Por qué las dos fotos que grafican la paz en el PRO y JxC pueden ser insuficientes para evitar la guerra interna

Por qué las dos fotos que grafican la paz en el PRO y JxC pueden ser insuficientes para evitar la guerra interna

Hay señales de que las postales construidas en el “supermartes” opositor, con una escenificación de unidad, pueden tener más de formalidad que de voluntad de no pelearse. El regreso de Macri, sin mediar y en silencio

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Ricardo Carpena

Fueron dos fotos en un día. Graficaron la paz en un momento en el que las tensiones crecieron a niveles inquietantes. ¿Serán mucho más que una escenificación con sabor a conveniencia electoral? Nadie sabe cuánto durarán las treguas alcanzadas en el “supermartes” por los líderes del PRO y la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio, pero sirvieron al menos para frenar una dinámica de fricciones que amagaba con llevar a rupturas o a peleas irreversibles antes del gran desafío de 2023.

Por un lado, el desayuno del PRO fue extremadamente calmo y terminó con un acuerdo para instrumentar un mecanismo para evitar “tensiones innecesarias”: cada presidenciable (Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y María Eugenia Vidal) designará un representante para coordinar las distintas posiciones sin llegar a peleas declaradas y limar asperezas antes de que trasciendan.

Podría considerarse un enorme avance si no fuera porque un esquema idéntico se intentó en mayo pasado por el jefe de Gobierno y la jefa del PRO cuando acordaron un “puente rojo” entre ambos luego de los cortocircuitos por el polémico comunicado de Juntos por el Cambio que le cerró el paso al libertario Javier Milei. Desde entonces, el larretista Fernando Straface y el bullrichista Gerardo Milman tuvieron asignada la misión de estar en contacto permanente y diluir los focos de conflicto.

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Mauricio Macri, tras el desayuno con otros líderes del PRO (Foto Maximiliano Luna)

Con el paso de las semanas, sin embargo, esta instancia preventiva de peleas se fue desintegrando. Straface y Milman dejaron de hablarse en forma proporcional a los enfrentamientos que fueron creciendo entre Larreta y Bullrich. Se notó el fracaso de ese mecanismo cuando los dos protagonizaron la áspera disputa por el operativo de seguridad del gobierno porteño ante la casa de Cristina Kirchner, que terminó con una pelea directa en un almuerzo del PRO, llena de reproches y de acusaciones (y con Mauricio Macri sin intervenir). ¿Por qué creer ahora que algo similar funcionará en la etapa más decisiva de la carrera para determinar quién se quedará con la candidatura presidencial del PRO?

Podría decirse que la foto del desayuno pacificador les servirá para ganar tiempo y evitar que la batalla a todo o nada que entablaron termine llevándole más votos al libertario Javier Milei, pero nadie se anima a asegurar que su resultado sea definitivo. Aun así, no es poco si se considera que el enfrentamiento Larreta-Bullrich parecía agravarse al extremo luego de la difusión del video en el que la titular del PRO amenaza con “romperle la cara” al jefe de Gabinete porteño, Felipe Miguel.

En el encuentro matutino, los líderes del PRO acordaron postergar la definición de las candidaturas hasta marzo o abril. “Pero las candidaturas de abajo, no las presidenciales”, aclaró un referente partidario. Eso mantiene el escenario que explicitó Cristian Ritondo tras el desayuno: “Hoy nuestros candidatos a presidente son Patricia Bullrich, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta”. ¿Eso excluye definitivamente a Macri? Nadie lo dijo, empezando por el propio ex mandatario, que nunca confirmó ni desmintió su postulación y cuyo entorno sugirió que definiría en marzo de 2023.

En el desayuno de ayer no estuvieron tres de los dirigentes que participaron de los últimos almuerzos del PRO: Federico Angelini, Fernando de Andreis y Jorge Macri. Las dos últimas ausencias se entienden como una concesión del ex presidente hacia el alcalde porteño: el ministro de Gobierno de la Ciudad acaba de cerrar un acuerdo electoral con Bullrich y De Andreis, ultramacrista, es su jefe de campaña. Y Rodríguez Larreta ha decidido mantenerlo en su puesto, pero castigarlo con un trato gélido. Era contraproducente que estuviera en un encuentro destinado a pacificar el clima en el PRO.

La Mesa Nacional de Juntos por el Cambio, reunida por Zoom luego de dos meses sin verse las caras

Más allá de lo que suceda con el mecanismo anticonflictos acordado, será difícil que los líderes del PRO se vuelvan a reunir hasta después de fin de año: en su condición de presidente ejecutivo de la Fundación FIFA, Mauricio Macri está viajando a Qatar para el Mundial de Fútbol, que finaliza el 18 de diciembre. Luego llegarán las fiestas de Navidad y Año Nuevo. Recién en enero podrán retomarse los desayunos, almuerzos o cena. Faltarán dos meses para que el ex mandatario defina qué hará en 2023.

Macri, por otra parte, reapareció este martes en los encuentros de la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio, donde dejó de ir el 27 de marzo pasado. No fue un regreso a toda orquesta: después de tantos meses de ausencia, sus pares afirmaron que se mantuvo en silencio durante todo el Zoom. Quienes lo conocen aseguran que el ex presidente no cree que esas reuniones tengan algún resultado concreto, sobre todo porque nunca falta Gerardo Morales, el titular de la UCR, esa fuerza aliada que despierta la desconfianza del ex presidente por sus “reflejos populistas”. “Es mejor ausentarse que pelearse” fue el lema de Macri. ¿Su nueva consigna será “es mejor callarse que discutir”?

La Mesa Nacional de JxC retomará en las próximas semanas su ritmo de reuniones quincenales, seguramente sin la presencia de Macri. El desafío de la coalición es mostrar mucho más que una foto en una etapa clave, donde la crisis socioeconómica y los conflictos políticos del Frente de Todo requerirían de una oposición unida más allá de la formalidad para afrontar lo que viene en sintonía con las necesidades de la gente. Las postales logradas el “supermartes” del PRO y de Juntos por el Cambio lucen bien, pero no alcanzan por sí solas para ganar las elecciones. Y menos, para gobernar bien.

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