Cristina dijo que ahora no quiere ser la jefa, pero se volvió a probar ese traje

Cristina dijo que ahora no quiere ser la jefa, pero se volvió a probar ese traje

Encabezó un acto con generosa liturgia K en Ensenada. Agitó a la militancia, pidió unidad y castigó a Macri. Luego habló de los "pensionistas del poder", criticando a "los traidores".

"No pasa nada, si todos los traidores se van con Massa", fue el hit con el que los militantes kirchneristas despidieron a la ex presidenta de la Nación, Cristina Fernández, del cine teatro municipal en Ensenada. Minutos antes ella había hablado, en un acto para dirigentes de la región, de los "pensionistas del poder", para no llamarlos "traidores". Pidió "volver todos juntos", fomentando la unidad. El intendente local Mario Secco la hizo subir a un escenario, como hacía tiempo no se la veía. "Si los intendentes la invitan, va a seguir haciendo esto", le dijo a Letra P el ex secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli.

Cristina volvió a liderar un acto, que bien podría haber sido de campaña pasada. Es que si bien ella aclaró una y otra vez que prefería que eviten nombrarla "conductora", el contexto la desmintió: fue la atracción central en el escenario, rodeada de una multitud que coreó su nombre y pidió por su vuelta. "Yo no quiero que digan Cristina conducción, quiero que digan Cristina militante, junto a todos y cada uno de ustedes, siempre", intentó relativizar el pedido de los militantes.

La ex mandataria encabezó un acto en el barrio Mosconi de Ensenada y se mostró como la jefa, aunque ella parece que no quiere. Todo, en el marco de una revolución interna que atraviesa el peronismo y que todavía no se logra encauzar. El último fin de semana fue el líder del Frente Renovador, Sergio Massa, quien también realizó un llamado a aquellos dirigentes que no entienden muy bien dónde y cómo están parados en este escenario de oposición. Por eso lo de Cristina también se enmarca en este panorama: pidió unidad; pidió que la gente salga a la calle a convencer, a hablar con los vecinos, a escuchar, en definitiva, a juntarse.

"Que nadie confunda el tema de la militancia con algo partidario, porque de esa manera podríamos excluir a otros que por ahí no se identifican con nuestras ideas. Acá la idea no es excluir a nadie, sino incluir, unir, juntar, porque sin la unidad de los trabajadores, estudiantes, comerciantes, empresarios, es imposible avanzar. Si nos dividen, estamos perdidos", repitió y continuó: "creo que entrar en discusiones dirigenciales y superestructurales no vale la pena: divide, confunde, aburre y cansa, porque la gente necesita que le hablen de sus problemas, no de los problemas de los dirigentes; los dirigentes nunca tienen problemas, los que tienen problemas son los ciudadanos de carne y hueso".

Habló más de media hora y claro, se hizo lugar, fiel a su estilo, para bajar línea con esa cuota de ironía que en realidad termina siendo un mensaje explícito: sin nombrarlo, le pegó una y otra vez al presidente Mauricio Macri. "Siempre he sido muy observadora y últimamente observo a algunos que quieren convencer a los argentinos que vivían demasiado bien", tiró, y continuó: "miren un poco atrás del sillón y van a ver quiénes los pusieron en el poder (al PRO): los grandes medios de comunicación y los sectores financieros internacionales".

"No quiero perder el tiempo hablando mal de otros; quiero ganar el tiempo hablando con ustedes y explicando lo que creo que tenemos que hacer todos", expresó y se hizo tiempo -raro en ella-, para hablar de temas que fueron tabú en su mandato: inflación e inseguridad. "Primero pido unidad, porque además, con las cosas que están pasando -la inflación que se ha disparado, la inseguridad, el tarifazo...-", dijo y agregó: "en momentos difíciles, en donde parece que vienen a arrebatarnos los derechos y las conquistas, quiero decirles, los argentinos tenemos dos opciones frente a un camino difícil; o nos subimos al auto de la autocompasión, de compadecernos, o nos subimos al auto de la autoestima, a la convicción de saber que las cosas que hemos logrado fueron porque nadie nos regaló nada".

El acto terminó con aplausos y con incidentes al costado del escenario, en donde el sector designado a la prensa fue invadido por decenas de hombres y mujeres que buscaron desesperadamente la foto con la ex Presidenta, generando forcejeos y golpes entre quienes desarrollaban la cobertura periodística. Cristina saludó e inmediatamente continuó con la agenda programada: un acto para la dirigencia de la región en el cine teatro municipal.

Hasta allí la siguió Letra P. Junto a ella, estuvieron cómodamente sentados a su lado, además de Secco, los dirigentes Martín SabbatellaAndrés Larroque, Gustavo Oliva, Carlos Castagneto, Carlos Raimundi, Hernán Yzurieta, Juan Manuel Pignocco, Luis Blasetti y Lauro Grande. Quien dijo presente fue Mariano Lovelli -presidente del centro de estudios CEPIS-. Se trata de la ONG que presentó el amparo por el tarifazo del gas y que este jueves la Corte ratificó.

Cristina habló durante 1 hora y explayó la idea que había deslizado a unas 20 cuadras, minutos antes. Planteó que el macrismo está haciendo avanzar a una velocidad muy grande el hambre y la falta de trabajo y se quejó de quienes hablan de la herencia recibida. Desde el público reprocharon la existencia de traidores dentro del movimiento, a lo que ella repitió una y otra vez que no se trata de "traidores", sino de "pensionistas del poder".

"Mi objetivo no es ganar elecciones, es que la gente viva mejor", dijo la ex presidenta, que se despidió pidiéndole a la militancia que se una: "ustedes cantan que vamos a volver; juntos podemos volver".La jornada de este jueves marca el inicio de lo que tal vez sea una recorrida más regular de Cristina por la provincia de Buenos Aires. A la salida, Oscar Parrilli se mostró muy conforme por cómo se desarrollaron ambos actos, y ante la pregunta de este medio sobre si se va a repetir, fue muy claro, sonrisa mediante: "tiene ganas, si los intendentes la invitan va a seguir haciéndolo".

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