El ocaso de Timerman, detrás del papelón de París

El ocaso de Timerman, detrás del papelón de París

Perdió control de la Cancillería, tuvo escasa participación en los asensos y se la hace difícil llegar a Cristina.

Como en todo el Gabinete, en 2011 La Cámpora se hizo sentir en el Ministerio de Relaciones Exteriores, a través del secretario de Relaciones Económicas Internaciones Carlos Bianco y de la embajadora en Washington Cecilia Nahón, ambos del riñón de Axel Kicillof.

Pero para definir el más mínimo detalle del presupuesto o trámite administrativo siempre fue necesario hablar con Verónica Paula Ferraris, secretaria de Coordinación y Cooperación Internacional.

Ferraris supo ser mano derecha del secretario de Hacienda Juan Carlos Pezzoa en tiempos en que Néstor Kirchner le consultaba a diario la recaudación, pero ya nadie se pregunta por sus orígenes, sino dónde encontrarla para resolver una urgencia.

“Es un animal del trabajo. Está 14 horas por día, conoce como nadie la situación las 100 embajadas. Jamás se pudo prescindir de ella”, resumió a LPO un funcionario de la cancillería.

Con Ferraris a cargo del minuto a minuto y La Cámpora de aplicar las decisiones de Cristina a Timerman le quedó un rol protocolar.

La Cámpora libra una dura batalla con la Asociación del Personal del Servicio Exterior de la Nación (APSEN) y tiene en carpeta un proyecto para limitar al personal de carrera, que por ley debe cubrir la mayoría de las embajadas.  "No puede ser que sean todos de San Isidro", protestaban en la agrupación de Máximo Kirchner. 

La pelea llegó a ser cuestión de piel y desde Aspen denunciaron maltratos de los funcionarios camporistas y hasta llevaron algunos conflictos a la justicia. 

Timerman permaneció ajeno y tal vez esa distancia guarde relación con el papelón de París, donde participó el domingo en la manifestación en repudio del atentado a la revista Charlie Hebdo, pero hoy debió explicar que lo hizo “como ciudadano”.

La aclaración pareció desautorizar a Cristina, quien, según la descripción de Timerman, nunca lo autorizó a caminar por las calles parisinas para repudiar al terrorismo.

Quienes transitan por los pasillos de la cancillería creen que tal vez el canciller nunca logró una respuesta de la jefa de Estado y decidió sumarse a la manifestación.

De ser así, no supo o no quiso leer la línea que los voceros de la Casa Rosada marcaron los días siguientes al atentado: un ninguneo al atentado y ningún gesto de solidaridad que supere al frío comunicado firmado por Timerman el día de la tragedia.

El canciller había terminado 2014 con una cucarda hacia adentro de su ministerio: su jefe de Gabinete e histórica mano derecha Alejandro Poffo fue ascendido a embajador con acuerdo del Senado.

Con 15 años de carrera, Poffo accedió a un cargo que sus pares suelen alcanzar con cerca de 30 y  por la oposición no acompañó.

Para lograrlo Timerman requirió de la venia de Ferraris y Bianco, quienes chequearon uno por uno los ascensos. Otro de los beneficiados fue el vicecanciller Eduardo Zuaín, elevado a “ministro de primera”.

El santiagueño Zuaín es otra figura fuerte de la cancillería que opaca y mucho a Timerman. Trabajó con Alicia Kirchner, llegó con la venia directa de Cristina Kirchner y tiene línea directa con Gerardo Zamora, el presidente provisional del Senado y fiel aliado de la Casa Rosada.

Cristina lo considera, tal vez más que a Timerman, a quien hace tiempo que no le es fácil entenderse con ella. Aún en medio de una conmoción mundial.

Comentá la nota