La recesión y el Congreso le ponen suspenso a la meta con el FMI

La recesión y el Congreso le ponen suspenso a la meta con el FMI

Advierten que el 2% de superávit primario luce difícil de conseguir

 

Por Mariano Cuparo Ortiz

 

La nueva meta fiscal planteada en el acuerdo con el FMI no difiere de la que había anunciado el Gobierno: el 2% del PBI de superávit primario es concordante con el déficit cero que busca el oficialismo. Para las consultoras se trata, con todo, de un objetivo difícil de lograr por la caída de la actividad económica que se proyecta para el 2024, devaluación y pico inflacionario históricos más ajuste fiscal mediante. Además, buena parte del ajuste depende del Congreso y los números políticos no lucen fáciles de lograr ahí: por caso, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC) la suba de retenciones puede generar un ingreso extra del 0,4% del PBI y la eliminación de la fórmula de movilidad un ahorro de entre 0,3% y 2,2%.

Desde la consultora Equilibra señalaron: "No vemos factible que el gobierno alcance un superávit primario de 2% del PBI este año por pérdida de ingresos (mayor recesión a la esperada), menor ajuste del gasto social (mayor deterioro socioeconómico del estipulado) y dificultad en el Congreso para aprobar todas las iniciativas que suben (bajan) impuestos (gastos). No obstante, estimamos que en 2024 se alcance un superávit primario (0,5% del PBI), lo que no sucedía desde 2009".

Así, para la consultora, la recesión impactará de lleno en la recaudación de tributos clave que se mueven como función de la actividad económica: el IVA, el impuesto al cheque, la seguridad social y otros. Pero además esa recesión y su impacto en el empleo obligarán al Gobierno a hacer algunos gastos extra desde lo social. Por cierto, un informe de la consultora Epyca ubicó junto con los ingresos como parte del ancla nominal al que está apuntando el Gobierno mientras se disparó el precio del dólar y se viene un incremento de tarifas de entre 300% y 500% para los hogares.

Tres metas persigue el país desde que el gobierno anterior logró cerrar un acuerdo sin reformas estructurales con el FMI: la fiscal, que obliga a un recorte gradual del déficit y que desde la asunción del presidente Javier Milei ya no es de ninguna manera gradual, al menos desde las intenciones; la monetaria, que depende directamente del cumplimiento del objetivo anterior y que le pone límites al dinero que el BCRA le envía en forma directa al Tesoro; y la cambiaria, que pretende reforzar las reservas.

En 2024, tras el nuevo acuerdo entre el Gobierno entrante y el Fondo, la fiscal implicará buscar un superávit primario de 2% al terminar el año. La monetaria prohíbe por completo la emisión de pesos para asistir al Tesoro en forma directa. En la cambiaria el Gobierno deberá lograr acumular USD10.000 millones, ya con USD2.700 millones adentro gracias a lo que logró comprar el BCRA en las últimas semanas, gracias a la devaluación.

Para los analistas esa meta también luce muy desafiante, ya que este año hay flujo negativo con el FMI, hay pagos de intereses a bonistas a mitad de año, la apertura importadora y la potencial demanda social por la recesión que se necesita para acumular tantos dólares.

La meta fiscal es, se sabe, muy ambiciosa, implica un ajuste inédito y además hoy depende de que el Congreso apruebe la ley ómnibus y el DNU. Sólo como muestra, un informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPS) mostró que la eliminación de la fórmula jubilatoria puede generar un ahorro de 1,5% del PBI respecto a 2023 (hubo déficit de 0,3% en Anses) si se la reemplaza por una que sólo brinde aumentos a los de la mínima y otro ahorro de 2,5% del PBI si no se dan aumentos. Entre esos números y un ahorro de 0,3% para buscar el equilibrio está el potencial impacto discrecional de la medida.

Por su parte, el aumento de las retenciones para derivados de la soja hasta el 33% y al 15% para los otros sectores, impactará con hasta 0,4% del PBI para el fisco.

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