El mensaje del poder económico a Milei

El mensaje del poder económico a Milei

El poder económico y los grandes medios ahora usan las denuncias de coimas para disciplinar a Milei. La verdadera raíz de la crisis está en la recesión, la caída del consumo y la pérdida de rentabilidad. 

Por

Alfredo Zaiat

La crisis política que rodea al gobierno de Javier Milei por las denuncias de corrupción no es la causa principal de la tensión creciente en los mercados financieros. El derrumbe de acciones y bonos, el salto del dólar, el incremento de la tasa de interés, y la suba del riesgo país (829 puntos) tienen un origen más profundo: la fragilidad de la economía real. El Banco Central eleva aún más los encajes y permite su integración con títulos públicos, una maniobra de emergencia para contener la fuga hacia el dólar. 

 

Las tasas de interés de corto plazo para financiamiento a empresas y personas trepan, por lo menos, al 100% anual, y el riesgo país superó los 800 puntos. Los últimos indicadores muestran el retroceso de la actividad, la caída del consumo y señales de que el programa económico es insostenible. Según el Indec, la actividad económica cayó 0,7 por ciento en junio frente al mes anterior, consolidando una tendencia contractiva que afecta a la industria, el comercio y la construcción. 

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El escándalo de corrupción que involucra a Karina Milei estalla en este escenario y amplifica la volatilidad financiera y bursátil, pero no explica por sí solo el cuadro recesivo ni el colapso de las cotizaciones en la plaza bursátil (el índice de acciones líderes MerVal en dólares acumula una caída de 11,6% en el mes y 29,7% en el año) junto a las tensiones monetarias y cambiarias. La clave para entender este tembladeral se encuentra en que la economía está estancada y muchos sectores están en retroceso, además el Banco Central no pudo acumular reservas genuinas y el tipo de cambio está atrasado. 

 

El programa económico de Milei no es sustentable y, por lo tanto, aparece la exigencia del poder económico de un reseteo.

 

La contradicción del círculo rojo

El denominado círculo rojo está navegando en una contradicción política-económica. Quiere el triunfo de Milei frente al peronismo y apoyó en su momento el programa de ajuste, convencido de que se estabilizaría la economía para habilitar oportunidades de incrementar la rentabilidad de sus negocios.

Pero la propia dinámica de este plan los está castigando: recesión, caída de ventas y deterioro de los balances. Los hechos de corrupción y la impericia en la gestión económica funcionan como catalizadores de un proceso que ya se venía incubando en la economía real y financiera.

El Gobierno intenta sostener el relato de la estabilidad con la contabilidad creativa en las cifras fiscales, que, en forma prudente, empieza a ser observada en forma crítica por consultoras de la city. También está respaldado, en clave de campaña electoral, por el FMI, que en julio aprobó un desembolso por 2000 millones de dólares. 

La tecnoburocracia del Fondo, sin embargo, sabe que el ajuste descansa en bases endebles: no hay presupuesto aprobado, se profundiza la conflictividad social y la recesión erosiona la base de sustentación política.

 

Hasta la tecnoburocracia del Fondo sabe que el ajuste descansa en bases endebles.

 

No es la corrupción: es la inviabilidad del actual plan económico

El panorama de corto plazo se presenta complicado para el experimento liberal-libertario. Esta crisis no es un efecto colateral de la corrupción, sino del fracaso del plan para hacer funcionar la rueda de la economía real. El mundo de las finanzas y del poder económico puede tolerar la volatilidad política -incluyendo los escándalos de corrupción- si existe un horizonte de ganancias a la vista, pero cuando la recesión se prolonga y la rentabilidad se evapora, los casos de corrupción actúan como disparador de lo inevitable: reconocer que el programa económico de Milei no es sustentable y, por lo tanto, aparece la exigencia de un reseteo.

