Escenario político e incertidumbres: tembladeral

Escenario político e incertidumbres: tembladeral

Los más pensantes del oficialismo y la oposición coinciden en la incertidumbre de la realidad política actual, pero también ven en el futuro, a mediano plazo, tormentas muy serias en donde el sistema necesitará el imperativo tan tremendo de hacer surgir un “estabilizador” parra no naufragar. Hay una especie de sublevación silenciosa de las masas. ¿Qué está pasando?.

Por: Fabricio Moschettoni.

Hay una coincidencia entre oficialistas y opositores para la elección que se realizará en pocas semanas, y ambos consideran que los que no votaron pueden cambiar el rumbo del resultado de las PASO. Y los que no votaron son una masa diversa porque están muy lejos de inclinarse todos para un mismo lado.

El Gobierno desde la semana siguiente a las PASO empezó a trabajar la idea de ir al “territorio” a buscar a los que no votaron y que hace año y medio sí lo habían hecho. El Frente de Todos, en números redondos, había obtenido en Provincia de Buenos Aires 52% en la elección general de 2019 y en estas primarias estuvo en 33%; mientras que Juntos consiguió hace año y medio 38% y ahora 37%. Esos números hacen pensar a los oficialistas que tienen casi 20% de enojados, pero quieren trabajar sobre ellos porque observan que no se fueron para la oposición más poderosa ya que ella apenas mantuvo el caudal electoral y no incorporó nuevos votantes ex Frente de Todos.

Ayer en el Salón de los Científicos de Casa Rosada el jefe de Gabinete, Juan Manzur, presidió una reunión de primera línea con ministros y funcionarios abocados al trabajo territorial, y allí participó el consultor catalán Antoni Gutiérrez-Rubi. Aseguran que están alentados por el trabajo en “territorio”, y si bien dicen que no tienen demasiadas encuestas los trabajos que analizan son positivos para soñar con un resurgimiento.

Recuperar 20 puntos en Provincia de Buenos Aires, o una buena parte de ese capital, parece tarea casi imposible, pero es política y en la política nada es imposible.

Ese análisis en cierta forma lo comparten varios opositores de Juntos, y dicen que tienen algunos temores del efecto “elección resuelta”, y que por eso el candidato a diputado en primer lugar, Diego Santilli, enfatiza tanto con ir a votar el próximo 14 de noviembre. De hecho, ayer en La Plata, en oportunidades de presentar una batería de propuestas, Diego Santilli fue enfático en ese punto: “convoco a cada bonaerense en cada rincón de la provincia de Buenos Aires que no fue a votar para que vaya a votar. Para decir un ‘basta’ mucho más grande, un ‘basta’ enorme, un ‘basta’ con más potencia, con más esperanza. Podrán regalarte bicicletas, lavarropas, heladeras y viajes de egresados, pero nunca van a poder comprar a los bonaerenses que quieren vivir en una provincia mejor, que quieren tener más educación, más salud, más trabajo y más seguridad”.

“El 14 de noviembre vayamos a votar por una provincia mejor. ¡Vamos que podemos con Facundo, Graciela y este maravilloso equipo. ¡Vamos bonaerenses! ¡Vamos a ganar la provincia de Buenos Aires!”, sostuvo desde el Parque Ecológico no sin resaltar una frase contundente: “podrán regalarte bicicletas y viajes de egresados, pero no van a poder comprar a los bonaerenses”.

Igual se está manifestando el intendente de La Plata, Julio Garro, uno de los principales armadores de Juntos en Provincia de Buenos Aires: “es muy importante ejercer el derecho ciudadano. Hay que convencer a todos con ir a las urnas para seguir fortaleciendo este sistema democrático que tanto nos costó conseguir desde el ‘83 y que lo supimos mantener todos estos años. Todavía tenemos que hacer muchísimo esfuerzo porque hay cosas que en democracia no deberían pasar y todavía pasan”, dijo en un Space Twitter que organizó el Pro Nacional el miércoles por la noche ante cientos de militantes “amarillos”.

Esa misma línea de los del Pro es asumida por los radicales, y por eso el 30 de octubre van a hacer un multitudinario acto para celebrar la votación de 1983 en donde surgió electo Raúl Alfonsín como presidente, pero además para mantener viva la llama de la participación.

En Juntos están atentos al electorado que conforman aquellos que tienen derecho de votar pero no obligación, o sea en los adultos mayores: “ellos tienen que ir a votar, porque ellos nos aseguran el triunfo”.

En otros lugares, como CABA por ejemplo, hay un escenario distinto y se observa el efecto de Javier Milei, que algunas encuestas le dan 15% y otras 25% y cuyo caudal electoral está compuesto por jóvenes desilusionados con las respuestas de la clase política y también de ex electores de Juntos. Allí los “amarillos” no están en problemas de perder la elección, de hecho van a ganar bien, pero observan que María Eugenia Vidal tal vez no es la postulante que mejor representa a ese electorado y que con la opción de Patricia Bullrich hubiesen observado otra realidad, más parecida a los volúmenes electorales que vienen conociendo desde que el Pro es Pro en ese distrito.

