El PJ y su incertidumbre al máximo

El PJ y su incertidumbre al máximo

Tras el fallido encuentro en Santa Teresita, el PJ convocó a la dirigencia a la Quinta de San Vicente. Los peronistas fueron en busca de la foto de la unidad y se toparon con un acto K.

El peronismo no quiso acompañar el documento que proponía bancar a Cristina en su cara a cara con el juez Bonadío y los Esmeralda y los randazzistas habían decidido ni siquiera presentarse. Esos fueron los principales motivos de la suspensión del encuentro peronista de Santa Teresita, más allá de que también el pronóstico del tiempo no era para nada alentador. Vale decir que esta última fue la excusa oficial.

Un par de días después, el PJ nacional y la CGT se juntaron en Mathew. El tema central, casi el único, fue la movilización de los trabajadores pautada para el 7 de marzo. Allí estuvieron varios dirigentes del justicialismo bonaerense. De todos modos, nada se dijo del frustrado cónclave costero. Por ende, tampoco se habló de lo que vendría después: el misterioso encuentro en la Quinta de San Vicente.

Corrieron las horas y, también, un escueto mensaje de WhatsApp. La cita era para las 9.30 del viernes 24, día en el que se conmemoraba el 71° aniversario del primer triunfo electoral de Juan Domingo Peron. No hubo más detalles. Después, mucho después, se supo que la consigna era “Unidos por el trabajo” y que los diferentes espacios del partido iban a tener la oportunidad de decir lo suyo. Y así fue, nomás: hubo varios oradores. La mayoría le pegó con dureza a Macri y sus políticas.

Por supuesto, las ausencias fueron notorias. La agenda de gran parte de la dirigencia peronista (a todos les llegó el WhatsApp) estaba completa. Por caso, los cuatro hasta ahora eventuales candidatos por la Provincia no pudieron (o no quisieron) asistir. Ni Cristina, ni Scioli, ni Domnguez, ni Randazzo se toparon con el insoportable calor sanvicentino. Lo propio sucedió con una decena de jefes comunales del interior.

Ya en las adyacencias del mausoleo del general, por cierto muy descuidado (se pudo observar una importante cantidad de excremento de roedores), las preguntas eran las mismas que el jueves y el viernes: “¿Qué hacemos acá?”, “¿A qué vinimos?”. No había respuestas, no había una voz oficial. Llegaban algunos intendentes, legisladores y dirigentes y la incertidumbre se replicaba.

En el interior del salón, donde la sensación térmica superaba seguramente los 40 grados, una gran mesa y una especie de tribuna aguardaban por el inicio del evento. Nadie sabía quiénes iban a ser los oradores. Dudas y más dudas. Eso sí, a diferencia de otras oportunidades en las que llegó sobre la hora, el titular del PJ bonaerense, Fernando Espinoza, estaba en el lugar desde hacía un buen rato. Algo raro iba a pasar.

Y pasó. Corridas hacia la entrada, periodistas, militantes alborotados y hasta gritos. Había llegado el diputado nacional por Santa Cruz, Máximo Kirchner, la sorpresiva figura del encuentro peronista que a esta altura era casi exclusivamente kirchnerista. La presencia del mandamás de Ensenada, Mario Secco, servía como ejemplo. Junto al hijo de la exmandataria también llegaron Wado de Pedro y otros camporistas.

Aquel “¿qué hacemos acá?” de varios de los peronistas se repetía ahora con énfasis e ironía. Incluso un grupito decidió retirarse. “Nos coparon el acto, esto no tiene nada que ver con el rearmado del justicialismo”, refunfuñó un ex- intendente antes de irse. La mayoría opinaba igual, aunque prefirieron quedarse. Mientras tanto, Máximo ya iba, aproximadamente, por la selfie número 400.

Pasaron todos los oradores (entre ellos, Gustavo Arrieta, Juan Ignacio Ustarroz, Gastón Harispe, Francisco Durañona, Oscar Romero, Martín Insaurralde y Fernando Espinoza) y la incertidumbre PJ era la misma que al principio. La palabra “unidad” fue la que más salió de los parlantes, pero nadie supo explicar quién va a liderar, quién va a encabezar las listas de esa unidad.

Otra vez el camporismo se adueñó de la escena. Y otra vez el peronismo no se animó a decir lo que dice puertas adentro. Nadie levantó el dedo contra los que “coparon” las listas desde 2011 a esta parte, nadie levantó el dedo contra “los mariscales de la derrota”, nadie levantó el dedo contra el espacio que “se terminó” en 2015. Quedan unos cuatro meses para el cierre de las nóminas y, aunque se empiece hablar de PASO, lo cierto es que nadie sabe nada. “Si hasta los más anti K posaron con Máximo”, protestó, a modo de conclusión, un histórico “compañero”.

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