Los ex ejecutivos de la petrolera descansan en el balneario mientras les ejecutan las garantías por créditos impagos.
“Me compré unas radios”, dijo el ex CEO de YPF, Sebastián Eskenazi cuando fue abordado por PERFIL en Punta del Este, donde pasó la tarde con su padre, Enrique Eskenazi, presidente del Grupo Petersen.
No se trata de que, alejados de la dirección de la petrolera desde la nacionalización del 51% de las acciones que estaban en manos de Repsol en mayo del año pasado, los Eskenazi estén incursionando en el juego de licencias que abre la Ley de Medios. Sebastián compró unos modernos transmisores de radio –con dock para el ipod– de Geneva, una tienda especializada en equipos de alta fidelidad hechos a mano.
El Eskenazi menor salió ayer al mediodía desde su casa en La Barra y manejo su jeep hasta la Punta. Cuando este diario le preguntó por la situación en YPF y su vínculo con el actual CEO de la petrolera, Miguel Galuccio, pidió disculpas. “Cuando sea el momento lo voy a hacer, ahora no”, dijo, amable.
En noviembre Repsol oficializó la ejecución de 5,38% de acciones de la petrolera YPF que el grupo Petersen, de la familia Eskenazi, había puesto en garantía por un préstamo que le concedió la petrolera española. Repsol, que mantiene otro 6% en YPF, ya ejercía los derechos políticos derivados de las acciones dejadas en garantía. La empresa española que preside Antonio Brufau había otorgado un crédito de 1.500 millones de euros al grupo Petersen, de origen local, para comprar 25% de YPF, pero el grupo inversor incumplió los pagos. El default hizo que los bancos ejecuten las acciones en poder de Eskenazi.
El empresario mexicano Carlos Slim también ejecutó las garantías de los préstamos otorgados tras el default de los Eskenazi. Por falta de pago, un grupo de bancos que habían financiado parcialmente a Petersen Energía para la adquisición del 14,9% de las acciones de YPF en febrero del 2008, se quedaron el 11 de junio pasado con los derechos políticos y de votos correspondientes a 40,5 millones de ADR, así como también los que habían financiado la compra del 10% de las acciones de YPF. Entre las entidades que habían financiado a las divisiones de energía del Grupo Petersen estuvieron el Credit Suisse, Itaú, Citibank, el Standard Bank y BNP Paribas. Por estas ejecuciones, a mitad de año, los Eskenazi perdieron derechos sobre 36,3 millones de ADR, el último bastión después de haber sido desplazados también de la dirección de YPF ni bien se ratificó la nacionalización de las acciones en manos del sector.
Los Eskenazi recibieron sobre el final de su gestión las críticas del Gobierno, pero no obstante el nuevo directorio terminó aprobando su balance este año para poder repartir dividendos.
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