Por Gustavo Marangoni

"Este tetra para nosotros es intragable". La metáfora etílica de un diputado kirchnerista durante un almuerzo del sábado posterior al principio de acuerdo con el FMI no refería a la caja del vino de mesa sino a la imposibilidad de cumplir con los cuatro puntos centrales pactados entre la gente de Georgieva y Guzmán:

1. Reducir la emisión

2. Evitar el atraso del tipo de cambio

3. Ir hacia tasas de interés positivas

4. Reducir subsidios a las tarifas

"Y si a eso le agregás el monitoreo trimestral de los burócratas del organismo es lisa y llanamente imposible de acompañar. Representa todo a lo que nos opusimos siempre", disparó. Para los postres todos los comensales tenían la certeza que el malhumor y la reprobación iban a trascender.

Muchos pensaban que, como en ocasiones anteriores, sería "la Jefa" -una vez más- la encargada de expresar el malestar del espacio. Pero fue Máximo, mediante una sonora carta de renuncia a la jefatura del bloque oficialista de la cámara de diputados, quien expresó el repudio y las críticas a lo actuado por el ministro de Economía y el entorno presidencial.

"Muchos pensaban que sería "la Jefa" la encargada de expresar el malestar del espacio. Pero fue Máximo quien expresó el repudio ante el principio de acuerdo"

Fue Máximo quien habló de la incapacidad para resistir las presiones del organismo multilateral y fue Máximo quien señaló que se pretende maquillar un ajuste. También expresó que la vicepresidenta -su madre- no compartía su decisión de abandonar la dirección de la bancada del FdT. Y fue máxima la reacción en la sociedad civil y política que no termina de acostumbrarse a que la sorpresa es la herramienta mas utilizada por el kirchnerismo desde los tiempos fundacionales de Néstor. A partir de esta instancia se abren muchos interrogantes.

Fue el propio Alberto Fernández quien en una entrevista a las pocas horas de ocurrida la renuncia explicitó que CFK también tiene sus diferencias con lo actuado. "Pero el Presidente soy yo", sentenció. No es la primera ocasión en la cual el primer mandatario busca enfatizar que es el primer mandatario. Generalmente ese tipo de manifestaciones generan el efecto inverso al deseado.

En lugar de reafirman la autoridad, la cuestionan. Son los hechos los que consolidan los liderazgos. Si no hay correspondencia entre las palabras y las cosas, el capital político y el simbólico se deterioran. Por eso la situación lleva a interrogar si por evitar un default económico del país el gobierno no generó un default político de la coalición oficial. Y también si madre e hijo difieren en los sustancial. ¿Podrá el Frente de Todos superar este nuevo capítulo de crisis?

Primero fue aquello de "los funcionarios que no funcionan", luego las renuncias presentadas por los funcionarios k post derrota en las PASO y ahora el boicot al Acuerdo con el FMI. Los anteriores episodios de esta zaga, que nada tiene que envidiarle a las series que se anuncian cotidianamente en las plataformas virtuales, dejaron huellas en la imagen del gobierno en general y la del Presidente en particular. Pero las contradicciones, acusaciones y desmentidas fueron emparchadas con menor o mayor prolijidad para seguir gobernando. ¿Pasará lo mismo ahora? ¿Se puede hacer de la falta de mecanismos internos de funcionamiento un método permanente y del rechazo al adversario macrista el exclusivo factor aglutinante de una administración?

Es lícito dudarlo, particularmente cuando la precariedad financiera es mayúscula como reconoció Alberto Fernández al afirmar que si no se llegaba a sintonizar con el FMI el feriado cambiario era una realidad obligada. En distintas oportunidades hemos señalado desde este espacio que un programa económico requiere para su existencia de un liderazgo político.

Las mejores propuestas técnicas solo son papel mojado si no existe quien la encarne, la defienda e impulse persuadiendo a propios y extraños sobre la necesidad e inevitabilidad de su implementación. Claro que el liderazgo, como la caridad bien entendida, empieza por casa. Son varios los referentes de gobernadores e intendentes que encuentran analogías entre la situación actual y la relación entre Néstor Kirchner y Eduardo Duhalde en el 2005. Pero, simultáneamente, tienen dudas respecto de la vocación de la Rosada por transitar ese sendero.

"Están quienes suponen que el propósito de Alberto Fernández es ganar por cansancio la disputa acudiendo a una estrategia indirecta de desgaste"

Ante cada crisis, el propio Presidente expresó que mantener la unidad era su objetivo primordial. ¿Seguirá pensando igual? Están quienes suponen que su propósito es ganar por cansancio la disputa acudiendo a una estrategia indirecta de desgaste. El resultado de las últimas elecciones y las encuestas de opinión parecen contradecir la eficacia de ese proceder.

¿Qué opinarán en el Fondo de las internas? Quizás la respuesta para la resolución de estos interrogantes esté en uno de los libros mas difundidos del fundador del movimiento justicialista: Conducción Política. Allí Perón afirmaba, evocando a Napoleón, que la conducción es un arte sencillo y todo de ejecución. Algo que parece alejado de los métodos complicados y contradictorios aplicados en los últimos años.