El deseo libertario de acordar, de la forma que sea, deja entrever que no están en condiciones de triunfar en la provincia en caso de presentarse en soledad. El PRO considera ser la única solución para ese problema.
Por
CARLA PELLIZA
Pese a los malos resultados, el PRO considera tener una carta bajo la manga para sentarse a negociar, lo mejor que se pueda, con La Libertad Avanza en Buenos Aires. Esa leve ventaja nace en el mismísimo núcleo violeta, y es su vocación o deseo de llegar a un acuerdo. Sin importar la forma que tome el mismo.
El hecho de que los libertarios insistan en la negociación con el PRO (y que no sea solo el macrismo el que se muestre interesado en acercarse al gobierno) deja traslucir algo. Un problema. Para el espacio amarillo, si la Casa Rosada quiere concretar el vínculo, es porque no le alcanza para ganar en la provincia sin ese apoyo.
“Para ganar en Buenos Aires tenés que tener mas que un sello. Pasó en 2023”, dijo alguien que conoce muy en detalle los pormenores de la actualidad macrista. Hace dos años, Néstor Grindetti le ganó por muy poco la interna a Diego Santilli. El primero fue candidato en la lista de Patricia Bullrich, que triunfó en la PASO frente a Horacio Rodríguez Larreta. Pero la derecha fue dividida. La opción libertaria caminó por otro carril. Para redondear, la propuesta de Juntos por el Cambio cosechó 26% de los votos y la de LLA 24%. Hubieran triunfado de ir unificados.
Ese “problema”, se interpretó cerca de Mauricio Macri, sólo puede ser resuelto por el PRO. Y allí radicaría el valor del partido amarillo, el plus como para no acordar cualquier cosa en Buenos Aires. A esta altura, son varios los sectores que ya dan por sentado, como viene contando El Destape hace un par de semanas, que el acuerdo está prácticamente cerrado.
En el macrismo saben que los libertarios tienen el objetivo de exterminar al PRO para concentrar toda la oposición kirchnerista bajo el color violeta. Por eso, pese a que públicamente dicen no comprender por qué el Presidente los atacó en CABA, lo tienen muy en claro y lo reclaman. Pero por ahora sin diferenciarse demasiado.
Este miércoles, de hecho, volvieron a colaborar con la Casa Rosada al impedir el quórum en la Cámara de Diputados y bloquear el tratamiento de mejoras jubilatorias y de declaración de emergencia por las inundaciones en Buenos Aires. Incluso Silvia Lospennato, tan atacada en la Capital Federal, colaboró con ese favor.
Para el PRO, no es una cuestión de ser o no ser una segunda marca. “Hoy gobierna LLA. Y nosotros seguiremos acompañando en lo que se considere correcto. En eso no hay matices”, se sotuvo cerca de la conducción del partido pese a las turbulencias generadas en el último tiempo. Ese vínculo no se romperá. Al menos no ahora.
A Macri, como a los actores bonaerenses que negocian en Buenos Aires hace mucho tiempo, no lo sorprendió el tercer lugar en la Ciudad. Sí le llamó la atención el “casi 16” por ciento de los votos. Esperaban algo más cercano a los 20 puntos. Un dirigente de la Ciudad aseguró que, en sus mediciones, llegaban a los 18. O sea, nunca midieron lo suficiente como para ilusionarse con una victoria. Lo que sí, se creyó en una distancia menor con la opción de Manuel Adorni, de quien no se esperaba que llegara a la barrera de los 30.
Ante ese escenario previsible, en el macrismo sostienen que no reina el dramatismo. Sin embargo, en el momento reflexivo post electoral, no sólo revalorizan lo hecho, sino que también contemplan las cuestiones a mejorar. Puntualmente lo vinculado al manejo de la política y aspectos de la gestión. Pero “la economía manda. La gente no votó a Adorni, sino le dio un voto de apoyo al Presidente”. El vocero no presentó ningún proyecto referido a la Ciudad porque, sospechan, ni siquiera la conoce.
No fueron los tres únicos factores (manejo de la cuesitón política, la gestión y el apoyo al Presidente) que incidieron en la derrota. También lo hicieron el ausentismo y la fragmentación de las propuestas antikirchneristas. Sólo sumando las candidaturas de La Libertad Avanza y el PRO, la derecha porteña hubiera alcanzado los 46 puntos.
En 2023, la alianza de Juntos por el Cambio alcanzó el 47% (y fue una mala elección), mientras que los libertarios apenas superaron el 13%. Entre ambos, hubieran llegado a los 60 puntos. En la elección de este domingo, si se sumaran los votos de todas las fuerzas que supieron integrar JxC y las listas desprendimiento de LLA, estarían más o menos en el mismo nivel. Pero actualmente el elector del nuevo centro político no parece estar en condiciones de avalar un acuerdo con los violeta, por lo que la extrema derecha antikirchnerista podría rondar los 50 puntos.
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