El equilibrio que debe hacer Axel Kicillof en un mar revuelto

El equilibrio que debe hacer Axel Kicillof en un mar revuelto

La pelea entre Alberto y Cristina pone al Frente de Todos ante una situación límite y el Gobernador se ve obligado a surfear entre la necesidad de cuidar una relación de gobernabilidad con el Presidente y su simpatía por la vicepresidenta. Los efectos de la crisis interna

El Frente de Todos atraviesa su hora más crítica sin ninguna certeza de cómo soldar la fractura expuesta entre Alberto y Cristina Fernández, que pone en riesgo mucho más que la unidad de la alianza gobernante. En ese marco, el gobernador de la provincia de Buenos Aires se encuentra entre la espada y la pared, locución adverbial que sintetiza la situación difícil que supone para Axel Kicillof tomar partido entre las necesidades de gobernabilidad que lo atan al Presidente y la obediencia política hacia la vicepresidenta. 

“Axel va a seguir haciendo equilibrio, porque nosotros no podemos prescindir del acompañamiento del Gobierno nacional en el marco de necesidades que tiene la Provincia” , remarcó una de las personas más allegadas al Gobernador. “Es imposible romper relaciones con la Nación, y hoy no aparece en ninguno de los escenarios esa posibilidad; debemos proteger y cuidar la gobernabilidad. Además tenemos un año y medio para mejorar y ser una opción competitiva. Si nosotros no conseguimos resultados palpables, le va a importar muy poco a la gente si nos diferenciamos o no”, sentenció. 

“Tratamos de mantenernos lo más distantes que se pueda, sin involucrarnos en una pelea en la que si nos metemos tenemos todo para perder. Tratamos que las cosas las arreglen quienes las tienen que arreglar”, completó otro funcionario provincial. No pocos esperan en el oficialismo que la batalla interna baje su intensidad y se pueda encontrar un marco de convivencia que sostenga la gobernabilidad. “Tiene que haber una charla de Alberto con Cristina urgente y salir de esto, no estamos en una situación en la que haya una torta para repartir. Hay que alinear los planetas de la ejecución de las políticas públicas y llegar a marzo de 2023, después se verá cómo se acomoda lo electoral”, reflexionó un dirigente peronista de la Primera sección. 

Es un sentimiento que atraviesa a muchos, pero cuya concreción aparece como utópica cuando el diálogo está cortado. La relación entre el Presidente y la vice se quebró el 27 de noviembre, cuando ella publicó la carta titulada “De silencios y curiosidades. De leyes y responsabilidades”, en la que hizo referencia a la deuda con el FMI, al rol de la oposición y los medios de comunicación, y sentenció: “La lapicera la tiene el Presidente”. Alberto entendió que lo dejaba solo en esa pelea, y esa presunción se concretó recientemente en el Congreso. La negativa K a acompañar el proyecto del acuerdo con el FMI, el cotilleo por el ataque al despacho de la presidenta del Senado y su ausencia en el momento de la votación en la Cámara Alta fueron más que señales para reconfirmar la ruptura. 

En ese contexto, desde la política bonaerense algunos le reclaman a Kicillof que haga una manifestación política para salvar al Frente, plantear reuniones y mostrarse con los intendentes para aunar una postura provincial que restablezca la unidad. Nada de eso ha sucedido, ni sucederá. La idea de Kicillof es quedar al margen de una puja que supone de otros y en la que no ve rédito alguno si se involucra.

 En Gobernación aclaran, respecto a la negociación con el Fondo, que Axel dejó expresada su posición en una nota que firmó en un medio nacional (Infobae) y en la apertura de sesiones ordinarias de la Legislatura, “sin margen para ajustar porque apenas estamos cubriendo las necesidades”. Un ministro destacó la necesidad de “equilibrar sin dejar de marcar las cosas que creemos que no están bien. Además, nosotros tenemos la obligación de garantizarle a la gente de la Provincia que el ajuste no va a pasar por ellos”. 

