Mientras sobrevuela la amenaza de regresar a la Fase 1, el Presidente los citó a Olivos para evaluar los índices de la pandemia, en especial el número que desvela al Gobierno: la ocupación hospitalaria.
En el arranque de la última semana de la cuarentena obligatoria en la zona metropolitana, al menos en los papeles ya que se descuenta una nueva extensión cuando cumplirá 100 días, Alberto Fernández volverá a ser anfitrión en la residencia presidencial de una cumbre para ajustar el confinamiento ante la reciente escalada de casos positivos de Covid-19. Después de su encuentro en La Plata del viernes, devolución de gentilezas ya que primero fue el gobernador bonaerense a la sede jefatura de gobierno porteño, irán los otros administradores del aislamiento tripartito: Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta.
"Quedamos en vernos el lunes los tres para tomar una decisión. Estamos en una situación muy complicada", reveló el sábado el propio Jefe de Estado en El Destape Radio. "Les dije a Axel y a Horacio que es el momento en que tenemos que empezar a contar las camas. No quiero llegar al momento en que tenemos que decidir a quién salvamos y a quien no", agregó.
Desde la semana pasada, la ocupación hospitalaria es el índice que más preocupa a un Fernández atado al éxito de la cuarentena en su apartado sanitario, con la promesa de atender la economía post-pandemia, ante el temor de replicar las imágenes que se sufrieron en una desprevenida Europa. Esa es una de las variables del "Índice AMBA" en que trabajaron los equipos bonaerenses y porteños para tener una proyección de cuándo será necesario aplicar un freno a las reaperturas, algo que se descuenta más tarde o temprano para sortear el esperado pico de contagios, en el que se busca controlar su magnitud. En la provincia de Buenos Aires, la ocupación alcanza el 50% cuando una quincena atrás era del 30%: no todo es coronavirus, hay camas ocupadas por otras enfermedades.
En La Plata sobrevuela la amenaza, no tan velada en boca del viceministro de Salud Nicolás Kreplak, de un regreso a la restrictiva Fase 1. "Hay que cerrar todo ya", reclamó el funcionario ayer ante Clarín. Su superior, Daniel Gollán, viene advirtiendo que de mantenerse esta tendencia de contagios, el sistema bonaerense podría colapsar en julio. "Hay que amesetar de alguna manera", admiten en la gobernación. Primero evaluarán el resultado de los recientes controles de tránsito pero agregan latente otro freno, "si es necesario volver atrás con algún habilitación de profesiones independientes o comercios".
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La amenaza fue parte de la pulseada dialéctica entre provincia y Ciudad por sus flexibilizaciones. En la conferencia de prensa del viernes, Larreta volvió a intentar desmarcarse, al deslizar que CABA podría tomar otro camino para aplacar la curva, más confiado porque la reciente escalada de casos nacionales se explica más por la crecida en territorio de Kicillof. "El AMBA es una integralidad, ese límite de la General Paz es un límite poroso, no existe", remarcó ayer el Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, en radio La Red. En esta instancia, el Gobierno no quiere estrategias diferenciadas.
Incluso el mismo Fernández se mostró partidario de "volver a la disciplina del inicio" del confinamiento. Con la angustia y el hartazgo de tres meses, no obstante, fuentes oficiales dudan que hoy se pueda decretar un retorno tan restrictivo. "Si la gente no lo pide porque está asustada por ver imágenes como las de Italia, es difícil hacerlo cumplir", es el razonamiento oficial.
La cumbre, al menos auguran cerca de Kicillof, no sería definitoria, a falta de varios días para continuar sembrando el terreno para una instancia de aislamiento más estricto: "Se van a analizar los números y se podrá fecha de revisión", adelantaron fuentes bonaerenses.
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