Juez lidera la tabla de ausentismo entre los candidatos (42%)

Juez lidera la tabla de ausentismo entre los candidatos (42%)

En su carrera de regreso a la “hamaca paraguaya” del Senado, el declamado cultor del “fin de choreo” olvidó asistir a 64 de las 155 votaciones que tuvieron en Diputados desde que empezó su mandato, en diciembre de 2019. Con el 42 por ciento, Juez lidera la tabla de ausentismo entre los candidatos cordobeses.

Comprender la lógica que guía pasos tan zigzagueantes como los de Luis Juez es, sin lugar a duda, una tarea complicada. Y resulta probable que tal dificultad sea acaso hija de intentar observar al diputado con la misma lente con la que se juzgan los pasos de los demás políticos. O de los políticos.

Por costumbre, quien observa intenta encontrar en el actuar de cualquier dirigente lanzado a la carrera por el poder un plan. O al menos una estrategia. Uno supone, a veces erróneamente, que subyace a cada decisión una inteligencia. Que existe un patrón capaz de unir una secuencia de puntos, aunque estos parezcan estar ubicados al azar.

En efecto, esta previsibilidad debiera ser la carta de presentación de cualquiera que se ofrezca a representar los intereses de una parte de la ciudadanía.

Pero las cosas no funcionan así en la inestable (in)conducta de Luis Juez.

Nadie, hiciera los denodados esfuerzos que hiciera, podría unir en una secuencia mínimamente coherente los pasos de un dirigente que salió del peronismo (transitando diferentes variantes dentro de él), se convirtió en su acérrimo opositor con la creación del Partido Nuevo, mantuvo un romance con el kirchnerismo en los tiempos de la transversalidad, se unió a Cambiemos, rompió esa sociedad para aliarse con Olga Riutort (a quien había denunciado en múltiples oportunidades por corrupción), y luego volvió a alistarse en las filas del ya presidente Mauricio Macri. ¿Cómo descifrar semejante jeroglífico?

Tal vez la única manera de encontrarle la vuelta al asunto sea abjurar, mal que nos pese, de interpretar los sinuosos pasos de Juez con el manual que aplicamos a los políticos que sí diseñan una estrategia que guie su actuar, que sí priorizan guardar una conducta partidaria, y que sí juzgan conveniente calibrar sus decisiones en el mediano y largo plazo.

En fin, reprimir cualquier intento de encontrar en sus acciones una inteligencia mínimamente compleja y admitir que Juez prefiere siempre deslizarse sobre la curva de los acontecimientos sin chocar contra ninguna resistencia. Que más que las razones, lo gobiernan sus reflejos. En otras palabras, que carece por completo del aplomo o la tenacidad necesaria para oficiar como el contrapeso de un oficialismo más o menos fuerte. En efecto, su propia naturaleza parece guiarlo indefectiblemente hacia el lado más cargado de la balanza.

No es fácil. Al aficionado a estas cuestiones le resultará muy complicado desembarazarse de los dogmas que la literatura política ha marcado a fuego en su cabeza a fuerza de verlos reflejados a diario en la práctica. Pero quien logre hacer a un lado -sólo por un momento- aquéllos axiomas, se solazará al ver de inmediato los resultados.

Vamos con los ejemplos. (Desde luego, por cuestiones de espacio, sólo con los más recientes, que esto no es una enciclopedia).

Luis Juez dijo, en abril de 2020, “Yo quiero aplaudir al gobierno. Al gobierno le reconozco haber actuado con prudencia, con prontitud, y haberse armado de un gabinete de tipos interesantes, apartidario (…) como jefe de esta familia, cuando lo escuchamos a Alberto Fernández, cada vez que habla de este tema, siento tranquilidad”. “Lo quiero aplaudir”, cerró.

Las declaraciones, que fueron vertidas en una entrevista televisiva para el programa “Polémica en el bar”, no deberían sorprender a nadie. En esos momentos Fernández rompía records de aprobación de gestión, y a nadie que esté en las buenas le falta nunca el apoyo de Juez, el arquitecto de “la versión más fuerte de Juntos por el Cambio (sic)”.

Veamos, para cerrar, alguno más.

Según un estudio de la consultora Strinfo, que dirige Matías del Pino, Juez lidera la tabla de ausentismo en las votaciones de Diputados entre los candidatos cordobeses que hoy se desempeñan en alguna de las cámaras del Congreso. Los datos del relevamiento fueron recogidos desde que el legislador inició su último período, en diciembre de 2019, hasta fines de agosto de este año.

En suma, si alguien quisiera hojear sus antecedentes más recientes para chequear cuán sincero es su interés de oponerse al kirchnerismo y velar por los intereses de Córdoba en la Cámara Alta, pronto verá que en su camino de regreso a “la hamaca paraguaya” -tal como supo definir a las bancas en el Senado- Juez olvidó asistir a 64 de las últimas 155 votaciones en Diputados, contando entre sus ausencias la votación por la ley de Biocombustibles, central para la provincia.

Cosas que suelen escapársele a Juez. Y, a decir verdad, también a los electores.

 

Por Felipe Osman

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