Cornejo y la traba que no supera para aplicar su "córranse, que volví"

Cornejo y la traba que no supera para aplicar su

El exgobernador anunció que dará otra vez la batalla por el poder y la decisión sacudió al tablero político. Los por qué del regreso y una clave: la desesperación para que Omar De Marchi no compita por afuera de Cambia Mendoza y la resistencia del lujanino a jugar con el reglamento de los radicales.

Y finalmente anunció que vuelve. En realidad, Alfredo Cornejo hacía tiempo que había tomado la decisión de intentar repetir por la gobernación y decidió anunciarlo esta última semana en medio de un operativo clamor de radicales en Twitter, encabezados por Rodolfo Suarez, que tuvo la misma falta de espontaneidad como de cantidad de dirigentes que salieran en masa a celebrar el regreso.

Pero si bien la noticia no resultó una sorpresa, está claro que mueve fuerte las fichas del tablero mendocino que definirá este año quién gobernará Mendoza a partir de diciembre. La figura de Cornejo es la de mayor peso político en la provincia, es uno de los dirigentes con mejor imagen y quien ha concentrado detrás de sí la cuota de poder más grande en la última década. En definitiva, hacia adentro y hacia afuera de su partido, no es lo mismo una campaña electoral con él que sin él dando la disputa.

Pero, ¿por qué vuelve? O quizás otra pregunta que puede resultar importante:¿Para qué vuelve? En primer lugar, el retorno al juego provincial no es más que la ratificación del fracaso de su proyecto político personal de lograr influir a nivel nacional e incluso de una aspiración que mantuvo viva, al menos hasta mediados de 2022, de llegar a construir una candidatura presidencial. Esa ambición nunca pudo superar siquiera las barreras de su pares de la UCR del país aunque, en honor a la verdad, hay que decir que la interna radical hizo hasta lo imposible para que una candidatura de Cornejo no cuajara.

¿Pegar la vuelta obedece a una cuestión de ego también? Claro que sí. Hay mucho de ego acá. Le fascina a Cornejo esa cosa de lograr ser el primer gobernador desde el regreso de la Democracia en conquistar dos veces el poder en Mendoza. Además, como ocurre con muchos dirigentes en la Argentina, este retorno es una buena herramienta para desentenderse de la irremediable realidad del paso del tiempo y que no hubiera sido quizás una mala opción cederle el paso a nuevas generaciones. Él mismo venía construyendo ese recambio, pero ahora los forzó a que esperen por otro turno. Una ambición inacabable por el poder, hizo el resto del trabajo en este punto.

Había que ver la cara de Suarez por estos días de fingido clamor para entender al otro de los por qué. La felicidad imborrable en el rostro del gobernador fue el reflejo de que transcurrirá los próximos meses de gobierno sin internas y que, si Cornejo gana, se garantizará trabajo por cuatro años a partir de 2024 como Senador nacional y sin la tediosa tarea de tener que echarse al hombro la campaña.

El riesgo de que la administración suarista como tal haya terminado el miércoles, día del lanzamiento formal de la candidatura, es altísimo. Pero habrá que esperar el devenir de los días para observar si esto lo afecta o no al gobernador. Una cosa está clara: es muy probable que de acá en más (y por diez meses nada más ni nada menos) lo trascendente de los asuntos de gestión se terminarán transformando en un “pregúntenle al Alfredo”.

Lo que sucedió podría ser también la cristalización de un acuerdo personal que trabaron Cornejo y Suarez hace ya casi una década y tras la muerte de Vítor Fayad. En aquella oportunidad, ambos decidieron ponerle fin a la pelea entre el radicalismo de Capital y el de Godoy Cruz con un pacto explícito: “Si no nos peleamos, podemos llegar lejos”, se dijeron uno al otro. Lo vienen cumpliendo. Tanto, que en pos de esa mutua conveniencia intentaron que las diferencias (fuertes, evidentes y hasta públicas en algunos casos) que surgieron entre ambos en estos últimos tres años no desmoronaran ese acuerdo. En buena medida consiguieron este objetivo con otro pacto. Desde que asumió, Suarez no se metió nunca a discutir el liderazgo político de Cornejo y este jamás avanzó en serio sobre las objeciones que tuvo acerca de muchos asuntos de la gestión. Y acá están ahora. Retroalimentándose. Otra vez, mutuamente.

Queda intentar responder la otra pregunta clave: ¿Para qué vuelve? Acá las respuestas irán surgiendo en el transcurso de la campaña. Algunas pautas ya dio el propio Cornejo entre conversaciones privadas y anuncios públicos de que le quedaron tras su paso anterior por el cuarto piso de Casa de Gobierno un par de reformas por encarar haciendo eje en la cuestión educativa. Lo que sí, desde lo discursivo, deberá ser cuidadoso para no desnudar las falencias de la administración que está terminando y que son muchas. Pero muchas. Un elemento salta a la vista: la buena administración de la cosa pública (distintivo en el discurso de los radicales mendocinos) no bastó hasta acá para impulsar el desarrollo económico de la provincia.

Cornejo ya dio muestras en su primer mensaje como candidato de que encontró un giro para superar este aspecto incómodo. Por un lado, con razón, descargó responsabilidades en la cuestión macroeconómica del país. Pero por el otro, para superar el escollo de explicar este déficit de siete años de los radicales en el gobierno, argumentó que Mendoza está mejor parada que el resto debido, precisamente, a que el orden fiscal siempre fue una prioridad para ellos. Es un buen punto. Pero la observación acerca de cómo se manejaron las políticas vinculadas al petróleo, a la producción agrícola, a la minería y al turismo en los últimos tiempos, por mencionar a las más importantes, dejan la evidencia de que una cosa no está llevando a la otra.