El entramado de coimas en diferentes esferas del gobierno golpea a Milei. Deja expuesto también el comportamiento del poder económico y de sus voceros en la prensa. Durante casi veinte meses, la mayoría de los grandes medios apoyó abiertamente a Milei. Lo presentaron como el líder capaz de derrotar al peronismo y sostuvieron con entusiasmo las medidas más duras de su programa de ajuste. Respaldaron la parálisis de la obra pública, la licuación de los salarios y jubilaciones, el recorte del gasto social y la apertura irrestricta de la economía. No hubo objeciones cuando la recesión golpeó a la industria ni cuando miles de pymes cerraron. La narrativa dominante fue que el “orden fiscal” justificaba el sacrificio social.

Hoy, en cambio, son esos mismos medios los que amplifican las denuncias de corrupción. Publican audios comprometedores, señalan a Karina Milei como jefa del dispositivo de coimas y exponen nombres de funcionarios cercanos a la hermana del Presidente. 

El cambio de postura desconcierta a quienes solo miran la política como una disputa entre oficialismo y oposición. La explicación se encuentra en otro lado: los grandes medios actúan como vehículo de difusión de los intereses del poder económico, y este está comenzando a cuestionar la viabilidad del experimento Milei.

El método para disciplinar a Milei

El poder económico no se guía solamente por simpatías ideológicas sino, fundamentalmente, por las perspectivas de incrementar la rentabilidad y expandir negocios. Durante el primer tramo del gobierno, la política de ajuste permitió contener el dólar, bajar la inflación mensual del 25,0% al 2,4% y mostrar un superávit fiscal dibujado con la paralización de pagos y la apropiación de recursos provinciales. Esta narrativa fue funcional a los inversores y a los grupos empresarios que hoy siguen apostando por el triunfo del mileísmo frente al peronismo.

Pero la realidad económica empieza a jugar. La actividad se contrajo un 0,7 por ciento en junio, según el Indec, y, en lo que va del año, sólo dos meses registraron signo positivo en el cálculo intermensual. Varias consultoras de la city están revisando a la baja el crecimiento económico de 2025, de 5,5% a 4,5%, variación que refleja apenas el rebote después del derrumbe provocado al inicio del gobierno de Milei. 

Los balances de las empresas muestran caídas de ventas, y las perspectivas de rentabilidad se deterioran.

En este escenario, la amplificación de las denuncias de corrupción en los medios de comunicación dominantes opera como un factor de disciplinamiento para Milei. No se trata solo de exponer prácticas oscuras en la gestión estatal, sino de condicionar al propio Milei. 

Después de las elecciones, los grupos económicos quieren cambios en el programa: una devaluación para beneficiar al sector exportador, medidas de protección selectiva para industrias como la siderurgia y un esquema estable de financiamiento para las empresas endeudadas.

 

Para después de las elecciones, los grupos económicos quieren cambios en el programa económico de los Hermanos Milei.

 

¿Cuál es el mensaje del poder económico?

La apuesta del poder económico es transparente. Mientras Milei represente la posibilidad de derrotar al peronismo, tendrá margen político, pero no está dispuesto a acumular quebrantos tras ese objetivo. Por eso, de una y otra manera, envía mensajes contundentes. No discute la orientación general de un gobierno liberal-libertario; exige que la gestión sea funcional a sus intereses y tenga un sistema “institucional” de administración de “los negocios” con el Estado.

El círculo rojo sabe que la combinación de recesión profunda y conflictividad social pone en riesgo el ajuste. El relato oficial intenta sostener que todo se trata de “una conspiración del kirchnerismo”. Pero esa explicación simplista no alcanza. El mensaje a Milei viene del corazón del poder económico y financiero, y se expresa con claridad en los grandes medios. 

El mensaje es directo: Milei no tiene margen para sostener un programa que combine ajuste con caída de la rentabilidad. Después de las elecciones, la factura será presentada en forma de devaluación, protección selectiva y medidas proexportadores. 

La crisis actual confirma que la corrupción puede ser un escándalo político, pero también es, en este caso, un instrumento disciplinador para el líder del experimento liberal-libertario.

 

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