Los 100 días de Javier Milei: ¿Qué ven los que la ven?

Los 100 días de Javier Milei: ¿Qué ven los que la ven?

Los mercados financieros celebran la fiesta del corto plazo. El contraste de la economía real. Los puntos ciegos del modelo y el malestar social creciente.

 

Por Marcelo Falak

Los mercados financieros festejaron en grande los 100 días de gobierno de Javier Milei y hay que reconocer que la fiesta –limitada, claro, como todas las de la Argentina actual– viene de largo.

 

Los tipos de cambio paralelos se mantienen calmos tras las bajas recientes; los títulos de deuda pública en dólares han subido hasta 30% en lo que va del año; en paralelo a esto, el riesgo país se estacionó en 1.581 puntos básicos, aún una enormidad, pero 17% menos que antes de la asunción del actual gobierno; las acciones argentinas que cotizan en Wall Street treparon este lunes hasta 12% y la bolsa local subió 3,9% medida en dólares, 8,9% desde el 1 de enero. ¿Qué ven los que la ven?

Cada uno de los mercados mencionados tiene su propia lógica. Por ejemplo, los tipos de cambio paralelos bajan porque el Banco Central ha secado la plaza de pesos –liquidó la demanda– y porque Luis Toto Caputo les permite a los exportadores liquidar el 20% en el contado con liquidación –aumentó la oferta–. El resto, sobre todo lo que respecta a la deuda y el riesgo soberano, responde a los anuncios de recuperación del superávit fiscal y persistente recomposición de reservas, garantías –más allá de las endebleces conocidas– de que llegado el momento de pagar habrá recursos medidos en billetes verdes. La fe mueve montañas.

 

 

Sin embargo, como se sabe, la actividad se desploma a un ritmo superior al 4%, las ventas minoristas caen a más del 25%, los salarios perdieron 20% en apenas un trimestre y las jubilaciones son, para escándalo hasta de Amnistía Internacional, el gran pato de la boda de la mileinomía. Encuestas como la de Zubán, Córdoba y Asociados comienzan a reflejar un malestar social incipiente, pero ya perceptible.

La gran pregunta para Javier Milei

Como se dijo, el mercado mira lo fiscal, lo cambiario y el nivel de reservas, todo con una lógica de corto plazo que les permite a sus animadores jugar con las cartas marcadas.

Por caso, aunque las tasas en pesos pierdan con la inflación y perjudiquen a ahorristas individuales poco sofisticados y a institucionales sujetos a mil restricciones, en tanto el estado de cosas descripto asegure tipos de cambio paralelos planchados, será redituable posicionarse en moneda nacional para correr hacia el billete verde justo a tiempo. Es la conocida bicicleta.

Ahora, quien tenga intención de pensar en un país que debe tener un futuro se llena de interrogantes. La desinflación no está garantizada y la salida de la recesión puede ser menos rutilante que lo deseable. Sin embargo, por encima de todo, cabría hacerles una pregunta fundamental a los cráneos que rigen hoy los destinos de la Argentina:

Si todos coincidimos en que el desarrollo depende de que se incremente la productividad de la economía a largo plazo, ¿qué prodigio conseguiría ese resultado con un gobierno que asfixia el consumo –causa de la actividad y la inversión–, abandona la generación de infraestructura, liquida el complejo científico-tecnológico y desinvierte en educación y salud? Más todavía cuando la dolarización es el cepo que pergeña para que el porvenir encuentre la placidez de un camposanto.

Cabe hacer, en este punto, un alto en medio del bajón. Gracias al acuerdo firmado en 2022 con la firma malasia PetronasYPF dio este lunes el primer paso para "la adjudicación de las ingenierías de las unidades flotantes de licuefacción". Esto debería abrir la puerta a la exportación del gas de Vaca Muerta en forma de gas natural licuado (GNL), lo que rompería virtuosamente el techo meramente regional de ese negocio. Esa Argentina sí entusiasma, una que sumaría con los hidrocarburos un motor tanto o más poderoso que el del complejo agropecuario y podría terminar para siempre con la escasez de divisas. Por favor, que nada corte ese sueño.