Fuera de esto, hasta aquí, la estrategia política viene resultando. Cornejo decidió volver, lo anunció cuando políticamente lo consideró oportuno, hizo que Suarez saliera a pedir por él públicamente y logró que el radicalismo sin chistar, salvo Luis Petri que casi sin estructura partidaria ratificó que dará las PASO, se ordenara. Volvió y se corrieron todos.

Sin embargo se mantiene en este camino hacia las internas abiertas de junio un escollo que al hombre fuerte lo vuelve loco. Omar De Marchi no solo ratificó que está dispuesto a disputar la gobernación, sino que lo hará a través del armado de un frente electoral que terminará rompiendo la sociedad entre el PRO y la UCR dentro de Cambia Mendoza.

En simultáneo con el lanzamiento del operativo clamor del martes, Cornejo puso en marcha ese mismo día otra operación política para bajar de un golpe las aspiraciones rupturistas del diputado. Tanto él como Suárez plantearon ante la Mesa de Conducción Nacional de Juntos por el Cambio la exigencia de que se le impida a De Marchi competir por afuera de la coalición que integra en Mendoza y que, como única opción, si quiere disputar una candidatura que lo haga a través de la PASO.

El pataleo primero llegó a oídos de los radicales del país. En una previa que tuvieron antes de reunirse con el PRO, Gerardo Morales, como presidente partidario, escuchó el reclamo, levantó el teléfono y habló con Patricia Bullrich para anticiparle que iban a llevar el caso mendocino para que se discutiera en la mesa nacional. Bullrich (encantada con todo lo que signifique hacerle algún daño a Horacio Rodríguez Larreta que sostiene y financia a las aspiraciones de De Marchi) aceptó discutir el tema. Y así sucedió.

Luego de un debate intenso entre radicales y amarillos en ese encuentro, se decidió postergar algunos días una definición porque todos cayeron en la cuenta de que, en realidad, Mendoza no era el único distrito en el país en que Juntos por el Cambio tiene jaqueada a la unidad. El PRO quedó en resolver el caso De Marchi para el 15 de febrero. Suarez y Cornejo no se llevaron ese día lo que habían ido a buscar. Pero podrían conseguirlo esta semana si, como se comprometió Bullrich, la decisión final será cuadrarlo a De Marchi.

El lujanino no apunta a ceder. Tanto es así, que amenaza con resistir e incluso judicializar una posible decisión orgánica del PRO que lo termine obligando a pelear por una candidatura bajo el reglamento que busca imponer Cornejo. En medio de algunas indefiniciones que todavía persisten, una cosa parece clara para De Marchi a esta altura del conflicto, Casi que no existen chances para él de ir a una PASO ni de, eventualmente, terminar cerrando un acuerdo con Cornejo que implique el reparto de cargos en las listas. Es decir, un escenario similar al que se dio en 2021 cuando, en aquella elección legislativa, De Marchi por primera vez amagó con competir por afuera.

La imposibilidad de la marcha atrás es evidente. Entre otras cosas, porque el PRO acusa maltrato dentro de Cambia Mendoza desde hace tiempo y porque el vínculo político entre él y Cornejo está roto. Después, porque De Marchi ya expresó en tono de campaña cuál será uno de los pilares de su postulación. Entiende que Mendoza necesita del surgimiento de una tercera fuerza que le brinde equilibrio político a una provincia que, en esta elección, podría terminar por estructurar un poder casi nunca visto acá. Cambia Mendoza está a solo dos diputados y tres senadores de conseguir en las próximas legislativas la mayoría en ambas cámaras de la Legislatura. Es decir, Cornejo está a nada de consolidar una hegemonía que ya instaló en otros órdenes y que viene arrastrando tras de sí un riesgo institucional tan grande como inédito. Hoy De Marchi no aparece en las encuestas como un dirigente capaz de arruinar los festejos de la vuelta a Cornejo. Eso se verá más adelante. Pero lo que sí, una buena elección de ese frente en construcción, podría complicar en la Legislatura al próximo gobierno.

En el plan de acción del dirigente del PRO figura como prioridad el armado de un frente para competir por afuera. Y si no, si esto no llegara a cristalizarse, directamente buscar otro horizonte político a partir del año que viene ante un eventual triunfo de Rodríguez Larreta a nivel presidencial. La incertidumbre en este punto surge porque para que la estrategia se concrete hay algo que a de Marchi le falta. Y eso es tiempo. Ya profundizó entre diciembre y enero sus contactos con diversos dirigentes políticos para que se sumen, pero todavía no puede mostrar un proyecto potente en ese sentido. Acá será crucial que logre estirar la definición hasta abril. Y sumar a la pata peronista.

El límite es el kirchnerismo, pero ya hubo contactos con intendentes a los cuales les encantaría formar parte de una cruzada anti Cornejo. Roberto Righi y Matías Stevanatto fueron los más hablados, aunque todavía hay que hacer una salvedad. Más allá de que alientan la formación de este frente, aún no decidieron sacar los pies del plato del peronismo. El mismo Frente de Todos renovó, si se quiere, cierta expectativa y se vio forzado a repensar estrategias ante el lanzamiento de estos días y la consecuente disputa en el oficialismo. Y acá aparece un sueño húmedo: apostar otra vez a que una tercera fuerza termine dividiendo el voto no peronista en Mendoza para terminar pasando ellos por el medio. Pero esto, por ahora, aparece como una posibilidad que podría darse solo en sueños.

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