Cristina va contra la Gendarmería pero por Nisman más que por Maldonado

Cristina va contra la Gendarmería pero por Nisman más que por Maldonado

Descalificó el peritaje sobre la muerte del fiscal. Es parte de la estrategia kirchnerista, que habla sobre un “pacto” del Gobierno y esa fuerza. En esa línea hace jugar el caso del artesano desparecido en Chubut.

Cristina Fernández de Kirchner acaba de dar la última puntada a su estrategia para descalificar el trabajo de peritos de Gendarmería según el cual Alberto Nisman fue asesinado. "Es una inmensa bola de humo para ocultar a Santiago Maldonado", dijo sobre el peritaje y las primeras repercusiones. No fue una frase del momento, un reflejo rápido, sino la expresión de una línea discursiva que empezó a escribirse hace más de tres meses, adecuada a la campaña.

El círculo más cercano a Fernández de Kirchner comenzó a dibujar una respuesta apenas trascendieron datos sobre las conclusiones preliminares del trabajo de los expertos de Gendarmería. Una elaboración que se fue puliendo, que arrancó hablando de una supuesta presión del Gobierno sobre la conducción de los gendarmes y que terminó cerrando luego de la desaparición de Maldonado. El resultado fue la denuncia de un supuesto "pacto" entre el Gobierno y la Gendarmería: el informe afirmando la hipótesis del asesinato del fiscal a cambio de "protección" a esa fuerza de seguridad por el caso Maldonado. En definitiva, una carga sobre el Gobierno por partida doble, con visible componente defensivo.

Las preocupaciones iniciales del kirchnerismo fueron provocadas por la campaña, más que por la suerte de una investigación que intenta ser reactivada a más de dos años de la muerte de Nisman, con lagunas, costados muy oscuros en el inicio y pasos contradictorios. El jueves, por ejemplo, la Corte Suprema –con la firma de sus cinco integrantes- salió a despegarse del tema: aclaró que no realizó estudio alguno. Aquella tarea, en 2016, estuvo a cargo del Cuerpo Médico Forense y concluyó sosteniendo que no se había tratado de un homicidio.

La cuestión nunca fue menor para el círculo más cercano a la ex presidente, que fue adquiriendo nueva dimensión en este extenso período electoral en continuado y que, al menos para la campaña, no está restringido a jefes de La Cámpora. El equipo sumó letra de consultores, maneja sondeos más allá de los propios y hasta incorporó algún profesional de la comunicación con kilometraje en distintas etapas del peronismo, incluidos los 90.

Pero hasta ahora, la cara más visible en la difusión del tema y autor de varias puntadas en su costura fue Leopoldo Moreau, ex dirigente de la UCR y candidato a diputado por Unidad Ciudadana. Esa exposición lo llevo hace tres semanas hasta el despacho del fiscal federal Eduardo Taiano. Allí, Moreau ratificó sus dichos sobre el supuesto "pacto", con una aclaración ante el pedido de alguna precisión sobre el origen de las informaciones que relataba: se amparó en el derecho a preservar sus fuentes como periodista, profesión que ejerció como sustento laboral hace más de treinta años y que relegó como actividad central ya volcado a la política.

La estrategia original dio una vuelta de tuerca a partir de agosto. Hasta entonces, y en algún caso con primeras expresiones hace más de un año, desde el kirchnerismo se difundía la denuncia de una supuesta operación de servicios y ex servicios de inteligencia para reponer el caso de la muerte de Nisman –en rigor, la hipótesis del asesinato- con el fin de perjudicar la figura de la ex presidente asociando el hecho con oscuridades de su gestión. Era un costado algo marginal, y alimento también para tuiteros, de la línea defensiva principal del kirchnerismo, basada en definir como una persecución político-judicial el complicado cuadro de Fernández de Kirchner y varios ex funcionarios en los tribunales.

Después de la desaparición de Maldonado, la operación pasó a ser presentada como un "pacto" de intercambio de favores, es decir, el peritaje sobre la muerte de Nisman como contraprestación de impunidad para la Gendarmería.

Está claro, sin dudas, que resulta verosímil y es central la hipótesis sobre el papel de gendarmes en la desaparición de Maldonado. Esto, en medio de una causa judicial embarrada y con el juez Guido Otranto apartado ayer de la investigación. Pero en su andar, el kirchnerismo anotó un agregado grave, que en rigor y bien leído se vuelve en contra de su propia gestión.

La ex presidente se encargó de exponerlo: acusó a la Gendarmería como fuerza –no a algunos integrantes- y habló de la existencia de un plan del Gobierno para fracturar a la sociedad y reprimir cualquier protesta. Con todo, seguramente para evitar críticas sobre el tipo de fuerzas de seguridad que tiene el país después de doce años de gobierno kirchnerista, se enredó en una trampa discursiva y en un sentido, ideológica.

Dijo: "La Gendarmería es la misma que en diciembre de 2015. Lo que cambió es el gobierno. Las fuerzas sólo reciben órdenes. Lo que cambiaron son las órdenes". Es decir, serían fuerzas disciplinadas ciegamente, sin protocolos nuevos ni conciencia democrática, atadas a los términos de obediencia debida.

Pasó inadvertido, pero desde la izquierda dura no ahorraron chicanas sobre hechos que deberían entenderse entonces como resultado de sus órdenes directas. Le recordaron a la ex presidente, entre otros episodios, el capítulo sobre espionaje ilegal que se denunció durante su gestión bajo el nombre de "Proyecto X".

El archivo, como se ve, no es patrimonio exclusivo de nadie. En enero de 2015, en medio de la conmoción por la muerte de Nisman, Fernández de Kirchner puso entre signos de pregunta que se tratara de un suicidio y después sin vueltas dejó de lado el interrogante. Lo decía como presidente. "La verdadera operación contra el Gobierno era la muerte del fiscal", afirmó, además de sostener que se "derrumbaba" sola la denuncia del fiscal sobre el acuerdo con Irán por el caso AMIA.

Ahora, en tiempos de campaña y aún antes en el camino de rearmado político desde el llano, hubo un cambio: la hipótesis del asesinato pasó a ser evaluada por el kirchnerismo como un problema o incluso como una amenaza para su imagen, por el solo hecho de reponer el tema. No hizo falta que Elisa Carrió lanzara la piedra contra la ex presidente. Las líneas de respuesta sobre el informe de los peritos de Gendarmería estaban escritas desde antes.

Nisman y Maldonado, campaña sin límites.

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