¿Alcanza eso para contentar a la vicepresidenta? Nunca se sabe. Cristina también tiene objeciones hacia la gestión bonaerense, y dejó ver su enojo tras las PASO, cuando intervino en el gabinete provincial empujando los desembarcos de Martín Insaurralde, como jefe de Gabinete, y Leonardo Nardini, como ministro de Infraestructura. Pero nunca la expresidenta dejó de atenderle el teléfono al Gobernador, o de recibirlo. De hecho, se vieron el 10 de marzo, día en que las ventanas de las oficinas de la presidencia del Senado recibieron la pedrada que disparó luego el cruce entre la Casa Rosada, por un lado, y la propia Cristina y La Cámpora, por el otro. 

Quizá a Axel Kicillof no le simpatizó que uno de sus ministros entrara en un cruce directo con el Presidente a partir de la queja de Andrés Larroque por el “silencio que hace ruido” de parte del Gobierno nacional tras el ataque al despacho de Cristina. Pero no es algo nuevo. Sergio Berni, por caso, ha vituperado en más de una oportunidad a funcionarios nacionales y ha hecho críticas duras contra el jefe de Estado. Sin embargo, las cuitas políticas nunca interfirieron en la certeza que hay en la Casa Rosada de que “nunca se puede dejar de asistir a la Provincia porque si estalla, nos lleva a todos puestos”. 

Es una simbiosis de convivencia obligatoria, muy distinta de la que padecieron en otros tiempos gobernadores como Felipe Solá o Daniel Scioli. También había otro marco, una conducción ordenada, de una sola cabeza. Y aunque eso empezó a cambiar el 27 de octubre de 2010, nunca hasta ahora se había visto un Gobierno peronista con un poder tan fraccionado, donde la convivencia se ha tornado poco menos que imposible pero la ruptura definitiva no es opción. En ese contexto el Gobernador debe surfear olas cada vez más altas, con vientos cruzados.

ASISTENCIA FINANCIERA

La dependencia económica bonaerense en números 

El acuerdo de Argentina con el FMI tiene, entre las exigencias del organismo, un punto que preocupa en las jurisdicciones provinciales e inquieta al gobernador bonaerense: la reducción de las transferencias discrecionales y asistencias por fuera de la coparticipación, acompañadas de un monitoreo casi permanente de los movimientos de caja. 

Según un reporte de la calificadora de riesgo Fitch Ratings, en el balance entre lo que perderían por transferencias discrecionales (que figuran como ATN) y transferencias corrientes por acuerdos (que podrían demorarse para alcanzar los objetivos fiscales), las provincias lo compensarían con una mayor recaudación de impuestos, derivada, entre otras cosas, del aumento de tarifas. También se apuesta a un revalúo inmobiliario, que en el caso de Buenos Aires no será sencillo hacer pasar por la Legislatura. 

Pero esa compensación, difícilmente sea suma cero para el fisco bonaerense. Es lo que advirtió Axel Kicillof en su discurso de apertura de sesiones ordinarias, cuando dijo que en la Provincia “no hay lugar para ajustes”. 

En 2021, el Gobierno provincial acumuló 191.327 millones de pesos de transferencias discrecionales. La asistencia de la Secretaría de Hacienda fue de 95.643 millones; otros 58.066 millones llegaron por el Fondo de Fortalecimiento Fiscal (FFF) creado con la coparticipación detraída a la Ciudad; y otros 37.618 millones de pesos fueron de asistencia directa. De ese modo, el envío de fondos al distrito gobernado por Kicillof representó 39,4% de total de giros de Nación a las provincias. 

Otro punto que debe tenerse en cuenta es que las obligaciones fiscales pueden retraer la obra pública, otra preocupación que impera en La Plata. En lo que va del Gobierno del Frente de Todos, las obras que estuvieron o están en ejecución totalizaron 150.500 millones de pesos, de los cuales 109.500 millones fueron dispuestos por el Ministerio de Obras Públicas nacional y 41.000 millones por el Ministerio de Infraestructura y Servicios Públicos bonaerense. Es decir que el 72,75 por ciento de la infraestructura es solventado por el Gobierno federal. Perder algo de ese caudal significaría más retraso en obras para una provincia muy necesitada.

