Cristina Kirchner ganó centralidad y reactivó al peronismo, pero generó dos posiciones encontradas

Cristina Kirchner ganó centralidad y reactivó al peronismo, pero generó dos posiciones encontradas

En el espacio político se dividen entre quienes creen que la intervención llegó en el momento adecuado y los que entienden que hay que cultivar el silencio y dejar que el Gobierno se desgaste

Por Joaquín Múgica Díaz

El documento de 33 páginas que ayer publicó Cristina Kirchner generó una reacción en cadena dentro del Gobierno que aumentó su nivel de centralidad en la escena política. Si había alguna duda de que la ex vicepresidenta es la voz más fuerte que tiene el peronismo en el llano, este miércoles el interrogante se saldó con el correr de las horas. Hasta las 16, que se conoció la inflación de enero, la agenda informativa estuvo dominada por el texto que redactó un puñado de días atrás.

La reaparición de CFK sacudió la vida interna del peronismo, que en este tiempo de oposición, y después de lograr frenar la Ley Ómnibus, convive con la certeza de que falta un ordenamiento interno que le dé vida a un nuevo proyecto político y poder a voces nuevas o, tal vez, a voces conocidas pero sin el alcance necesario para poder atravesar la narrativa partidaria.

Por eso, algunos dirigentes de la oposición consideraron que el nuevo salto de la ex presidenta a la arena política era necesario para poder mantener viva la voz del peronismo. “(Juan) Grabois o (Guillermo) Moreno se están moviendo mucho y criticando las políticas de Milei. Pero sus voces no son tan fuertes. Lo pueden hacer porque, a diferencia de los gobernadores, no tienen una responsabilidad de gobierno”, reflexionó un experimentado intendente del conurbano.

La responsabilidad institucional, el desgaste de imagen o la estrategia de comunicación política juegan un rol central en el debate público con Javier Milei y su gobierno. No hay ningún gobernador que se sumerja, semana a semana, en una discusión con el Presidente. Es lógico. Al fin y la cabo, todos tienen que gobernar. No solo es necesario para no romper todos los puentes con la Casa Rosada, si no también para atar la imagen a la gestión más que a la rosca política.

Ese parece ser el camino que ha decidido tomar el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, que se inclinó por aplicar una estrategia boxística. Pega y sale. No se abraza a su contrincante. No se embarra hasta quedarse inmovilizado. Critica, condena con dureza y suelta el tema. No le conviene que Milei lo suba al ring y lo desgaste incesantemente pegándolo al pasado. No se va a regalar en el mano a mano.

“Cristina se llevó la marca de Axel y le sacó ese peso de tener que hablar todo el tiempo. Además, ella no tiene responsabilidad de gobierno”, aseguró un dirigente del peronismo bonaerense. Y agregó: “Alguien tiene que hablar y la única que tiene un alto nivel de representatividad es ella”. En el inicio de la gestión libertaria Kicillof se había posicionado como la voz más dura de la oposición. Con el pasar de los días recalculó su posicionamiento.

Luego de la aparición de CFK en el peronismo emergieron dos posturas encontradas respecto a su intervención. Por un lado la necesidad de que una voz potente rompa al medio el relato oficial. Enfrente la estrategia de cultivar el silencio y dejar que las consecuencias del ajuste y la devaluación deterioren el acompañamiento popular de Milei.

La aparición de la ex presidenta no generó una interpretación única. Retrato de un espacio político que está lejos del poder, intentando encontrar liderazgos nuevos y frente a la ausencia de nombres propios que tengan capacidad de cautivar a la mayoría del movimiento político. El peronismo vive su propia aventura de restructuración. Las diferencias respecto a cómo comportarse frente al Gobierno exponen la ausencia de un lineamiento claro. Cada uno atiende su juego y acciona como cree que será mejor. Así es la vida peronista de este febrero.

Ni siquiera Cristina Kirchner, que es la dirigente política más trascendente del peronismo, tiene capacidad de ordenar a toda la dirigencia. Aún así, su voz tiene influencia sobre un núcleo importante de dirigentes y sobre un sector del electorado que está cada vez más enojado con las políticas implementadas por el gobierno libertario.

“Hay que dejar que las decisiones de Milei caigan por su propio peso. Que sea la gente la que cambie su parecer después de haberle dado su apoyo. Marzo y abril serán los meses claves para que el descontento, que hoy existe, crezca exponencialmente”, sostuvo un influyente diputado nacional de Unión por la Patria (UP).

Esa mirada se replica en otras voces del espacio político, que visualizan dos meses muy complicados por la quita de subsidios al transporte, el aumento del combustible, los precios de los útiles escolares en la antesala del comienzo de clases y el valor de los alimentos en el supermercado. Un combo que implosiona la economía de muchas familias, a las que su poder adquisitivo se le ha disminuido vertiginosamente en unas pocas semanas.

El mensaje de Cristina Kirchner, con un puñado de puntos para poder buscar acuerdos y generar políticas de Estado - una postura que ya ha expresado en sus últimas conferencias - está direccionado a la oposición dialoguista. Al espacio del medio donde flota el peronismo cordobés, el socialismo, el radicalismo y los partidos provinciales.

“Hay que dejar cuestiones personales de lado y poder charlar sobre los puntos centrales que le influyen a la gente en su día a día”, aseguraron en el kirchnerismo. En esa lista aparece una reforma laboral, la política de seguridad y la educativa, y un nuevo sistema tributario. Temas en los que creen que podrían encontrar puntos de acuerdo con dirigentes que quedaron bajo el techo de la oposición. El centro del nuevo diagrama de la política nacional.

En las terminales K recuerdan que en el 2019 se sentaron a hablar con Alberto Fernández y Sergio Massa, quienes habían sido muy críticos de la ex presidenta, para poder conformar un nuevo proyecto político que pueda interpretar las necesidades de la ciudanía. Recuerdan también, desde su mirada, que la gestión de Fernández no estuvo a la altura de las circunstancias y que el rechazo electoral estuvo asociado al resultado de los cuatro años de gobierno.

Con ese recuerdo buscan abrir canales de comunicación con dirigentes de la oposición, con el fin de buscar puntos de coincidencias respecto a políticas estatales y, al mismo tiempo, intentar darle vida a un nuevo proyecto de poder que pueda unir a distintos sectores del espectro político más allá de las fronteras del peronismo.

Un histórico dirigente K aseguró que el momento de la intervención de CFK “fue el adecuado” y que sus planteos sobre intervención de capitales privados en empresas del Estado o la necesidad de una reforma laboral rompen el discurso duro del kirchnerismo y amplían las fronteras. Abren un túnel para salir del núcleo duro, mantener la base de lo que fue la coalición de gobierno anterior y correr los límites como parte de un ejercicio en el terreno opositor.

“Lo más importante que deja en claro es su férrea oposición a la dolarización, que es el próximo plan de Milei”, sentenció un ex funcionario del gobierno peronista, que ve en esa bandera de Milei uno de los próximos desafíos del Gobierno y uno de los temas centrales de la construcción del relato libertario.

La ex vicepresidenta divide aguas en todo el territorio político y en el peronismo. Pero su intervención escrita le volvió a dar una centralidad que solo ella pueda adquirir. Un anzuelo para que el Gobierno la suba al ring de la polarización y una señal para que las distintas terminales peronistas pongan en marcha una discusión profunda sobre un plan de gobierno. Un programa de gestión que tenga más consenso que el de los propios soldados fieles.

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