Una atención en ese sentido la representó el último debate de postulantes bonaerenses en donde hubo una “agarrada” entre el trotskysta Nicolás del Caño y el liberal José Luis Espert. Ambos extremos chocaron y curiosamente se disputan un segmente del mismo electorado rebelde juvenil. Una semana antes Myriam Bregman, de la izquierda, y Milei hicieron lo mismo. Esos votantes increíblemente hace año y medio optaron algunos por Mauricio Macri y otros por Alberto Fernández: son los más jóvenes.

En otros lugares del país la suerte para el oficialismo electoral es muy oscura. Mendoza, Córdoba, algunas provincias del sur, e incluso Entre Ríos, en donde según una encuesta de DC Consultores dirigida por Aníbal Urios, el candidato de Juntos, Rogelio Frigerio, está en alrededor de 60% de intención de votos y el Frente de Todos apenas pasa el 10%.

De todos modos, en el Frente de Todos hay cautela hacia el futuro, y en algunos lugares de Juntos pasa lo mismo. Los pensantes de ambas coaliciones tienen temores que comparten y son de absoluta razonabilidad.

En el oficialismo nacional ven que los próximos dos años serán muy difíciles para gobernar porque si el resultado electoral nacional es adverso se instala la teoría del “pato rengo”, o sea de un Poder Ejecutivo sin poder; y en la oposición de Juntos temen a que los sectores “facilistas” ya se empiecen a repartir ministerios y comiencen a actuar con soberbia hacia el 2023 cuanto todavía queda un gran camino para transitar. En Juntos hay varios que deben entender que el resultado electoral último es más por fallas del oficialismo que por aciertos propios.

La enorme masa de sublevados silenciosos

Ajenos a esa mirada de coyuntura se puede observar con luces amarillas todo lo que está pasando en inmensos sectores sociales. Los números de pobreza en más de 40%, y sobre todo de indigencia en 10.5 % representan a enormes bolsones de habitantes que pueden colapsar en paciencia o en cuanto a credibilidad sobre el sistema político. De hecho, si el Frente de Todos en Provincia perdió 20% en un año y medio tiene mucho que ver con ese cuadro, y si la oposición no reunió más porcentaje en ese tiempo es posible que obedezca al mismo patrón.

En CABA, en el Barrio 31, a Milei le fue bien. Hizo una caminata, la gente lo ovacionó. Hay una necesidad de búsqueda de “estabilizador” y eso es bueno para el sistema político. El problema es si esos “estabilizadores” tradicionales, que son propio del mismísimo sistema político, un día dejan de funcionar.

No hay culpa sociológica sobre lo que está ocurriendo en el país. Los datos de inseguridad no se resuelven con la respuesta rápido de pedir mano dura, como recientemente de alguna u otra manera lo hizo el propio Santilli desde la oposición, o el diputado Ramiro Gutiérrez, del Frente Renovador, que propuso en el día de ayer terminar con la “puerta giratoria” en delitos con armas de fuego. Eso está bien en el orden de debatir, buscar salidas, pero hay que entender que todo lo que ocurre en una sociedad es producto de una acción anterior, o un grupo de acciones anteriores, o inacciones.

Hay una esperanzadora sensación de despertar de las masas más sufrientes. Se están dando cuenta que un plan social no es dignidad, es un parche, y que deben ir por más. Incluir, urbanizar, garantizar derecho, hacer valer el sentido de un trabajo digno es lo que los sectores más humildes están reclamando.

Más de tres millones de personas en el país ayer no pudieron tener el plato de comida necesario para una alimentación digna, y hoy tampoco lo podrán hacer, y mañana menos. Esos mismos hogares tampoco pueden vestir adecuadamente a los miembros que componen el núcleo familiar. Tal vez hace algún breve tiempo muchos de ellos podían sobrevivir, y posiblemente muchos de ellos hace largos años que están igual de castigados.

En un nivel diferente, pero de preocupaciones significativas, están los sectores medios. Hoy hay tres mil pymes menos que a principio de año, y más de veinte mil menos si se mira al principio del 2020 y alrededor de 30 mil menos si se ubica el retrovisor en enero del 2019. Los números de desempleo son crueles, y los del subempleo una moneda constante. Un informe de “Argentinos por la Educación” mostró que estudiantes de barrios populares tienen menos dispositivos y conectividad, y solo el 39% de los consultados respondió que el servicio de internet utilizado es apto para actividades escolares. Otro informe de la misma ONG daba cuenta que en los últimos 20 años la matricula de educación privada subió 38%, mientras que en la pública bajó el 6%, o que en el último año de la secundaria seis de cada diez estudiantes del sector estatal aprueban lengua contra ocho de cada diez del privado, o mucho peor es que solo tres de cada diez personas de sectores vulnerables terminan la secundaria. Son datos que nos ayudan a entender la sociedad que tenemos y la que vamos a tener en un futuro próximo.

Esa es parte de la Argentina que está a punto de sublevarse, el tema es por dónde lo hace, si utilizando los mecanismos que el sistema ofrece o creando otros. 

Para la política el desafío es mucho más que la coyuntura electoral. Se trata de prevenir lo que puede ser un tembladeral.

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