RICARDO ROUVIER - CONSULTOR

“Kicillof se manejará con el cuidado que debe tener cualquier político”

En consultor y politólogo Ricardo Rouvier dialogó con La Tecla e hizo referencia al lugar del gobernador Axel Kicillof. Puntualizó que “el posicionamiento de los principales actores del Frente de Todos, en este caso el gobernador de la provincia más importante, va a ir variando de acuerdo a cómo evolucione la crisis, y nadie sabe qué va a pasar. Creo que es un conflicto importante y hay algún esfuerzo por parte del Gobierno en querer sanar heridas y restaurar la coalición”. 

En esta misma línea observó: “Entiendo que es un momento en el que el Gobernador está preocupado y tiene grandes dificultades en poder definir algo, porque es un escenario muy complejo. Además, la actitud de los principales actores va a ser de expectativa, de reflexión, de parar la pelota y mirar cómo sigue el partido”. 

Al centrarse sobre el accionar del mandatario bonaerense, el también sociólogo reflexionó que “Kicillof tiene una situación compleja, porque está dentro del campo geopolítico de la provincia de Buenos Aires, que es donde ella (Cristina Fernández de Kirchner) tiene su reserva electoral más importante. También el Gobernador tuvo algunas diferencias con Máximo Kirchner, y no se conoce el grado de importancia de ese conflicto”. 

En este sentido añadió que “él (Kicillof) sacará sus conclusiones y se manejará con el cuidado que debe tener cualquier político donde hay un nivel de incertidumbre respecto a la reacción de sus principales actores”.

Por otra parte, Rouvier expresó que “el llamado a unidad posterior a la votación del Senado del acuerdo con el FMI se hizo en un acto público; ahí mandó un mensaje a la vicepresidenta, y lo lógico sería que hablen y lo resuelvan en privado. También Cristina, como presidenta del Senado abrió la sesión y luego se fue; ese es un gesto preocupante, porque mostró su rechazo a la aprobación del acuerdo”. Sobre el porvenir de Kicillof y el posible impacto de cara al 2023 dijo “si bien en mis números, el Gobernador tiene una imagen negativa más alta que la positiva, está en perfectas condiciones de recuperarse y poder tener la reelección”.

POLITICA PROVINCIAL

Puertas adentro, otro oleaje difícil de transitar para el Gobernador

Ya sin ninguna incidencia de Alberto Fernández, Axel Kicillof también surfea las relaciones políticas de la Provincia. Debió aceptar la intervención de los intendentes en el gabinete, convive con La Cámpora en el Gobierno pero sigue sin resolver su tirante relación con Máximo Kirchner, y enfrenta cuestionamientos de la política, que sigue sin perdonarle su estilo y su falta de pragmatismo a la hora de convocar a quienes presumen ser los dueños de los votos en los distritos; después de Cristina, claro. 

La sociedad Máximo-Martín Insauralde lo incomoda. Aunque no hubo por el momento indicios públicos que expongan los recelos, y tanto desde el entorno del Gobernador como desde la Jefatura de Gabinete se esfuerzan por demostrar que “las cosas han mejorado desde la llegada de los nuevos ministros hasta ahora”, a nadie escapa que la intención reeleccionista de Kicillof choca contra las ganas del lomense de ser su sucesor, y se da de bruces contra la idealización de La Cámpora de un cambio en 2023. 

Cerca del Gobernador califican de “opereta berreta” la teoría de una candidatura a senador nacional de Kicillof en 2023, acompañando en esa boleta a Cristina Fernández. Las usinas de esa versión no solo están en la Provincia, sino también en despachos del Congreso. 

“En un momento de crisis y de caída electoral, nadie va a ser tan osado de ir a una confrontación inútil, y siempre los más instalados son los que están gobernando; por eso Axel tiene ventajas a la hora de buscar candidatos adentro, salvo que Cristina tenga tanto poder de ordenamiento sobre Kicillof y libere la Provincia para que sea otro que ella quiera”, teorizó un dirigente provincial con anclaje territorial. Ni más ni menos, esa es la apuesta de Insaurralde y de quienes empujan, por ahora en bajo volumen, su postulación. También desde La Cámpora le ponen alguna ficha a Eduardo “Wado” de Pedro. 

