plato. En esa alquimia quiere cerca a Vidal, Emilio Monzó Rogelio Frigerio. Como prueba de buena voluntad, Larreta ya cobijó a parte de sus equipos en el gobierno porteño.

 LOUSTEAU. También desde la capital, el senador Martín Lousteau asoma de nuevo como la esperanza renovada del radicalismo. La UCR porteña lo mantiene como ariete de presión para negociar el reparto de poder con Rodríguez Larreta y lo impulsa como el candidato predilecto para disputarle al PRO la Jefatura de Gobierno en 2023. Detrás de ese doble juego, concentrado en el territorio originario del PRO, otra parte del radicalismo apunta a mantenerlo entre el lote de presidenciables de la mentada renovación radical. 

EL ENIGMA BONAERENSE. Las incógnitas son mayores del otro lado del Riachuelo. La exgobernadora bonaerense María Eugenia Vidal terminó el año como la principal negociadora opositora frente a su sucesor Axel Kicillof, pero la letra chica que definirá la sanción de la ley impositiva que impulsa el peronismo provincial fue destrabada por el intendente de Vicente López, Jorge Macri, que trabaja para constituirse como el principal interlocutor de los jefes comunales que tiene Cambiemos en la provincia, a contrapelo del liderazgo que la ex mandataria busca consolidar.

Detrás de la competencia interna que promueve el intendente Macri, está su primo y expresidente, que multiplicó sus diferencias con Vidal durante los cuatro años de su mandato. Esas esquirlas del ejercicio en el poder serán determinantes para el futuro del PRO, entre una ex gobernadora que se resiste al nombramiento de Bullrich como jefa del partido y Macri, que todavía no define cómo articulará su influencia en la alianza opositora, ni le pone horizonte a su futuro político. 

La provincia de Buenos Aires volvió a manos del peronismo y cerró cuatro años de gobierno amarillo a manos de una Vidal que nunca pudo diferenciarse de su jefe, a pesar de los intentos que experimentó para lograrlo. En el medio de esa disputa, los intendentes que quedaron con poder siguen buscando una salida política que extienda la sobrevida que Macri ya perdió. Entre ellos también volvió al terruño el ex presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, que hace 20 días volvió a mostrarse en la provincia para articular su propio espacio e intentar una tarea que Macri nunca le permitió: constituir un espacio de identidad peronista dentro del PRO, una experiencia que además del rechazo del ex presidente, también cuenta con el desdén y la resistencia de Vidal. 

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