Producir basura tiene premio en Vigo

Producir basura tiene premio en Vigo

Dar puntos y regalos a los que más residuos depositen no invita a reducir el impacto del consumo.

Formalmente nuestras ya inseparables mascarillas se cataloga en la tipología de los residuos urbanos como «textiles». ¿Quiere usted ganar un patinete y otros regalos? Es sencillo, solo tiene que comprar muchas latas de refrescos y otros envases, cuantos más mejor, y depositarlos en los nuevos contenedores tecnológicos amarillos previo escaneo del código de barras con el móvil. Cuantas más latas más puntos para el sorteo del patinete. Dicho de otra forma: desde este jueves producir más basura en Vigo tiene premio. Es el mundo al revés.

 Dar puntos y regalos a quienes más residuos depositen en el contenedor amarillo ¿incentiva el reciclaje o incentiva generar más residuos? La respuesta es que no se consigue reducir la cantidad de residuos, que debería ser la prioridad, sino todo lo contrario. Como es habitual el Concello entiende que de las tres R (Reducir, Reutilizar y Reciclar) que priorizan por este orden los objetivos de gestión de residuos, solo existe la última y cuantos más residuos enviemos al contenedor amarillo, es decir, en el fondo cuanta más basura generemos, mejor.

 También es cierto que, siendo el código de barras el mismo para un mismo producto (por ejemplo todas las latas de un imaginario refresco «chupi cola» tienen el mismo) usted podría escanear diez veces al día, el máximo autorizado (¿alguien consume diez latas de refrescos diarias?) la misma lata y conseguir sus diez puntos para el sorteo del patinete con un solo envase, sin necesidad de llegar a depositarlo en el contenedor, y repetir la operación una y otra vez, o lo que es lo mismo, resultaría sencillo hacer trampa y falsear al alza los datos de reciclaje. ¡Por favor no lo hagan!

 Una buena referencia la tienen en el Informe de Greenpeace sobre Ecoembes ­­ -impulsores de este sistema­­­- que quizás les invite a reflexionar. El objetivo debería ser el contrario: penalizar la generación de residuos, no premiarla y empezar a comprender que el reciclaje no es la solución, sino la menos mala de las opciones para todo aquello que no podamos reducir o reutilizar (y por supuesto compostar). Este sistema poco tiene que ver con un auténtico SDDR (sistema de depósito devolución y retorno) y menos con la economía circular. Es la economía lineal de siempre pero con curvas.

 Dirección contraria

Pero de la misma forma que el jueves se presentaba en Vigo este sistema basado en premiar la producción de residuos, ayer teníamos otra noticia de importancia, a nivel de toda Europa y que va en la dirección contraria, es decir, en la dirección correcta. Desde el 3 de julio los plásticos oxodegradables en microesferas inferiores a 5 milímetros están prohibidos en toda la unión europea. Bajo esa denominación se encuentran los bastoncillos de algodón, cubiertos de plástico, platos, pajitas, palitos agitadores de bebidas, el palo de los globos, los recipientes de poliestireno expandido y los vasos de ese mismo material.

 España, incumple

 Seguro que notan la diferencia: en lugar de dar premios a quienes más plásticos de un solo uso metan en el contenedor lo que se persigue es evitar el uso de esos materiales. El problema es que España ha incumplido también el plazo de transposición de esta directiva comunitaria (Directiva UE 2019/904). Pero como denunciamos en Amigos da Terra/Amigos de la Tierra este no es el único incumplimiento que acumula España en materia de residuos, que suma también el retraso en la implementación de la Directiva Marco de Residuos (Directiva 2018/851) cuyo plazo de transposición vencía el 5 de julio de 2020. Las sanciones por estos incumplimientos están al caer.

En realidad, aunque opuestas, estas dos medidas coinciden en un aspecto determinante: cargan en los consumidores y consumidoras la responsabilidad final y el compromiso ambiental. Quizás de una vez deberíamos poner el foco en la responsabilidad de la industria que es quien pone en el mercado estos productos y materiales siguiendo una lógica de beneficio empresarial que al planeta le está saliendo realmente muy cara.

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