Se votó la emergencia bonaerense en medio de un escándalo

Se votó la emergencia bonaerense en medio de un escándalo

La reforma administrativa se aprobó en trámite exprés, con apoyo massista; el FPV reaccionó y hubo golpes en el recinto

"En esta cámara se respeta lo que dice el reglamento, ¡pelotudo!" Conocido por sus modos diplomáticos, a veces practicados hasta el exceso, el presidente de la Cámara de Diputados bonaerense, Jorge Sarghini, no pudo contenerse. Hacía rato que, a pocos pasos de él, el jefe de una de las fracciones del kirchnerismo, Walter Abarca, le entonaba un sinfín de insultos.

En un trámite exprés, y sin lugar al debate, se acababa de sancionar la emergencia administrativa pedida por la gobernadora María Eugenia Vidal. Pero la historia estaba lejos de cerrarse: a espaldas de Abarca, volaban las primeras trompadas entre los diputados.

Afuera, la situación no era mejor: los gremios provinciales habían derribado las rejas del palacio legislativo, una pared de fuego se levantaba entre las columnas del ingreso y los vidrios comenzaban a estallar (ver aparte). Los manifestantes rodeaban la Legislatura desde el mediodía, para rechazar los artículos 25 y 26 de la emergencia, que flexibilizan los contratos de trabajo.

Dentro del recinto ya se sentía el olor de los neumáticos quemados y la pólvora de las bombas de estruendo. Ante el temor de que los manifestantes lograran ingresar, Cambiemos y Sarghini, que ocupa la presidencia de la cámara por un acuerdo entre Vidal y Sergio Massa, querían apurar la sesión.

El oficialismo, con el apoyo del Frente Renovador, el GEN y otros bloques peronistas, tenía los votos para sancionar la ley. Los tres fragmentos del kirchnerismo, en minoría, buscaban demorarla y que se permitiera ingresar a los sindicalistas. Nada presagiaba ese final.

La sesión tenía el resultado cantado desde la mañana, cuando el Frente Renovador anunció que apoyaría a Cambiemos, luego de que el ministro de Trabajo provincial, Jorge Villegas, le envió por escrito la promesa de realizar correcciones en la reglamentación, para dejar en claro que la emergencia no iba a afectar las garantías laborales vigentes.

El único contrapunto se dio al comienzo, cuando el kirchnerismo protestó luego de que Cambiemos rechazó todos los pedidos de informe al Poder Ejecutivo. El resto de los proyectos fueron despachados como por un tubo.

Hasta que llegó el turno de la emergencia administrativa, con la que Vidal busca acelerar las licitaciones y compras, ya que flexibiliza los mecanismos de control y acorta los plazos para que los organismos del Estado se expidan sobre los trámites. Pero que contiene los artículos 25 y 26, que rechazan los gremios.

El diputado camporista Miguel Funes presentó una cuestión de privilegio para que se permitiera ingresar a los sindicalistas a los palcos. Sarghini explicó que no correspondía, porque la ley se estaba tratando. Funes siguió reclamando, con el micrófono deshabilitado y a los gritos. Terminó sacando de las casillas a Sarghini. "¡Le pido que use la palabra solamente cuando se la doy!", le reclamó. "Usted sabe que si permito ingresar a quienes han roto las rejas del edificio la sesión se vería en riesgo", continuó.

Tensión creciente

Navarro denunció que afuera se estaba reprimiendo a los trabajadores. Eduardo Torres, del FPV camporista, pidió una interrupción para enviar una comisión de diputados a comprobar si era cierto. La moción fue rechazada. La sesión comenzaba a desbordarse. Abarca, ex secretario de Néstor Kirchner, pidió la palabra. A poco de empezar, el presidente del bloque de Cambiemos, Jorge Silvestre, plantó una moción de orden para cerrar el debate y pasar a la votación. Es un recurso que no se discute, simplemente se aprueba o no, y fue aprobado por Cambiemos, el massismo y otros aliados.

Sin siquiera describir el texto de la ley, Silvestre pidió entonces votar la emergencia. Se aprobó en segundos. Abarca le reclamaba a los gritos a Sarghini que le devolviera la palabra. Pero la sesión había terminado. El kirchnerista corrió hacia Sarghini. Le dijo de todo. Detrás, Funes y otro camporista, José Rossi, empezaron a forcejear con diputados de Pro, el Frente Renovador y el massismo.

El tumulto los envolvió a todos. Hubo agarrones, un par de trompadas que no llegaron a destino y un asesor massista que rodó por el piso. "Hablan de la democracia, de Alfonsín, y se cagan en la democracia", continuaba Funes, todavía desencajado. El recinto ya estaba prácticamente vacío.

Tras la sesión se sucedieron las conferencias de prensa. Sarghini le envió un mensaje al kirchnerismo. "Tienen que entender que han perdido la elección y ya no pueden hacer lo que quieran. Yo voy a dar institucionalidad hasta las últimas consecuencias. Al que no le guste que se vaya acostumbrando", dijo. Manuel Mosca, mano derecha de Vidal en la Cámara, celebró haber conseguido una "herramienta para que la gobernadora modernice la gestión".

El kirchnerismo dedicó más dardos a Sergio Massa que a Vidal, como si el eje del debate hubiese sido el peronismo. Pero también sacó una victoria de la derrota: los referentes de sus tres fracciones se mostraron juntos, por primera vez en meses.

Comentá la nota