Insaurralde se juntó la semana pasada con intendentes de la Segunda sección y les dijo: “Acá nos salvamos todos o no se salva nadie”, en un guiño a Alberto y a Axel. También estuvo, junto a Máximo Kirchner, en el encuentro de la rama femenina del PJ en San Vicente el sábado 12. En ambas reuniones dejó entrever sus intenciones y se escucharon críticas al Gobernador. Después compartió acto con el Presidente y el mandatario bonaerense. Es decir, peronismo en estado puro.

EL JUEGO CON LOS MEDIOS

Alberto y el difuso límite entre lo público y lo privado

Por convicción y concepción, nadie de La Cámpora evitará expresar su pensamiento público sobre temas que son sensibles para la organización, aunque ello suponga un choque con la Casa Rosada, como sucedió la semana pasada cuando Andrés “Cuervo” Larroque publicó en Twitter y habló del “silencio que hace ruido” del Gobierno nacional ante el ataque al despacho de Cristina Fernández. Exacerbó el cruce entre Balcarce 50 y las huestes de la vicepresidenta, pero Kicillof quedó al margen. 

Después, en una entrevista radial en AM 710, el ministro de Desarrollo para la Comunidad bonaerense explicó: “Cuando opina un kirchnerista es un drama y se dice que rompe la unidad, pero alguien cercano al Presidente dice cualquier pavada y no pasa nada”. No solo se refería a lo que se dice en público, sino también a lo que se deja trascender. 

Desde hace tiempo el kicrhnerismo advierte que se ventilan cuestiones que debieran quedar en el ámbito privado y, con ello, se descuida la convivencia interna, sobre todo porque muchas veces se utilizan medios de comunicación enfrentados con los K. Ni al Cuervo ni a nadie cercano a la expresidenta le gustó, por ejemplo, que salieran publicados detalles de la charla telefónica que tuvieron Larroque y Alberto Fernández. Le atribuyen la divulgación directamente al jefe de Estado, ni siquiera a sus responsables de prensa. En La Cámpora suelen tildar a Alberto como “la metralleta del off”.

LUCAS ROMERO - CONSULTOR

“No veo a Kicillof marcando diferencias a pesar de que las tenga”

En diálogo con La Tecla, el politólogo Lucas Romero señaló: “Nadie quiere ser el Chacho Alvarez de esta época, y eso ha condicionado mucho las decisiones de Máximo y Cristina en estar en contra del acuerdo, porque, claramente, no lo acompañan y necesitan manifestar su disidencia, pero no quieren ser ellos los responsables de la crisis que termine con este ciclo”. 

Sobre el posicionamiento del mandatario bonaerense puntualizó que “hay un vínculo y una necesidad que es institucional, porque la provincia de Buenos Aires depende absolutamente de la asistencia, del apoyo y las transferencias que llegan de Nación, con lo cual, Axel Kicillof tiene una restricción esencial para administrar su relación con Alberto Fernández”. 

Asimismo dejó en claro que “no se va a pelear con el Presidente y no tiene margen para hacerlo”. Por otra parte, el director de Synopsis Consultores recordó que “en los últimos meses hemos visto que Kicillof aparece crítico y en otros está alineado a las posiciones de Alberto Fernández. A futuro vamos a tener más de lo mismo, y no veo a Kicillof marcando diferencias a pesar de que las tenga en su intimidad respecto del programa con el Fondo Monetario Internacional y sobre cómo se negoció”. 

Por último, Romero indicó: “Probablemente piense más como Máximo y Cristina Fernández de Kirchner, pero probablemente actúe como Eduardo ‘Wado’ de Pedro, que, si bien comparte las posturas de Máximo y Cristina, no muestra disidencias respecto de las decisiones del Presidente”.

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