Lo que el mercado no ve: lo social...

Lo social, hecho hoy de pobreza creciente, es una dimensión ajena a las preocupaciones inmediatas del mercado financiero, al menos mientras se mantiene más o menos bajo control. Y, como se vio este lunes en medio de avances y represiones en los puentes Pueyrredón y Saavedra, eso es lo que ocurre por el momento en el país.

El tan mentado protocolo antipiquetes valdrá –palo más, palo menos– mientras la protesta no sea masiva. En el medio, apenas si el Gobierno sentirá las cosquillas por alguna mano que se levante de más y por los golpes que, con deleite, algunos efectivos les propinan a los camarógrafos, fotógrafos y periodistas que cuentan lo que pasa.

... y lo sanitario

Una sociedad alimentada, educada y sana también hace al futuro económico. Sorprende, en ese sentido, que el vocero Manuel Adorni justifique de mil formas la resistencia fiscalista del Gobierno a incluir la vacuna contra el dengue en el calendario oficial.

La Argentina vive el peor brote desde 2009, los casos ascienden ya a 120.000 y las muertes a 79, y las guardias hospitalarias se ponen intensas, pero el funcionario falta a la verdad.

Lo que en una referencia anterior había sido una atribución a Alberto Fernández de un ciclo de reproducción de los mosquitos de 15 días y una relativización de la probada eficacia de la vacuna, ahora mutó en el argumento falaz de que quienes se la apliquen hoy recién tendrían inmunidad en cuatro meses, es decir cuando la emergencia haya pasado. Todo mal lo de Adorni. Por un lado, el suero se aplica en dos dosis, pero ya la primera genera inmunidad y la segunda es un refuerzo. Segundo, su efecto comprobado se estira a cinco años, por lo que el Gobierno haría muy bien en recomendar su uso inmediato en lugar de desalentarlo. Tercero, aunque el Gobierno persista en cortar casi toda la pauta publicitaria –sólo casi, parece–, ¿no es grave que la Nación no se digne siquiera a hacer campañas de difusión sobre la necesidad de que la gente se deshaga de cacharros con agua estancada en sus viviendas?

En todo tiempo y lugar, la ultraderecha es un fenómeno terraplanista y antivacunas.

La cuestión institucional

Justificadamente, Axel Kicillof salió a deplorar los llamamientos a una rebelión fiscal en la provincia de Buenos Aires de José Luis Espert y, aunque Adorni diga lo contrario, del propio Milei. Eso, cabe recordar, no solo es violatorio del Código Penal, sino que limita con lo sedicioso. El diputado ya tiene denuncia penal, pero, curiosamente, el Presidente todavía no.

Axel Kicillof, en conferencia de prensa

 

Mientras el vocero hace como que no entiende qué significa la obediencia a la ley e insiste en cuestionar los criterios presupuestarios de la gobernación bonaerense, sorprende la soledad del peronismo para repudiar un hecho tan grave, una especie de puerta secreta por la que la derecha entra como simplemente radical y podría salir como extrema y antisistema.

Es cierto que Mauricio Macri está distraído en llevar al PRO, cuya titularidad asumirá este martes, a las orillas del mileísmo, ¿pero nadie en su espacio encuentra motivos para tomar sana distancia? ¿Nadie tampoco en la Unión Cívica Radical o en la Coalición Cívica, agrupaciones que han gastado diccionarios enteros para jurar su apego a la Constitución y la institucionalidad?

Será que otros temas más urgentes distraen a la dirigencia, desde el ómnibus XS al futuro del DNU 70/2023, pasando por si Milei y Victoria Villarruel se miran o no en un acto de homenaje a las víctimas del atentado contra la embajada de Israel o el verdadero sentido de la enésima eyección del gabinete paleolibertario, esta vez la del secretario de Transformación del Estado Armando Guibert.

El resto, parece, puede esperar.

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