La inflación no cede al ritmo que espera el Gobierno. El FMI corrió a Valdés, pero no cambia el libreto. El turismo se lleva el saldo comercial.
Por
FERNANDO ALONSO
El sobrecumplimiento de las metas de ajuste fiscal no le alcanzó al gobierno de Javier Milei para obtener los desembolsos prometidos por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que sigue desconfiando de la política económica que lleva adelante el ministro Luis Caputo e insiste en poner como condición la acumulación de reservas internacionales y un cronograma de metas para alcanzar la liberación del mercado de capitales.
La apuesta de Milei y Caputo estuvo siempre puesta en alcanzar una baja inflación y apostar al blanqueo de capitales para que incorpore dólares al sistema financiero que no mejoran las reservas netas pero otorgan más liquidez a la autoridad monetaria, necesaria para afrontar en enero los vencimientos de capital de la deuda, por US$2.900 millones.
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El Programa de Facilidades Extendidas fijaba como última meta sumar US$ 8.700 millones a las reservas netas del Banco Central, a través de compras en el mercado de cambio, que no se logró cumplir por la decisión de intervenir en el mercado financiero para evitar que la ampliación de la brecha con el dólar oficial genera nueva expectativa de devaluación y haga más complicado lograr un proceso de reducción de la inflación.
El acuerdo que firmó el ex ministro Martín Guzmán finalizó en junio pasado, pero incluye una última revisión sobre las metas al tercer trimestre, que son las que están en discusión. Las diferencias entre el staff técnico apoyado por la conducción del FMI y el gobierno argentino impidió que se apruebe la octava revisión que habilitaba un desembolso de US$ 550 millones y que tampoco se avance en esta última revisión.
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Los números de la cuenta corrientes por ahora parecen darle más la razón al FMI que a Milei y Caputo. En agosto arrojó por tercer mes consecutivo un rojo, esta vez de US$ 327 millones, superior a los US$ 318 millones de julios y los apenas US$ 40 millones de julio, cuando se dio vuelta después de acumular saldo positivo en la primera parte del año. El rojo de la cuenta corriente estuvo potenciado por el gasto en turismo, ya que tanto la balanza de bienes como el resto de los servicios dio positivo. En agosto los argentinos gastaron US$ 760 millones en viajes y turismo, el monto más alto del año.
El atraso cambiario acumulado a lo largo del año con una tasa de devaluación de 2% mensual contra una inflación acumulada de 94,8%, es el que viene potenciando el gasto en turismo. La intención del Gobierno fue siempre hacer converger la inflación al ritmo de devaluación y el propio Caputo había revelado ante ejecutivos de supermercados a los que pedía moderación en los aumentos que para septiembre la inflación iba a comenzar con 1%, algo que quedó alejado de la realidad.
Según la consultora de Orlando Ferreres que viene realizando subestimaciones del IPC que luego difunde el INDEC, en septiembre la inflación minorista fue de 3,2% y la núcleo 2,6%. La consultora Equilibria tiene una proyección de IPC de 3,7% y de 3,5% para núcleo y Eco Go estimó 3,5% para la minorista, con un repunte en la última semana. Si se confirman las proyecciones, la inflación de septiembre será menos a la de agosto y quebrará por primera vez el piso de 4%, pero manteniendo la misma lógica de los últimos meses: solo desciende la inflación cuando también cae el nivel de actividad económica.
Por eso fue para el equipo económico una muy mala noticia la recuperación del crédito para consumo: mejora niveles de actividad pero rápidamente tiene impacto en el nivel de inflación. Esa advertencia la plasmó el último domingo el economista Miguel Kiguel, titular de la consultora Econviews, en una columna de opinión donde explicó: “Sabemos que la inflación es un fenómeno monetario y que, por lo tanto, lo más importante es que haya un ancla nominal que sea creíble.
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Hace unos meses se anunció que esa ancla iba a ser la emisión cero, o sea que no haya crecimiento de la base monetaria. Pero no ocurre, porque los agregados monetarios están creciendo. En los últimos tres meses, la base ha crecido 20% para expandir el crédito, que subió 50%. Estos aumentos ayudan a la reactivación del consumo y la producción, pero poco contribuyen a la baja de la inflación”.
Caputo intentará este mes ir por otro camino para bajar la inflación, después de experimentar con la reducción de la alícuota del impuesto país de 17,5% a 7,5% ahora impulsó una reducción del precio de los combustibles que decidió la petrolera de mayoría estatal YPF. Pero casi toda la reducción de precios se compensó con una suba de impuestos, así que el efecto será menor y todavía falta saber la política de precios del resto de las petroleras.
Sin crédito no hay piso a la recesión pero con crédito no hay techo a la inflación y ese es el dilema que enfrenta la dupla Milei y Caputo. Frente a ese dilema, el FMI los espera en la mesa sin el chileno Rodrigo Valdés pero con la misma receta de siempre: devaluación y acumulación de reservas. Claro, es también un modelo inflacionario, pero eso no lo cuenta.
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